La semana pasada tuve la suerte de poder ser una #cuttybandista en Barcelona, rindiendo homenaje al difunto Bill McCoy mediante un evento organizado por la susodicha marca de whisky.
Fue necesario el uso de una contraseña para acceder al Secret Club, donde Sam, un portero neoyorkino muy bromista, controlaba el acceso al club que se encontraba detrás de un féretro. Mediante un viaje en el tiempo, volvimos a los años 20, pudiendo customizar nuestros atuendos con plumas, collares, sombreros, etc., y posar en el photocall.
Al ritmo de jazz y swing en directo, disfrutamos de cócteles varios servidos en tazas, bailarinas de cabaret y de un ambiente de lo más clandestino.
Y a vosotros, ¿os hubiera gustado asistir a una fiesta clandestina de este tipo?