¿Cómo? Pues según este estudio dándole de comer a las centollas mejillón fresco en lugar de mejillones congelados.
Para llegar a esta conclusión los investigadores realizaron un experimento en el que dividieron la muestra de centollas en dos grupos, uno fue alimentado con mejillones frescos y el otro con congelados.
Así, el grupo de estudio alimentado con moluscos frescos creció algo más de 300 gramos más de media que el otro grupo, que tan sólo aumentó su peso en 70 gramos.
Además este estudio reveló también que cuanto más jóvenes sean los individuos, menos de cinco meses, más se aprecia la diferencia de peso debido a la alimentación. No obstante el experimento apenas detectó diferencias en la composición bioquímica, lípidos y aminoácidos, de ambos grupos de centollas.
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