He conseguido ahorrar 12 euros; lo puedo decir bien alto (¡12!, ¡sí! ¿Qué pasa?). Supongo que querréis saber cómo… enseguida lo explico, pero antes dejad que os hable de un cuento. De pequeños nos aburrieron con la fábula de Esopo sobre la tortuga y la liebre. En una hipotética carrera, la tortuga (chino-chano) ganaba a la liebre cristianoronáldica que se echaba una siesta, de sobrada que iba la muy orejuda.
Al volante del automóvil te enseñan a ser liebre. Y de las tontas. Los treintaysomething-añeros aprendimos conceptos vetustos. Nos enseñaron a apurar las marchas virilmente para (¡perdonad la odiosa expresión!) no “amariconar” el motor. Nos explicaron lo bueno que era dar unos acelerones antes de arrancar para “calentar” el coche… También estaba aquello de las ventanillas bajadas y el punto muerto en las cuestas como remedio para ahorrar gasolina. El colmo de la sabiduría popular: no apagar el motor y mantenerlo al ralentí. Por lo visto volver a encenderlo consumía mucho combustible, como si en vez de un automóvil conectáramos una central nuclear.
Y ahora, que preferimos ser menos liebres para llegar a fin de mes, nos enteramos que se consume mucho menos sin tanta “virilidad castrense” aplicada a las marchas, utilizando las ventanillas abiertas sólo a bajas velocidades, no poniendo el punto muerto en marcha JAMÁS y apagando el motor si estamos parados… Y el cooliflowerense que escribe esta entrada puede dar fe de que es posible ahorrar combustible, porque -y ahora ya entro en materia- me ahorro aproximadamente 12 euros de gasolina al mes (900 kilómetros de media). Os preguntaréis, ¿cual es mi truco? Os lo diré: intento no sobrepasar las 2.500-2600 revoluciones por minuto con mi pequeño Renault Clio. Ya está. Es lo único que hago.
Es un remedio simple. Nada de acelerones innecesarios y conduciendo cual tortuga… una tortuga relativa, porque en un recorrido de 25 kilómetros, sólo he “perdido” dos minutos respecto a mi anterior etapa de liebre; de hecho: el coche se fuerza lo justo y emite menos CO2 a la atmósfera. Soy una tortuga feliz que ahorra 12 euros al mes. 12 euros para tomarme unas cañas mientras las liebres repostan.
Si te interesa la eco-conducción:
PDF de la agencia andaluza de energía