El que se ha maravillado con las alas de una mariposa y sus vivos y alegres colores, podrá también apreciar en las fabulosas obras de Sebastián Molina Gómez, unos colores que resaltan y unas formas que vuelan y estimulan la imaginación. Con mucha razón se ha comparado este período de cuarentena con el proceso por el que pasa la mariposa en su transformación, especialmente el de la pupa o crisálida. Es una imagen poética, pero es de esperarse que de este encierro al que nos vemos suspendidos en el planeta entero, deberíamos transformarnos en seres distintos, con nuevas capacidades. Los grandes acontecimientos siempre han traído crecimiento espiritual que se muestra en las artes y las humanidades.
Después de la peste negra que devastó a Europa en plena Edad Media, vino el Renacimiento, que fue una etapa de resurgimiento en todos los sentidos, manifestándose en las artes, la economía, los transportes, los viajes etc.
Es en los períodos de grandes crisis mundiales cuando se despiertan las grandes preguntas humanas. Mientras el hombre está obnubilado por el trabajo, la búsqueda de la riqueza o atontado por la rutina, no tiene una preocupación tan despierta hacia su fin como ser vivo. Y es por esto que en estos tiempos de pandemias, la poesía, la literatura en general y toda forma de arte, encuentran un renacer. Las palabras nos conectan con nuestra sensibilidad. Las manifestaciones artísticas son terapéuticas y reveladoras de íntimos sentimientos. Libros como “La peste” de Albert Camus plantean la absurdidad de la vida y como el hombre no tiene ningún control sobre nada. El Decamerón de Bocaccio se convirtió en la obra más famosa surgida después de la peste negra. Gabriel García Márquez con el amor en los tiempos del cólera nos regala una historia sobre el amor maduro.
Las pestes exacerban la superstición o la espiritualidad y ante tanto miedo y tanta muerte, surgen proyectos que dan respuestas a toda esta incertidumbre. El proyecto Inmortales de Mirta Ramirez y su valioso equipo, con sede en Fontana, Chaco, Argentina (pero que se ha extendido a muchos países y se ha traducido a diferentes lenguas), responde a esta necesidad y sigue creciendo.
Un grupo de poetas y escritores reaccionan ante obras plásticas de extraordinarios pintores. Las obras de Sebastian Molina se presentan como puertas y ventanas por donde dejar salir toda esa imaginación. Sus lienzos son hermosas oportunidades a todo color para seguir creando. Este libro es una invitación para asomarse a sus pinturas abstractas que se vuelven aquí en representaciones visuales de ideas espirituales. Cada estampa encuentra resonancia en los poetas que se inspiran o en los cuentistas que crean historias a través de sus formas expresivas.
En la obra de todo artista influye su ambiente. En el caso de Sebastián Molina, criado en Risaralda, ese exuberante trópico colombiano; con sus colores ardientes y bien marcados. Específicamenteen Santuario, donde el sol pinta la fruta, alumbra el lomo de los animales y le
da brillo a las plumas de los pájaros; no es de extrañar que un artista como él, desde niño se fuera nutriendo de todas esas formas marcadas y esas tonalidades que finalmente ha vertido en su pintura.
Como la mariposa Monarca que es la reina de la migración, Molina también ha emigrado al norte,específicamentea los Estados Unidos, lo que ha engrandecido aún más su obra, pues sus horizontes expandidos le han permitido seguir absorbiendo formas y colores, unos sutiles y otros marcados de diferente geografía pero todos maravillosos.
Estamos replanteandonos nuestra forma de vivir. Se ha desacelerado el mundo y para bien o para mal, la sociedad se está transformando en digital y virtual. La educación está dando un giro. Solíamos tener un profesor que nos daba una respuesta a una pregunta. Ahora la creatividad está abriéndose camino a pasos agigantados. Una pregunta ya no tiene una sola respuesta sino que diferentes réplicas son válidas. Es así en este presente libro: las obras de Sebastian se nos plantean como un banquete gráfico de muchas posibilidades figurativas de interpretación. Todas esas apreciaciones son lícitas y efectivas. Todas están atadas al origen de esos cuadros magníficos del autor, pero repartiéndose en distintos caminos sorprendentes y maravillosos.
Sebastian Molina con su talento y su manejo del arte pictórico, nos estimula y nos alumbra. Este libro es una invitación a ver su vibrante obra y a leer la interpretación de ella que le da un grupo magnífico de poetas. Pero lo más importante es darle la oportunidad al espectador/lector para encontrarse y darle a su vez su propia interpretación.
Sirvan estas páginas, que ha coloreado en formas dinámicas nuestro Sebastián, de alas de mariposas, para volar a la región del ensueño en donde el arte nos susurra secretos al oído.