Hechos como los twitts del concejal madrileño Guillermo Zapata, la retirada de una gran bandera de España en Cádiz y las numerosas actuaciones horteras y radicales de representantes del partido de Pablo Iglesias están causando graves daños a los votantes y simpatizantes de Podemos, muchos de los cuales emigran ya hacia otras opciones políticas.
Es como si Podemos estuviera devolviéndole al PP el favor que ese partido les hizo en vísperas de las elecciones europeas y municipales y autonómicas, cuando las declaraciones y actuaciones de Rajoy y los suyos sumaban votos para Podemos.
Cualquiera diría que Podemos se está suicidando porque sus errores son demasiado burdos. Provocar y frustrar a sus potenciales electores en vísperas de las elecciones generales es demasiado estupido e inexplicable para que no haya sido drásticamente frenado.
Es cierto que Pablo Iglesias ha ordenado prudencia a los suyos, pero los errores y provocaciones son tantos que la trituradora del PP no para de picar carne podemista.
Hasta la flamante Carmena, alcaldesa de Madrid, ha participado en la orgia de despropósitos al contratar desde el ayuntamiento a un pariente suyo, en una clara violacion de las normas vigentes.
Los pactos del PSOE con Podemos, gracias a los cuales ese partido obtuvo importantes cuotas de poder municipal y autonómico, ya están pasando factura a los socialistas, señalados y acusados de incoherentes e insensatos por apoyar a un partido que cada día exhibe con menos pudor aristas radicales antidemocráticas.