Hoy los andaluces andamos de celebración. Los niños están encasa, hay izado de banderas a lo largo y ancho de la región y la tarea de mihijo toda ella viene con regusto a verde y blanco recordando a los escritores, artistas y gente importante que hadado de si este lugar en el mundo.Supongo que cualquiera que haya viajado por España estará deacuerdo conmigo en que sitios bonitos los hay repartidos por toda la parte quenos tocó de la Península Ibéricay que tradiciones, costumbres y gastronomía hay para dar y regalar a cual másespectaculares o más entrañables. Pero no sé qué gusanillo de orgullo se nosmete desde que nacemos en el cuerpo, que reconozco que es decir Andalucía y hayalgo que se me remueve por dentro.Creo que en ese movimiento del corazón que me hace esbozaruna sonrisa hay mucho de rabia contenida. Son muchos siglos ya aguantando el tópicode la “grasia” y de la flojera, oyendo aquello de que no sabemos hablar ysabiéndonos herederos de los lacayos de unos señoritos del norte que erandueños, patronos y verdugos de todo cuanto alcanzaba su vista a través de losprismáticos de la riqueza heredada.Y no quiero decir con esto que en Andalucía no haya gracia,supongo que como en todas partes pero con un tipo de humor diferente, ni quehaya gente que no sepa hablar, cuidadito con esto que hay mucha confusión: unacosa es no tener cultura (véase Jesulín de Ubrique) y otra muy distinta teneracento (Antonio Gala). No tenemos la culpa los andaluces de que sean los mediosde comunicación o el gusto de la población los que conviertan a más de un “cateto”en ídolo de masas, aunque digo yo que tampoco deben de estar contentos losmadrileños con que la representante de su forma de hablar sea precisamente BelénEsteban o muchas otras regiones de España, que se echarán las manos a la cabezacuando oyen sus propios acentos en boca de un “gran hermano”.Pero en fin, hoy es el momento de los andaluces y tengo quedecir que yo me siento contenta de serlo. Luego, en el día a día, todos somos ala vez diferentes, que nadie se crea, un sevillano no tiene mucho que ver conun gaditano ni un almeriense con un cordobés…todos hemos evolucionado de unamanera diferente a lo largo de los años y de la historia que es al fin y alcabo la que moldea la forma de ser de la gente. Pero sí que es verdad que tenemos en común una bandera, unhimno que hace años nos devolvió la dignidad y una tierra de contrastes a laque la bañan dos mares. Me gustaría desde aquí felicitar hoy el día a todos losandaluces. Sé, porque soy una de ellos, cuánto de trabajo, de emigraciónforzosa y de abandono ha habido y hay todavía en esta tierra, pero también séque somos capaces a pesar de todo, de ponernos a la cabeza en investigación, deofrecer siempre un lugar al que volver al que viene y de parir gente coninteligencia para asombrar y arte para deleitar.En cuanto a los tópicos, qué vamos a hacerle, tienen hastasu punto de gracia. Me gustaría que nos contara algún albañil, algún técnicomontador de aire acondicionado o un pintor de los que se encaraman a lafachada de un edificio un mes de agosto a 40 grados, qué piensan ellos de esoque llaman “la siesta”. Feliz día de Andalucía paisanos.
Hoy los andaluces andamos de celebración. Los niños están encasa, hay izado de banderas a lo largo y ancho de la región y la tarea de mihijo toda ella viene con regusto a verde y blanco recordando a los escritores, artistas y gente importante que hadado de si este lugar en el mundo.Supongo que cualquiera que haya viajado por España estará deacuerdo conmigo en que sitios bonitos los hay repartidos por toda la parte quenos tocó de la Península Ibéricay que tradiciones, costumbres y gastronomía hay para dar y regalar a cual másespectaculares o más entrañables. Pero no sé qué gusanillo de orgullo se nosmete desde que nacemos en el cuerpo, que reconozco que es decir Andalucía y hayalgo que se me remueve por dentro.Creo que en ese movimiento del corazón que me hace esbozaruna sonrisa hay mucho de rabia contenida. Son muchos siglos ya aguantando el tópicode la “grasia” y de la flojera, oyendo aquello de que no sabemos hablar ysabiéndonos herederos de los lacayos de unos señoritos del norte que erandueños, patronos y verdugos de todo cuanto alcanzaba su vista a través de losprismáticos de la riqueza heredada.Y no quiero decir con esto que en Andalucía no haya gracia,supongo que como en todas partes pero con un tipo de humor diferente, ni quehaya gente que no sepa hablar, cuidadito con esto que hay mucha confusión: unacosa es no tener cultura (véase Jesulín de Ubrique) y otra muy distinta teneracento (Antonio Gala). No tenemos la culpa los andaluces de que sean los mediosde comunicación o el gusto de la población los que conviertan a más de un “cateto”en ídolo de masas, aunque digo yo que tampoco deben de estar contentos losmadrileños con que la representante de su forma de hablar sea precisamente BelénEsteban o muchas otras regiones de España, que se echarán las manos a la cabezacuando oyen sus propios acentos en boca de un “gran hermano”.Pero en fin, hoy es el momento de los andaluces y tengo quedecir que yo me siento contenta de serlo. Luego, en el día a día, todos somos ala vez diferentes, que nadie se crea, un sevillano no tiene mucho que ver conun gaditano ni un almeriense con un cordobés…todos hemos evolucionado de unamanera diferente a lo largo de los años y de la historia que es al fin y alcabo la que moldea la forma de ser de la gente. Pero sí que es verdad que tenemos en común una bandera, unhimno que hace años nos devolvió la dignidad y una tierra de contrastes a laque la bañan dos mares. Me gustaría desde aquí felicitar hoy el día a todos losandaluces. Sé, porque soy una de ellos, cuánto de trabajo, de emigraciónforzosa y de abandono ha habido y hay todavía en esta tierra, pero también séque somos capaces a pesar de todo, de ponernos a la cabeza en investigación, deofrecer siempre un lugar al que volver al que viene y de parir gente coninteligencia para asombrar y arte para deleitar.En cuanto a los tópicos, qué vamos a hacerle, tienen hastasu punto de gracia. Me gustaría que nos contara algún albañil, algún técnicomontador de aire acondicionado o un pintor de los que se encaraman a lafachada de un edificio un mes de agosto a 40 grados, qué piensan ellos de esoque llaman “la siesta”. Feliz día de Andalucía paisanos.