[Sección Literatura] Reseña: El perseguidor

Publicado el 24 febrero 2014 por Despiram @FrikArteWeb

[Sección Literatura] Reseña: El perseguidor


Laura Campos 24 febrero, 2014 0

El perseguidor recrea los últimos días del mítico saxofonista de jazz Charlie Parker. Con este relato, Julio Cortázar alcanzó una de sus cimas literarias. Considerado como uno de los clásicos de la literatura contemporánea, traducido a más de veinte idiomas, El perseguidor es una historia fascinante narrada con un estilo impar que sondea y descubre los abismos de la condición humana. La obra está destinada a lectores y lectoras a partir de 16 años.

Editorial: Alianza Cien

Autora: Julio Cortázar

Género: Narrativa

Páginas: 96

Un triste saxofón marginado en la oscuridad. Es acariciado delicadamente por cada una de sus sugerentes curvas de mujer, con unos suaves dedos que lo abrazan con ternura. Unos carnosos labios besan la boquilla del instrumento, el cual, en el silencio del escenario canta una rítmica melodía, que ilumina hasta el más escondido rincón del local. La sinfonía perdura durante horas en el lugar. Para el saxofonista, solo existe en ese momento, él y el saxofón como un complemento eterno de su cuerpo.

Con la música pasan los minutos, con los minutos pasan las horas, con las horas los días, y con ellos el tiempo. Reflejado, en las jóvenes manos del artista que poco a poco van dando la bienvenida a las arrugas que surcan el camino de una vida ya pasada. Con ellas, llega la muerte, y con ésta, el fin de la existencia… y del tiempo, tema que obsesiona con ímpetu al genio saxofonista Johnny Carter. El bohemio músico drogadicto cuenta sus hazañas por medio de diálogos que mantiene de forma profunda con su crítico y amigo Bruno, quien narra la historia de este prodigioso artista. Conversaciones, donde la existencia, el paso del tiempo y el valor de los detalles de la vida que se escapan como un suspiro de aire, son los verdaderos protagonistas.

El personaje principal, Johnny Carter, fue basado por el escritor Julio Cortázar en la gran figura del saxofonista estadounidense de jazz Charlie Parker. Este escritor se había enamorado de su música, sin poder parar de escucharla una y otra vez. En esta época este cuento, era un objetivo que tenía en mente desde hace tiempo, pero no encontraba al protagonista perfecto para la historia, hasta que se enteró de la muerte de este artista. Así que, comenzó a leer su biografía, sirviéndole de revelación para el relato que tanto ansiaba escribir.

«Mucha servidumbre, excesiva sensibilidad, una tristeza frecuente», así es como el escritor argentino Julio Cortázar, define su infancia. Nacido en Bélgica se le considera un profesional del relato corto y prosa poética. Caracterizado por romper los moldes de la literatura hispano, ofreciendo un producto diferente, casi surrealista, con un toque de la incoherencia de la vida contemporánea, como su obra más conocida bajo el nombre de Rayuela.

Sus andadas por el mundo de la pluma e imaginación, comenzó con tan solo 9 años, pasando las páginas de innumerables libros que su madre le seleccionaba, hasta que un año más tarde escribió su primera novela, perdida con el paso del tiempo.

Este intrépido viajero que se estableció en países como España, Francia e Italia, se formó como maestro y profesor de Letras, donde comenzó a realizar una filosofía sobre el boxeo, admirando a ese hombre que avanza hacia delante, llegando hacia su meta: la victoria.

Hasta su último aliento de vida no cesó su pluma, aventurándose por todos los géneros literarios, como su novela Los Premios, su prosa breve como Un tal Lucas, y cuentos como Las Armas Secretas, donde se encuentra este suculento relato llamado El perseguidor, con esta frase que inunda las verdaderas palabras de la vida: «En realidad las cosas verdaderamente difíciles son todo lo que la gente cree poder hacer a cada momento».

Un relato corto, a la vez que profundo, donde cada frase es una bofetada de viento de puro realismo. Un cuento en el que se comprueba que la vida es tan corta como el nacimiento de una gota que cae con precipitada velocidad al vacío de la mesa, muriendo en ella, sin darse cuenta del paso de su existencia. Sin deleitar los verdaderos placeres de ella como son los pequeños detalles del día a día. Untar la mermelada en la tostada; salir a correr respirando el aire puro del campo; o tomarse una taza de caldo mientras se lee un libro. Eso es realmente la vida.

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