Rodríguez Barreras está en Caracas desde el 9 de octubre del pasado año, cuando presentó sus credenciales al presidente constitucional de la República Bolivariana de Venezuela, Nicolás Maduro, para ejercer las funciones asignadas de representar a Cuba en nuestra patria. Lo visitamos en la sede de la Embajada y mientras compartimos un exquisito café bien caliente, iniciamos la conversación prevista a propósito de una revolución nuestroamericana que ha sabido resistir y fortalecerse en estos 61 años que se comenzaron a contar desde 1959 cuando la vanguardia encabezada por Fidel, Che y Camilo -entre otros- alcanzaron su victoria frente al régimen despótico y dictatorial de Fulgencio Batista.
Dagoberto Rodríguez hace suyas las palabras del presidente Miguel Díaz Canel, quien recientemente dijo: “Nos tiraron a matar pero salimos vivos”, refiriéndose al año 2019 en el que los EEUU se dedicaron al “recrudecimiento brutal, extraordinario, de la política económica y de agresión” contra Cuba. El embajador es optimista y celebra públicamente junto a Todasadentro, en el contexto de la entrevista, el que su país siga “desarrollándose, creciendo, realizando sus sueños y alcanzando sus metas”. Refiere a cambios de mucha importancia en el pasado cercano (2019), algunos de ellos relacionados con la estructura política y en el que todo el pueblo cubano participó en la discusión de una nueva Constitución, que acaba de ser aprobada en referendo y “refleja los conceptos, los valores éticos, de identidad del cubano y la proyección hacia el futuro. Hubo cambios en la estructura de Gobierno y como consecuencia de ello, pasamos a tener un Presidente de la República y un Primer Ministro”, figuras que no existían desde 1976.
La esencia cultural
Cuba inició su Revolución en 1959 tomando medidas administrativas y organizativas para acercar las culturas al pueblo y al pueblo a sus culturas. Creó varias instituciones para ponerlas al servicio de esas causas. Alfabetización, masificación de la lectura, del ballet, del cine, de la música, de la plástica, escuelas para la colectivización de las enseñanzas, entre muchas otras iniciativas similares. La inspiración de las mismas se fundamentó en la unidad y la identidad de ese pueblo. Nuestro interlocutor lo reconoce y asume profundizar nuestro comentario, enfatizando que “la Revolución ha sido, para Cuba y los cubanos, el hecho más trascendental. La Revolución, por naturaleza, es cultural. La Revolución ha sido posible, precisamente, por la cultura del cubano”. Pero, además, señala como muy importante, el que ella haya sido posible “por el sentido de identidad que llevamos los cubanos y que nos permitió, desde ya hace siglos, tener esa convicción de que nuestro destino estaba definitivamente ligado a la independencia y a la soberanía. Para lograr esos objetivos fue necesaria la unidad que, desde los tiempos de nuestro héroe nacional José Martí, ya se vaticinaba como el eje central de poder sobrevivir esa etapa colonial española y enfrentarnos a los fenómenos del imperialismo que trataba de dominarnos”.
Con sentido y precisión crítica, el embajador cubano se refirió a la continuación de esta lucha por afianzar la independencia cultural del pueblo, a la cual se han avocado los mismos artistas e intelectuales que hacen constantes llamados a “superar la banalidad que aún prevalece y hasta se recrudece en algunos sectores de la población, a través de medios foráneos que participan del mercado capitalista y ofrecen al consumidor cultural, sus productos”.
El nivel cultural del cubano que ha crecido en Revolución –expresa Rodríguez Barreras al referirse no solo al educativo- “nos ha puesto en una mejor posición para discernir entre lo bueno y lo malo, entre lo que es mejor y lo que no lo es tanto. Y eso tenemos que seguir reproduciéndolo para nuestros niños, niñas y jóvenes. De allí la importancia de haber construido un sistema de educación artística muy poderoso, que abarca desde la infancia hasta la adultez y dota de las fortalezas para distinguir entre lo que debe o no consumir culturalmente, cuáles son los valores que le enaltecen en su construcción de la libertad a través de la cultura, como lo expresaba Martí en aquella frase que se ha convertido en emblemática de que ‘ser cultos es la única manera de ser libres’”.
“El imperialismo le teme a la solidaridad del pueblo cubano, a que hayamos sido capaces de desprendernos de lo poco que tenemos para compartirlo con nuestros hermanos en el mundo”
Dos o tres Vietnam culturales
-El imperialismo yanqui estuvo vigilante, a partir de los años 60, por los riesgos de que se exportara la Revolución Cubana y la guerrilla organizada y victoriosa en Cuba, a finales de la década de los 50. Sin embargo, seis décadas después, lo que parece haber exportado Cuba es su dignidad, su resistencia, su desarrollo intelectual y cultural. ¿A usted no le parece que eso les ha resultado mucho más peligroso al imperio?
-El imperio le teme a la solidaridad del pueblo cubano, a que hayamos sido capaces de desprendernos de lo poco que tenemos para compartirlo con nuestros hermanos en el mundo, compartir el ejemplo que puede ser útil para otros. Ese enemigo lo que ve en nosotros como peligro y lo ve también hoy en la Revolución Bolivariana, son los valores que representamos. Son aquellas cosas que pueden transformar al mundo, el que luchemos denodadamente por vencer la banalidad y fortalecer el pensamiento crítico. Creo que la solidaridad, la generosidad, el cultivarnos y adquirir conocimientos, la posibilidad de liberarnos y liberar nuestra conciencia, es lo que le asusta a ellos.
-Sin pretender reducir a individuos lo que son acciones de impacto social, colectivo, como es el caso de una Revolución como la cubana, supongamos que estuviese aquí, en este instante, Fidel y Camilo Cienfuegos, reunidos en esta conversación convertida en Diálogo Todasadentro, y el primero, Fidel Castro le preguntara al segundo: “¿Voy bien, Camilo?”, ¿Cuál cree sería la respuesta?
-La respuesta que dio, muy al principio de la Revolución, Camilo Cienfuegos, sería la misma: “¡Vas bien, Fidel!”. A los hombres se les mide por sus acciones, pero sobre todo cuando ellos no están, porque desaparecieron físicamente, pero son personas que han dejado un legado, semillas por todo el campo, que fertilizan, se reproducen y hacen grandes. Usted sabe que estamos en presencia de los imprescindibles, como lo decía Bertold Bretch. Y es Fidel, pero es Chávez también y tantos otros que han contribuido a definir estos caminos de libertad. Y cuando usted ve a los jóvenes que invocan de manera sistemática el pensamiento de Bolívar, Martí, San Martín, Juárez, uno siente que allí están los pioneros de los nuevos tiempos con un legado imperecedero en sus vidas. Hoy el pueblo cubano, se siente y se sabe que es Fidel: “¡Yo soy Fidel!”, dice cada quien que asume la acción, el ejemplo, las ideas, los valores y principios incorporados en seis décadas de construcción.
Iván Padilla Bravo / Caracas