El domingo pasado se celebró el día del libro y muchas personas amantes de la lectura como yo, seguro que disfrutaron mucho porque es una celebración maravillosa.
Sin embargo cada vez conozco a más niños que odian leer, lo consideran un aburrimiento y nunca encuentran el momento de sentarse con un libro.
Yo, que adoro pasar horas y horas leyendo y que cuando era más joven compraba los libros cuanto más gordos mejor, no puedo entender bien cómo se llega a esa situación.
Imagino que la forma de enseñar a leer en las escuelas no ayuda porque está más que demostrado que todos los niños empiezan a leer algún día y obligarles a hacerlo antes de tiempo, no sólo retrasa el proceso sino que impide el disfrute de la lectura.
Por otra parte, eso de empezar a leer con frases inconexas y sin ninguna relación entre sí que sólo sirven para practicar sonidos y fonemas no me parece lo más apasionante del mundo:
“Mi mamá me mima.
A Lalo le duele el dedo.
La nena se suena sola.” (frases sacadas de fichas de lectura de infantil)
También lo de tener una lista de libros que hay que leer obligatoriamente y hacer una ficha resumen al terminar, no me parece la mejor idea para hacer entender a los niños que leer un libro es un viaje emocionante que vale la pena hacer.
Y si además los niños no ven leer a sus padres, no visitan bibliotecas con frecuencia y no sienten que están en una familia que adora leer, creo que es probable que no sientan interés por la lectura.
Yo tengo algunas ideas que creo que pueden ser útiles para que niños que odian leer empiecen a sentir curiosidad por la lectura e incluso puedan llegar a aficionarse de verdad, así que aquí te las dejo:
- Leerles en voz alta. Aunque sean mayores porque a todos nos gusta que nos cuenten historias y eso puede hacer que la próxima vez quieran leer ellos.
- Visitar bibliotecas juntos. Es gratis, divertido y una de las cosas que más me gusta hacer. Cuando vamos a la biblioteca ¡lo queremos leer todo! será por el ambiente, por el hecho de salir de casa o no sé por qué será, pero de verdad te animo a visitar una biblioteca con vuestros hijos y lo comprobaréis.
- Dar libertad para escoger libro (y para dejar un libro sin terminar si no nos gusta). Eso de obligar a todos los niños a leer El Quijote, El lazarillo de Tormes y La celestina no tiene ningún sentido. Muchos de estos libros no cuentan historias que interesen a los niños y de lo que se trata es de que adoren leer por lo que ellos deben poder escoger sus historias.
- Los cómics cuentan como libros, si a tu hijo le gusta leer cómics que lea cómics. De hecho, cualquier libro cuenta como libro, aunque a nosotros nos parezca una basura casi sin texto, porque cualquier cosa puede hacer saltar la chispa del interés por leer.
Estas son mis ideas sencillas para que los niños empiecen a interesarse por los libros, pero para poder darte una mejor respuesta he hecho esta pregunta a varios expertos ¿Se puede recuperar el placer de la lectura en los niños que odian leer?
Paloma Balandis (El nido de balandis)
Cuando leo tu pregunta lo primero que me viene a la cabeza es por qué ese niño/a odia leer.
El proceso de aprender a leer es complejo y necesita de tiempo, de madurez y de un buen acompañamiento. Me atrevería a decir que si odia leer es muy probable que algo en ese proceso haya fallado.
Pienso en leer no sólo como la mecánica de la lectura, sino leer y disfrutar de lo leído, amar la palabra, las historias, la magia que contienen los libros.
Entiendo que esto no se puede forzar, no se puede obligar, imaginemos por un momento que nos obligasen a amar a alguien.
Queremos a las personas que conocemos, con las que hemos pasado un tiempo, con las que hemos creado un vínculo, de la que nos gustan algunas cosas y otras no y a las que respetamos tal y como son. Igual pasa con la lectura, tendremos que conocer la literatura en todas sus formas, y necesitamos que un mediador nos la muestre teniendo en cuenta nuestros gustos y el momento evolutivo en el que estamos.
Poniendo libros a nuestro alcance y dejarnos acercarnos a ellos con libertad. Una persona que nos acompañe en el descubrimiento, que lea con nosotros en voz alta y hable de lo leído.
Si esto no se da, y por el contrario tenemos un aprendizaje de lectoescritura temprano, lecturas obligadas en el colegio y pasar a leer en solitario desde el momento en el que se domina la lectura mecánica, entonces, parece lógico que alguien acabe odiando leer.
Pero no creo que esto sea algo que se instale en nosotros y nunca disfrutemos de la lectura, creo en la posibilidad de adquirir el gusto por la lectura si damos con un mediador que escuche nuestras necesidades, que nos acompañe en el descubrimiento de la lectura, en el proceso de sorprendernos y de realmente disfrutar la magia.
Mª Pilar Gómez San Miguel (Crianza en Familia)
La principal: dejarle en paz, ya sea en el aula o en casa un niño que ha sido obligado a leer necesitará tiempo, mucho tiempo (unos más, otros menos) para dejar de rechazarlo.
Y aparte de eso, hay muchas actividades para reconciliarse con la lectura, que no son exactamente leer tal como lo entendemos, pero que permiten que el niño pierda su hostilidad.
Básicamente actividades que impliquen UTILIDAD y otras que resulten PLACENTERAS.
Leer sin sentido, solo para aprender a leer es un grave error. Así que se trata de involucrar a los niños en actividades que requieran de la palabra escrita y que a la vez sean significativas: creación de textos teatrales, elaboración de recetas, cartearse con otros niños, listas de la compra…
Y por supuesto, recuperar los tiempos de lectura porque sí; para eso tendremos que volver a leerle, mucho, sin técnicas de mejora, ni preguntas sobre lo leído, solo para estar juntos, para dejar volar la imaginación, para comprender el mundo…así que tendremos que leerle sin ningún otro objetivo y usar libros de consulta para los temas que son de su interés, juegos con letras y palabras…lo lúdico y lo significativo.
Mariló (profesora de secundaria)
En mi centro se celebró hace unos meses la “Semana de la lectura”. Es un centro de secundaria.
Durante una semana, en cada una de las horas de clase de cada día, se destinaban los primeros quince minutos a que cada uno leyera tranquilamente el libro que libremente había elegido, bien de casa o de la biblioteca del centro.
Bien por puro interés en el libro o en el caso de alumnos malillos por perder tiempo de la clase en cuestión, nada más que entraba el profesor , los propios alumnos lo recordaban y estaban entusiasmados.
Todos acabaron enganchándose a sus libros y algunos llegaron a leerse dos libros. Era tal el interés que algunos seguían leyendo en casa.
Lo interesante de esto fue que ellos vieron que leer es algo más global que la asignatura de lengua. Se leía a todas horas. Todo un éxito.
Ana Belén Gómez (The science larder)
Olvidarse de leer por imposición y acompañar al peque leyendo con y para él.
Si externamente se le impone una lectura, desde la familia está bien acompañarlo en la tarea, buscar ratos para leer el libro juntos… y quitarse de la cabeza esa extraña imposición que todos tenemos de que “libro que empiezo, libro que tengo que terminar”