Me gustaría creer lo contrario, pero soy realista; sé que este post no servirá para nada. La semana pasada tuve mi última reunión de padres. Debería ser la primera de este curso, pero he pedido una excedencia de dos años, así que será la última. Ya no aguanto más.
Sólo he podido trabajar con libertad dos de los seis años que llevo como maestro en varios colegios públicos de la Comunidad de Madrid. El resto lo he pasado como he podido, a veces mal y otras fatal, no os voy a engañar. Y todo por defender mis principios: creo en los niños y en la libertad de cátedra.
No me voy a enrollar demasiado, sé que este post no servirá para nada, así que iré al grano. Me despedí de los padres de mis alumnos diciéndoles la verdad, mi verdad. Después de contarles algunos datos aburridos les dije que me iba. Me preguntaron por qué lo hacía y como me pagan por responder preguntas, les contesté.
- Pues miren, hay varios motivos, estar hasta las narices es uno de ellos.
Las caras de asombro fueron dignas de foto. Después de un breve silencio, continué hablando… Les expliqué cómo veo la educación pública en España, por qué creo que va a empeorar más y algunos consejos sobre lo que pueden hacer por sus hijos.
La línea verde simboliza el avance del tiempo (de izquierda a derecha), y el péndulo azul la evolución de la educación pública española. Durante los cuarenta años de dictadura el péndulo avanza lentamente. Pero poco a poco acelera su marcha y en la década de los 80 llega a la vertical, por donde desgraciadamente pasa a toda velocidad. A continuación vuelve a perder impulso en la subida y se detiene de nuevo en un punto indeterminado del futuro.
¿Y por qué pasa a toda velocidad por donde debería avanzar despacio o quedarse quieto por completo?
Digamos que mantener el equilibrio no es nuestro fuerte. Y tiene toda la lógica del mundo, es más fácil ser muy autoritario o excesivamente comprensivo que ser autoritario y comprensivo al mismo tiempo. Además, las tentaciones son muchas y golosas. Hacer atajos siempre nos ha gustado a los humanos.
Durante la dictadura, la educación era sinónimo de AUTORIDAD DEL PROFESOR (incluso se maltrataba a los niños). Ahora, la educación es sinónimo de AUTORIDAD DE LAS FAMILIAS (incluso se maltrata a los profesores). La historia se repite. Los ciclos no son exactamente iguales, pero la esencia es la misma. Después de un periodo de represión viene uno de libertad y a continuación otro más de represión. Y sí, desgraciadamente, los períodos de libertad pasan más rápido.
¿Por qué es así? ¿Por qué lo permitimos? ¿Qué podemos hacer?
Lo explicaré con otro dibujo, que es más divertido. Tanto en los años 60, como en los 80 o en la actualidad, la educación pública ha padecido una dependencia vertical muy marcada. Los alumnos son las semillas (muchísimas), que dependen del agua que les llegue de sus maestros (muchos), que a su vez dependen del agua que les posibiliten sus directores (bastantes), que a su vez dependen del agua que filtren sus inspectores (unos cuantos), y que una vez más dependen del agua que les faciliten sus políticos (unos pocos).
Nos guste o no, todos somos eslabones de una misma cadena: políticos + inspectores + equipos directivos + profesores + alumnos (y familias). Incluso en los años 80 fue así, cuando la educación pública española gozó de mayor salud. Se debió a que también los políticos creían en la libertad. En cambio, en Finlandia (modelo educativo mundial), se han saltado todo esto creando una ley que protege a la educación de los vaivenes políticos. Allí da igual quien gobierne, el sistema educativo sólo puede ser modificado por la comunidad educativa. O construyes un paraguas o te mojarás con lo que venga de arriba. La fuerza de la gravedad no perdona nunca…
- Pero entonces… ¿qué podemos hacer? - preguntó una madre alarmada.
- Desgraciadamente no podemos modificar el avance del péndulo, pero sí podemos jugar con sus consecuencias. Mi experiencia como profesor me dice que en una clase de 25 niños hay aproximadamente un 20% de familias complicadas (en rojo) y un 20% de familias estupendas (en verde).
Actualmente la autoridad está en las familias (los políticos necesitan sus votos…), lo que significa que si un padre se queja de cualquier cosa en la dirección del centro o en la inspección educativa, éstos le darán la razón y someterán al profesor a una presión negativa (véase la figura de la regadera). Sin embargo, los padres que están muy agradecidos con la labor del profesor/a (en verde), también están perjudicando a sus hijos, ya que no están compensando la presión negativa de los primeros. Para conseguirlo, deberían quejarse (en positivo) en la dirección del centro o en la inspección educativa, deberían mostrar su enfado cada vez que constaten que no se está permitiendo trabajar con libertad a un profesor. Sé que va en contra del sentido común, pero es lo único que se puede hacer a día de hoy para compensar la falta de lógica de las otras familias. De esta manera conseguirían reducir la presión negativa que unos pocos generan sobre el conjunto de la clase (25).
Evidentemente, es una solución temporal. El péndulo seguirá subiendo hasta llegar a un punto de no retorno, a partir del cual sólo les quedará la opción de convertirse en sus profesores particulares. Y en último caso, si se lo pueden permitir, irse de España. ¿O acaso no lo harían si volviera la dictadura?
He peleado con todas mis fuerzas contra las injusticias de este sistema y seguramente podría haber hecho mucho más, pero sé que al menos nunca podré echarme en cara no haberlo intentado. ”Me quedo con lo que cuenta, el cariño de los niños, que desde luego es sincero y enorme” (Teresa, gracias por estas palabras).
Esta foto es de hace unos días. Mis antiguos alumnos se organizaron a través de las redes sociales para hacerme una visita. Por desgracia tuvimos que vernos en la calle porque no les dejaron entrar en el colegio. Me enteré de que estaban allí de casualidad, gracias a Paola, una MADRE con mayúsculas. De no haber sido por ella me habría ido del colegio sin verlos y ellos sin verme a mí… Es curioso, hasta junio la dirección del centro habría besado la tierra por la que pisan, y ahora que no pertenecen al colegio (ya están en el instituto) ni siquiera les permite entrar para visitar a su antiguo profesor. Contradicciones del absurdo sistema educativo por el que la educación pública navega.
Pero lo importante es que me encantó su visita. Esa misma tarde les dediqué a cada uno un verso del poema ‘Te deseo’ de Victor Hugo:
”Te deseo primero que ames, y que, amando, también seas amada.” @PaolaCoslada01
”Que de no ser así, seas breve en olvidar, y que olvidando no guardes rencores.” @albercoslada
”Te deseo también que tengas amigos, que aún siendo malos e inconsecuentes, sean valientes y fieles.” @applejorge23
”Y que por lo menos en uno de ellos puedas confiar sin dudar @SaborALocura. Y porque la vida es así, deseo también que tengas enemigos.”
”Ni muchos ni pocos, en la medida exacta, para que algunas veces te cuestiones tus propias certezas.” @anita14923
”Y que entre ellos, haya por lo menos uno que sea justo, para que no te sientas demasiado segura.” @CeliaHerradon01
”Te deseo, además, que seas útil, pero no insustituible.” @ambrosjavier (secretario del colegio)
”Y que en los malos momentos, cuando no quede nada más, esa utilidad sea suficiente para mantenerte en pie.” @PGH2823
”También te deseo que seas tolerante; no con los que se equivocan poco, porque eso es fácil.” @cristi10vega
”Con los que se equivocan mucho e irremediablemente y que haciendo buen uso de esa tolerancia, sirvas de ejemplo a otros.” @NoTe_Preocupes
”Te deseo que siendo joven no madures demasiado deprisa, que siendo maduro no insistas en rejuvenecer.” @MVillegas85
”Y que siendo viejo no te dediques al desespero. Porque cada edad tiene su placer y su dolor y es necesario dejar que fluyan.” @JoseJav15446212
”Te deseo, de paso, que seas triste, no todo el año, sino apenas un día; pero que en ese día descubras que la risa es buena.” @cembellinmari (directora del colegio)
”Que la risa habitual es insípida y la risa constante malsana.” @ElAmorEsAmistad
”Te deseo que descubras, lo antes posible, que existen a tu lado seres oprimidos, personas tratadas injustamente.” @albercoslada
”Te deseo que acaricies un gato y alimentes un pájaro.” @TipicosDeIria
”Que oigas a un jilguero erguir triunfante su canto matinal, porque así conseguirás sentirte bien por nada.” @marita192001
”Deseo que plantes una semilla y que la acompañes en su crecimiento para que descubras de cuántas vidas está hecha un árbol.” @ratitaalegre
”Te deseo además que tengas dinero, porque hay que ser práctico.” @mapatricia2001
”Y que por lo menos una vez al año pongas algo de ese dinero frente a ti y digas: Esto es mío.” @NataliaYElena
”Sólo para que quede bien claro quién es el dueño de quién.” @sefora156
”Te deseo también que ninguno de tus seres queridos muera, por él y por ti.” @anita14923
”Pero que si muere alguno, puedas llorar sin lamentarte y sufrir sin sentirte culpable.” @AprendoFallando
”Te deseo, por último, que siendo hombre tengas una buena mujer.” @SaborAVapor
”Y que siendo mujer, tengas un buen hombre, mañana y al día siguiente.” @NoTe_Rindas
”Y que cuando estéis exhaustos y sonrientes,” @elandarinfeliz
”aún haya amor para recomenzar.” @sara_saruxii
”Si todo esto se cumple, no tengo nada más que desearte.” @cano791015
Ahora sólo me queda soñar que alguno de mis alumnos me recuerde como el profesor que se emocionó al ver cómo aprendía, aquel que vivió el momento mágico en que sus pupilas se agrandaron al enriquecerse con lo que le estaba contando. O mejor aún, soñar con tener una discusión de igual a igual con alguno de ellos en el futuro, o constatar que un alumno/a me deja atrás gracias justamente a lo que aprendió conmigo. Eso sería lo mismo que recibir un Premio Nobel como profesor.
Por desgracia, muchos profesores y bastantes alumnos aún no han tenido la fortuna de vivir algo así. Y la vida diaria no está demasiado poblada de este tipo de sensaciones. Yo sí viví algo parecido como estudiante. Fue gracias a Agustín Montero, mi profesor de Lengua y Literatura en el instituto. Me aburría mucho en sus clases, lo confieso, pero nunca podré olvidar su profunda dedicación. Era una persona buena, culta, humilde y trabajadora. De hecho, es el único fraile ‘de verdad’ que he conocido.
Agustín Montero García
Siempre tenía la mesa a rebosar de libros para poder demostrar que todo lo que decía ya había sido escrito por alguien antes. Le apasionaba la lectura y nos lo confesaba con rubor, decía que ése era su vicio. Se emocionaba casi con cualquier cosa, porque tenía la magnífica habilidad de descifrar la belleza en casi todo. Todavía recuerdo con nitidez la visita que le hice justo antes de comenzar mis aventuras náuticas. Convencí a mi madre y nos fuimos a Burgos a verle. Nos enseñó el colegio y su pequeña habitación. Me llamó mucho la atención que apenas tenía ropa en el armario, prácticamente todo el espacio estaba ocupado por libros de todas las formas y tamaños. Su bondad era real. Y digo ‘era’ porque ya no está.
Cuando le conté mis planes náuticos me miró muy seriamente y me dijo:
- Estoy seguro de que te irá muy bien porque eres una persona seria.
No supe cómo reaccionar. Reiteré que no sabía navegar y que me acompañaría un amigo de la infancia que tampoco sabía nada de barcos, pero volvió a repetir lo mismo. Nunca antes nadie me había dicho que era un tío serio. ¡No tenía ni idea! Pero por imposible que me pareciera en aquel momento, aquel santo tenía razón. ¡Ojalá pudiera decírselo ahora!
No sé si es buena idea, pero ya que durante mi época adolescente solía hacerme chuletas en casi todas las asignaturas, he decidido hacer una ahora en homenaje a Agustín. Es una recopilación con algunos comentarios de otros alumnos suyos:
”Gracias, has sido esa persona que veía a alguien tirando la toalla y le daba otra. Tú, fiel, sincero con toda la gente. Tú, el que nos enseñaste a entender que si dábamos y no recibíamos nada a cambio podríamos ser igualmente felices, incluso más…”.
”Cuando hablabas de literatura te brillaban los ojos, se te encendía la cara, sonreías y tus palabras sonaban suaves y apasionadas. Durante este tiempo me has contagiado ese amor tuyo por los poetas. Aún recuerdo el día en que nos leíste la poesía de El ciprés de Silos de Gerardo Diego”.
”Nunca olvidaré tus libros de Unamuno, Delibes, Pérez Galdós y García Lorca. Nos decías dónde y cómo los habías comprado, que cualquier ‘buen libro’ se puede encontrar por un módico precio en cualquier feria del libro.”
”Gracias a ti he sabido querer a la literatura y algo más importante, saber querer a las personas, porque yo sé que eso lo sabías hacer muy bien.”
“La esperanza no es lo último que se pierde, sino lo que nunca se pierde”, como decías tú, Agustín.
”Espero que nos estés esperando en el cielo y que cuando un día todos volvamos a estar a tu lado nos sigas deleitando con tu cultura, tu armónica, tu laúd… y tus ganas de vivir.”
”Agustín, si tuviera que definirte con una sola palabra sería: VIDA.”
”Recuerdo cómo nos deleitabas con las maravillas de Kafka, los cuentos de Allan Poe o tu queridísima Violeta Parra y su “Gracias a la vida, que me ha dado tanto.”
“No te rindas por favor no cedas, aunque el frío queme, aunque el miedo muerda, aunque el sol se ponga y se calle el viento, aún hay fuego en tu alma, aún hay vida en tus sueños, porque cada día es un comienzo, porque esta es la hora y el mejor momento, porque no estás solo, porque yo te quiero”. Mario Benedetti
¡¡¡GRACIAS AGUSTÍN, MUCHAS GRACIAS!!!
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