Según Ramón, “la boca misma del infierno, allí de donde ningún hombre ha vuelto con vida, es algo a lo que pocos humanos se han enfrentado”, por lo que se siente afortunado pudiéndolo contar. Admite, eso sí, que pese a lo espeluznante de la visión, se sintió tentado durante un segundo de “alargar mis dedos y tocar esa superficie inexorable y fría, en cuyo fondo podía divisarse el siempre vigilante ojo de Sauron”. Sin embargo, no sucumbió al abismo y pudo huir y conservar la cordura “dentro de lo que cabe”.
Ramón admite que necesitaría usar un idioma “demasiado arcano y horrible” para definir con precisión “la puerta negra” que encontró bajo los ropajes de aquella señora. “Y, francamente, es un idioma que preferiría no usar ahora mismo, pues conduce a la locura a todo aquel que pueda llegar a oírlo”, sentencia.
Aunque la mujer le dijo a Ramón que tenía “cuarenta y pocos”, él asegura que lo que vio tiene un origen recóndito y que podría ser incluso anterior a la existencia del hombre, por lo que no descarta que la señora mintiera con la edad. ”Sólo espero que esa cosa vuelva a la oscuridad de la que procede y que no vea la luz jamás”, concluye Santafé claramente afectado.
Publicado el 10 de Marzo de 2011 por Kike García