Hace un tiempo os hablaba de límites en este post, donde contaba que a mi, sólo con escuchar la palabra, igual que me pasa con normas o disciplina, me sale una asociación automática a castigo. En su día, como os explicaba en el post, entendí que hay límites como no cruzar la calle en rojo; que de hecho yo ya ponía, y que mientras no se prohiba todo y se pongan límites pensando en el niño y no en la comodidad del adulto, hay límites que son necesarios.
Pero ahora que las pequeñas están de vacaciones de verano, muchos días me he planteado si realmente sé marcar unos límites, o quizá si los marco pero después no me preocupa que se los salten. O quizá marco suficientes límites pero las niñas son niñas y no todo el mundo lo ve como yo. No lo sé. Me han surgido muchas dudas. La abuela o el padre de las criaturas me dicen miles de veces que las niñas hacen lo que les da la gana conmigo.
Y yo no sé si me gusta el libre albedrío y le tengo manía a la palabra, o veo las cosas por otro cristal.
Por ejemplo: Las niñas estaban un dia jugando con unos amigos en la terraza. Jugaron a hacer pompas de jabón un buen rato, hasta se pusieron el bañador. Hasta que uno de ellos volcó el pote de jabón…y ahí la actividad derivó en que los 4 volcaron el pote, se llenó el suelo de la terraza de agua con jabón, y se sentaron a hacer espuma y dibujar con el jabón. La situación era caótica, lo reconozco, pero muy divertida y lo pasaron espectacular, y de paso me limpiaron un poco la terraza (y el agua de la ducha después salió negra, porque aquí con la cantidad de smog que hay la terraza en dos días se ensucia como si nunca la limpiáramos) ¿estuvo mal? ¿demasiado caos? La mamá que estaba conmigo pareció encontrarlo, como yo, más divertido que otra cosa. Los niños estaban para verlos completamente rebozados de jabón seco y bien sucios. Quizá sea yo sola, pero a mi me gustó que hacer pompas de jabón terminara en algo que encontraran “una idea genial” ellos solos.
Además, cuando se fueron sus amigos, las niñas pidieron barrer y fregar la terraza. No pudieron terminar con todo el jabón, que tardó unas cuantas fregadas en irse, pero me pareció genial que quisieran limpiarlo. La abuela decía que no quería ni mirar la terraza del desastre que era, y en cambio terremoto mayor fue y le dijo: “tienes las mejores nietas del mundo; hacemos un desastre y después lo barremos y fregamos nosotras solas para arreglarlo”
Otro de los ejemplos donde en mi casa reina el caos es cuando vienen amigas de las niñas a casa (sin llegar al ejemplo anterior todas las veces) Tienen permiso para sacarlo todo y jugar en todas las habitaciones de la casa, excepto los baños o la cocina. El desorden llega a extremos increibles. Convierten los armarios en cuevas secretas de la patrulla canina y peppa; aparecen exposiciones de disfraces detrás de cualquier puerta, en mi cama suelen aparecer acostados todos los bebés y peluches que hay por casa, y suele poder “adivinarse” qué recorrido de juego han hecho por el reguero de juguetes que dejan a su paso. A mi no me molesta. De hecho, incluso me propongo pintarles la cara o les organizo sesiones de pintura con témpera. Un día os puse una foto de un trocito de esos caos, cuando os hablaba del desorden de casa:
Como a mi no me molesta pero tampoco podemos dejarlo así, cuando se van los invitados ahora la norma es reducir el caos a la habitación de ellas, y recogemos un 60% del desorden (mínimo) antes que la abuela y padre de las criaturas lo vean, para que no se desmayen ( y aun así se desmayan, jeje) . Y por eso mismo empiezo a pensar que igual soy yo la rara, y las estoy criando en un reino del caos! Además, voy a otras casas tan ordenadas, donde el espacio de juego está tan bien limitado, que pienso que igual lo hago todo al revés de como tocaría. Pero lo confieso, me dan por un lado envidia, y por otro…me siento más cómoda en mi casa.
Por todo ello, uno de los últimos retos que he hecho en Edukame fue precisamente el de límites, para intentar entender qué hago mal, porque me había quedado todo muy claro cuando escribí sobre límites, pero como decía antes, o he perdido la mano o se me ha olvidado todo o no lo entiendo bien, o soy una blanda.
En el reto descubrí que hay una cosa que no comparto: dar pautas claras. A ver, no es que no esté en contra. Si van a cruzar la calle solas les diré, “la calle se cruza de la mano” o directamente “la mano”. Pero, acto seguido y cuando las tenga de la mano, les contaré porqué. Para mi es importante que comprendan que la norma no es “porque sí”, sino porqué hay un motivo y razón detrás. Uno de los retos era explicar la norma con anticipación y sin enfadarse. Volviendo al mismo ejemplo, explicar que vamos a salir a la calle y que, mientras no haya que cruzar pueden ir solos pero al cruzar la calle hay que ir de la mano. Y que si no lo cumplen, es que necesitan ir todo el rato de la mano. Eso si lo practico y estoy de acuerdo, lo de avisar con anticipación funciona, suelen escuchar mejor antes que durante la acción.
Otro de los días pedían que fuera un hogar sin ley. Y la verdad, a mi me encanta el caos y dejarlas hacer a su aire, pero al final, tampoco ningún día es un día sin normas, porque siempre hay algo que se pide: hay que ducharse, no dejar la ropa por el suelo, llevar el vaso vacío a la cocina, y ellas ya conocen esas rutinas, o normas.
¿Donde quizá me equivoco más? En dar segundas oportunidades. Mirando a través de mi cristal particular lo veo bien, pero igual no lo está. No lo sé! Muchas veces, cuando por ejemplo se termina el momento de ir a la piscina, o el rato que los domingos pueden jugar con el teléfono, o toca cenar algo que no les gusta (y eso que el tema de la comida en mi casa si es libre albedrío) si alguna de las dos se enfada, primero les doy unos segundos, porque ambas son buenas para “descargar” la rabia a su manera, y después hablamos, de cómo se sienten o porqué se enfadan y de porqué existe esa norma (la que sea) Peeeero, hay veces que, la primera vez que sucede (por ejemplo, la primera vez que redujimos el uso del ipad solo al domingo) les doy una segunda oportunidad. Les doy un tiempo extra ese día o al día siguiente, pero remarcando que la siguiente semana no pasará. Y me funciona…(sí, lo sé, soy muy blandengue, el reto me lo dejo claro porque la mitad de ejemplos de límites son cosas que en casa se permiten)
Otra cosa que aprendí es que quizá tengo que definir bien los limites en los que no cederé, y aquellos que quizá prefiera ir educando con el tiempo no marcarlo como norma. Por ejemplo, nosotros intentamos que la hora de comer sea un momento para estar sentados y tranquilos, sin tele. Pero como es algo que hemos marcado no hace mucho, requiere de paciencia. Igual que nos pasó reduciendo el tiempo con el Ipad. Puede ser que estemos por un tiempo marcando un límite incoherente, pero las hemos dejado por tanto tiempo ver la tele durante la cena que me parece más incoherente que se termine de un día para otro. Y cuando no quiera marcar montones de normas, mejor creo rutinas, así ellas las van adoptando y ni se enteran!
¿soy madre de libre albedrío? ¿alguien por ahí que como yo deje que el caos reine en casa cuando juegan los niños? Ojo, que no las dejo ni pegarse ni jugar con cuchillos eh, que todo tiene un límite! (y eso que la palabra sigue sin gustarme)
Parte del reto menciona la diferencia entre castigos y consecuencias, que a mi reconozco que me parece que los divide una finísima linea y me crean aun más confusión, pero eso lo dejo para otro post que quiero adentrarme en ello. Lo más importante es que pongamos más o menos límites, lo hagamos desde el amor y en positivo.
Terminé el reto, pero aun así, la palabra límites sigue sin convencerme. Como no me convencen ni castigos ni consecuencias. Seguiré estudiando, leyendo, aprendiendo, a ver cómo podemos “limitarnos” sin limitarnos…
Eso sí, del reto y de este post de Maternidad Continuum decidimos que nos vamos a poner de acuerdo en unas normas o limites, pocos (muy muy pocos) pero que deban cumplirse, y los vamos a colgar en alguna parte de casa para cumplirlos (esto último de colgarlo no se lo digáis al padre de las terremoto que hecha de menos tener pareces limpias y blancas sin nada pegado)
Ah, se me olvidaba, el reto empieza con un pequeño test para definir a grandes rasgos que tipo de padre eres: autoritario, responsable, permisivo o ausente. ¿adivináis cual me salió a mi?
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