En muchas ocasiones he oído la famosa frase el maestro aparece cuando el discípulo está preparado y, por más vueltas que le doy, siempre llego a la misma reflexión: no es el maestro el que aparece, como no es la enseñanza, sino el aprendizaje, así que cambiaría esa frase por algo así como:
El aprendizaje siempre ha estado ahí, solo lo veré cuando esté preparado para ello, como veréis, hay diferencias notables entre una frase y otra, en primer lugar, el universo entero se alinea para que yo aprenda, aún y utilizando medios poco convencionales.
En segundo lugar, nosotros somos nuestros propios maestros, nuestros maestros de Vida, quizás ayudados por algún aprendiz de brujo que confabula con ese universo para contribuir a esa apertura de mente que nos lleva a entrar en la zona iluminada de la sabiduría que todos llevamos dentro y que mantenemos cerrada bajo siete llaves.
Prestar la máxima atención, vivir una vida en la que la importancia la determinemos nosotros, conscientes de que somos en la medida en que otros son...un interesante axioma de la psicología social.
Ser curiosos, preguntarnos a nosotros mismos y preguntar a nuestro alrededor, ¿qué es lo que está ocurriendo? ¿qué hace que sea así y no de otro modo? ¿qué tiene esto para mi?, ¿qué enseñanza se oculta tras la alegría o la tristeza?
Las cosas pasan por algo y, si estamos atentos, obtendremos los aprendizajes que tenemos ante nuestras propias narices, huir de las prisas, tomar el tiempo para paladear el momento y disfrutar de lo que nos trae. Ese será el mejor de los maestros y la mejor de las escuelas, sin olvidar rastrear nuestro interior en busca de las respuestas a las preguntas que tantas veces nos hemos hecho.
Dicen que la curiosidad mató al gato, pero sé de buena tinta que lo único que mató fue la ignorancia. Quiero ser aún más curioso, como lo fueron Ramón y Cajal, Enstein o el propio Dalai Lama, solo así llegaré a obtener más conocimiento de mi y del mundo.
¿Tendré la curiosidad y la humildad suficiente para ello?
C. Marco