Ha pasado ya un tiempo desde que anunciamos aquí la aparición del último disco de Sebastián Wesman y creemos que va siendo hora de dedicarle un espacio a un trabajo que, bajo nuestro punto de vista, supone una evolución más que interesante en la música del compositor de origen argentino. El cambio es fundamentalmente sonoro pero también, en cierta medida, estilístico, y es que pensamos que el peso que gana la aquí la electrónica con respecto a lanzamientos anteriores condiciona en buena medida el resultado final y, a nuestro juicio, lo hace para bien.
Aunque el violín ha sido parte fundamental de todos los discos de Wesman hasta ahora, siempre ha estado acompañado de otros instrumentos o de la voz. Ahora estrenamos formato con una grabación para cuarteto de cuerda y electrónica en la que el músico se encarga de todos los instrumentos. Son siete cortes que giran alrededor de la figura del jardinero. Un personaje paciente y entregado a un trabajo no siempre apreciado por los demás. Un creador humilde que vive para una actividad que pasa desapercibida en la mayoría de los casos. Una metáfora aplicable a tantas cosas hoy en día que sorprende por precisa.
“Terra” - El trabajo empieza con una especie de calentamiento de una orquesta entre el que se filtran frecuencias electrónicas punzantes en muchos momentos y fondos sonoros y loops que inmediatamente nos recuerdan a los fragmentos más oscuros de trabajos seminales como “Phaedra” de Tangerine Dream. Pulsaciones sintéticas van apareciendo y desapareciendo en una composición muy experimental pero fascinante de principio a fin.
“Gardener” - Continuamos con una composición estremecedora que parte de un cadencioso ritmo marcado por una serie de notas repetitivas sobre las que surgen pequeñas ráfagas sonoras electrónicas que se combinan unas con otra antes de desvanecerse. En medio de todo este tapiz se deja escuchar el violín que nos mece como si estuviéramos en un columpio en medio de un paisaje onírico e irreal.
“The Butterfly Hour” - Como amantes de la electrónica más clásica, tanto de la procedente de la Escuela de Berlín como de la surgida de la Costa Oeste norteamericana, esta composición nos parece fascinante. A medio camino entre el sonido de Conrad Schnitzler y los primeros experimentos de Suzanne Ciani o Morton Subotnik con el sintetizador Buchla, probablemente es nuestra pieza favorita de toda la obra.
“Artificial Paradise” - Profundizando en el sonido electrónico y su combinación con las cuerdas encontramos esta pieza en la que se incorporan sonidos naturales e incluso algún sample vocal que se asocian con el violín de Wesman a la perfección. Es aquí donde más reconocemos el estilo tan personal del músico en una simbiosis hombre-máquina emocionante.
“Teorías de la división” - Un clásico reloj de cuco nos recibe rodeado de efectos sonoros, voces procesadas y retazos melódicos de violín. Un aparente caos que reta a los escépticos que creen que no puede surgir belleza del desorden.
“Japanese Garden” - Hay dos partes muy diferentes en esta composición. Una primera muy meditativa en la que encontramos muchas cosas en común con el penúltimo disco de Laurie Anderson acompañada por el Kronos Quartet, “Landfall” y una segunda en la que se incide en las mismas melodías pero con mayor presencia de las cuerdas frente a la electrónica. Una pieza muy compleja a la que le sacamos cosas nuevas con cada escucha.
“Novosibirsk” - Para terminar el disco tenemos una composición que parte de un pulso electrónico continuo que se va bifurcando paulatinamente en varios más que evolucionan en paralelo hasta que aparecen las cuerdas en una especie de actualización de conceptos que Steve Reich utilizó para definir su estilo. Fascinante e hipnótico a partes iguales.
La evolución de Sebastian Wesman con “Gardener” es notable y todavía no se atisba hasta dónde puede llegar. El salto que ha dado en este nuevo trabajo con la mayor utilización de la electrónica le ha permitido ampliar su paleta sonora sin renunciar a su propia personalidad con el violín que aquí aparece perfectamente integrado con los sonidos sintéticos y con el resto de las cuerdas en la misma línea que otros artistas muy habituales en el blog como Max Richter, Johann Johannsson, Olafur Arnalds o Nils Frahm vienen desarrollando en los últimos años. Cada vez estamos más convencidos de que, como repite el protagonista de una popular serie de televisión, “este es el camino” o, al menos, uno de los caminos más interesantes por los que la música va a discurrir en los próximos tiempos.
"Gardener" es la tercera referencia del sello Fortín del que ya hemos hablado anteriormente y se puede escuchar y descargar en el enlace.