Aunque la timidez transitoria por situaciones diversas es universal, aproximadamente el 30-40 % de los niños en edad escolar y los adultos se describen a sí mismos como tímidos. La timidez suele aparecer entre los cinco y siete años. Existe un pico en la adolescencia en el que el 60% de las niñas y el 48 % de los niños se describen así mismos como tímidos y va disminuyendo con la edad aunque muchos siguen considerándose como tales (el 75% de los estudiantes universitarios que dicen que eran tímidos de pequeños continúan identificándose a sí mismos como personas tímidas).
La timidez continuada hasta la edad adulta crea barreras en la relación con los demás e insatisfacción con uno mismo. Los adultos tímidos tienden a ser más solitarios y menos felices que los que no lo son. Sin embargo, la timidez en la infancia no predice la presencia de trastornos psicológicos futuros y debe considerase como parte de los límites normales de las diferencias variaciones de la personalidad y del comportamiento social. La timidez puede ser debida a fracasos o desencadenarse después de ellos.
Una de las mayores dificultades de la persona tímida es que es muy a menudo le es imposible ocultar su timidez frentes a los demás. Los signos de timidez típicos son dificultades al hablar, tartamudeo, rubor, temblores, sudoración de las manos que, a su vez, le vuelven más incapaz para afrontar una conversación o situación concreta.
Todos nos ponemos nerviosos en situaciones nuevas pero los tímidos más. La experta psicóloga Ana Martinez sabe como tratar al niño y al joven tímidos.