La cúpula gobernante se acostumbró a vivir dentro del secretismo, con aquella frase de “Silencio, el enemigo escucha”, tan convencidos de que toda información sobre su vida era asunto de estado, que irrespetan a la opinión pública, incluyendo a los simpatizantes que todavía tienen, con el silencio alrededor de la vida (o la muerte) de Fidel Castro.
Eso solo puede suceder en un país donde el gobierno no se siente obligado a dar explicaciones y los periodistas no se atreven a hacer su trabajo. No es serio tratar de justificar que es esencial tamaña discreción porque se trata de un hombre contra el que se planearon centenares de atentado (aunque no pasaran de un esbozo). Ese hombre hoy es un anciano enfermo, retirado de las funciones públicas, cuya imagen hace años ya, siempre es diferida y en fotos.
Tampoco me creo que Raúl Castro necesite tiempo para preparar nada, pues hace rato controla el poder y si hay fisuras en la cúpula, la contrainteligencia militar debe mantener actualizado al General-Presidente (SU Ministro) acerca de la situación operativa.
Fidel Castro ocupó tantas horas de televisión y tantos titulares; en fin, fue tan mediático, que es lógico que el vacío informativo acerca de su condición de salud sea objeto de todo tipo de especulaciones.