Con el nacimiento de un bebé se reduce el tiempo para estar con la pareja, que en los primeros meses
más que pareja parece compañero de trabajo a turnos, aumentan el cansacio y la falta de sueño, se pierde algo de intimidad, puede haber también desencuentros en la forma de pensar sobre la educación de los hijos, o sin ir tan lejos, en la forma de bañar al bebé, que puede parecer una tontería pero cuando llevas semanas sin dormir …, además cambian las rutinas, etc. etc.En la mayoría de los casos supongo que las cuerdas se tensan sin llegar a romperse y como consecuencia de eso se hacen más fuertes y se empieza a construir algo más grande aún que la pareja, la familia. Pero seguro que también hay casos en los que sucede lo contrario.Alguna vez he oido algún comentario del tipo “tal pareja va a tener un hijo para ver si así se arreglan”. ¡Qué gran error! Primero de concepto y segundo, por todo lo que acabo de comentar.-Cuando nacen los hijos se tensan todas las cuerdas a la vez y siempre hay alguna que llega a romperse.
El inspector Wallander, protagonista del libro que estoy leyendo, habla en un momento dado de la reciente maternidad de su hija mientras recuerda el momento en que él mismo fue padre:
Inspector Wallander, estoy de acuerdo con ud. Creo que es cierto, que se tensan las cuerdas y que la pareja se enfrenta a un cambio que puede desestabilizar su equilibrio. Siempre he pensado ( bueno, técnicamente no siempre, sino desde que nació mi Chiquinini) que la llegada de un bebé y niño después, es una prueba para la pareja y que tiene que haber unos cimientos muy firmes para que nada se tambalee.