Pronto empecé a verla en blogs, y todo el mundo comentaba lo tremendamente adictiva que resultaba, y ya ahí sucumbí, no pudo ser de otra forma. Hace ya un tiempo que terminé su lectura y sin embargo todavía queda poso de esta novela en mí, me resultó ya no solo adictiva, si no que me pareció muy bien tramada, porque hasta el final el autor nos tiene engañados, va dándonos una de cal y una de arena, nos hace construir hipótesis a cada cual más descabellada, nos hace sufrir con el padre Martin, y con un giro sorprendente nos pone en situación. Sinceramente es una novela que me ha tenido en vilo durante todo el recorrido y me ha hecho sufrir por la suerte del sacerdote, incluso me he planteado que hubiera hecho yo en su lugar.
El autor:
Politécnica de Madrid. Actualmente, compatibiliza su a la escritura con su trabajo de consultor de seguridad informática.
Su primera novela El ocaso de Bizancio (2008, Ediciones B) delata su interés por el olvidado imperio romano de oriente, lo que continúa en su segunda obra El sueño de Justiniano (2010, Ediciones B). Tras participar en el II Concurso de relato histórico Hislibris, su relato La historia secreta, se ha incluido dentro del libro I y II concurso de relato historico Hislibris (2010, Evohé). Con Secreto de Confesión editada por Pamies se adentra en el mundo de la novela negra.
Sinopsis:
Sentado en la oscuridad del confesionario, el padre Martin escucha su sentencia de muerte de labios de un desconocido. Escéptico ante la idea de qeu un asesino le anuncie abiertamente que piensa matarlo, la aparición del cuerpo mutilado de una mujer en el mismo barrio en el que se levanta la parroquia de San José convence al sacerdote de que la amenaza no es ninguna broma, sino una advertencia del futuro que le aguarda.
Amordazado por el secreto de confesión, que le impide acudir a la policía en busca de ayuda, el padre Martín se lanzará a una desesperada carrera para encontrar la pista que le indique la identidad del asesino que va tras él, así como el motivo que le impulsa a desear su muerte. En el desesperado camino se cruzará con Jesús Arteaga, el bronco inspector de policía al frente de la investigación del homicidio. A medida que las pesquisas avanzan sin que el caso de señales de aclararse, el asesino golpea de nuevo, convirtiendo al padre Martín no solo en su próxima víctima, sino en sospechoso delante de la policía. Atrapado entre la justicia y el hombre que le susurró su muerte a través de la celosía del confesionario, el sacerdote se verá envuelto en una espiral de violencia e intriga de la que dependen su vida y su propia alma.
Mis impresiones:
Desde hace tiempo mantengo que la editorial Pamies cuida tanto su catalogo que para mí es una apuesta segura, un puerto al que acudir cuando todo lo demás me falla, cuando la crisis lectora se avecina, o cuando simplemente ningún libro me atrapa. Ya no solo cuida lo que publica, si no también las ediciones, haciendo cómoda la lectura, y eso mi vista cansada lo aprecia muchísimo.
La novela comienza fuerte, diría yo que muy fuerte, presentando al padre Martin, un hombre que se adentra en la madurez como titular de la parroquia de un barrio humilde, en un tiempo en que las vocaciones escasean y la gente va a lo suyo, en la que los valores no son lo que fueron en su juventud, y en la que los achaques del padre Hurtado le obligan a hacerse cargo de más responsabilidades. Una de ellas es la confesión y ahí es donde se nos asesta el primer golpe
Un ligero crujido desveló la entrada de una persona en el habitáculo destinado a los fieles, atrayendo su atención. La puerta se cerró de nuevo y una figura se se arrodilló junto a la celosía de madera, lo suficientemente alejada para que su rostro permaneciera en la penumbra, convertido en una sombra de la que solo destaca una poblada barba y unas grandes gafas de sol.
_ Ave María Purísima_ recitó el recién llegado, con voz apagada.
_Sin pecado concebida_ respondió el sacerdote.
_ Me confieso, padre, porque voy a pecar_ prosiguió el desconocido_. Voy a matar a un hombre.
Asombrado, el padre Martín se mantuvo en silencio durante unos segundos, dudando si no habría malinterpretado lo que acababa de escuchar.
_¿No le gustaría saber quién será la víctima?_ inquirió el hombre.
_¿Quién?
_Usted, padre.
No diréis que no comienza fuerte, y apuesta de la misma forma, porque le queda mucho recorrido a la historia. Tenía yo mis dudas de que el autor pudiera mantener el ritmo durante toda la trama, porque no es precisamente una novela corta, aunque vuele en las manos del lector.
A pesar de lo que he comentado no esperéis un thriller vertiginoso, todo lo contrario, es una de esas historias que necesitan su tiempo de maceración y después su cocción, una de esas en las que se respetan los tiempos para que el resultado sea el esperado, el apetecido, simplemente magistral, para ser la primera incursión en el género negro del autor.
El peso de la historia lo llevan dos personajes antagonistas entre sí, que el autor cuida con un mimo impresionante, de ellos lo sabremos todo, hasta sus más íntimos pensamientos, hasta el punto de sufrir con ellos, de comprenderlos o de reprobar sus actuaciones. Y es ese esmero que el autor ha puesto en sus personajes, en los dos principales, pero también en los secundarios uno de los principales activos de esta historia, aunque no el único.
El padre Martín es un párroco de fuertes convicciones,que lleva una vida sencilla y dedicada a su labores, aunque la enfermedad del padre Hurtado y la falta de vocaciones lo abocan a un cansancio nada propio de su edad. Su tranquila vida da un vuelco cuando escucha la confesión, su vida está en peligro y el está amordazado por el secreto de confesión, que en ningún momento se plantea en romper, pero tampoco está dispuesto a esperar que la muerte le llegue sin hacer nada.
La lucha interna a la que se ve abocado el padre Martín es reflejada por el autor con tanto realismo que el lector no puede menos que sufrir por la suerte del sacerdote, incluso en ocasiones, yo al menos, tuve ganas de zarandearlo y de espetarle que se dejara de tonterías que además de su vida estaban en peligro otras.
El antagonista del padre Martín es el Inspector Arteaga, un hombre arisco, sarcástico, con pocos apoyos en el cuerpo, y sin embargo, muy meticuloso y ordenado en las investigaciones. Su posición es un tanto delicada por el odio visceral compartido que le tiene a su jefe, un joven con pretensiones al que no soporta. Así como la simpatía por el párroco es inmediata, a Artega cuesta cogerle el punto, no cae bien desde el primer momento, es necesario que la trama avance para empatizar con él.
Estos dos personajes son los que mejor desarrollados están, además del asesino, del que nada sabremos, es tan sólo una voz al otro lado del confesionario o al teléfono, una sombra muy metódica en sus actuaciones, en todo momento sabemos que esta siguiendo un plan que ha madurado durante muchos años, por lo que es difícil que cometa un error, de ahí también el sufrimiento del lector, o por lo menos el mío. Sus diálogos son efectivos puesto que lograremos sentir la amenaza que lleva implícita, logrará acongojarnos y mantenernos despiertos ante una nueva entrada en escena
El encuentro del Padre Martín y del inspector Arteaga es un choque de trenes a velocidad máxima. Por un lado el párroco no puede contar todo lo que sabe, pero tampoco quedarse con los brazos cruzados, sus inseguridades, el presentimiento de lo mucho que calla pone en guardia a un ateo Arteaga que enseguida lo considera sospechoso. Aunque, sus caminos se cruzaran en muchas ocasiones durante la investigación y habrá tiempo para cambiar de opinión, incluso para quebrar convicciones, me refiero por supuesto al inspector.
Salvador Felip hace uso de un narrador omnisciente, capaz de situarnos en la tesitura de ambos personajes, y en la del asesino, desarrolla la trama de forma brillante sin flecos sueltos y sin giros innecesarios, los personajes actúan de forma lógica, todas sus reacciones son comprensibles, lo cual le otorga gran verosimilitud, unido a la dosificación de la intriga mantiene en vilo al lector hasta el último momento, con un giro que resuelve la investigación y pone un broche de oro a una buena historia.
Pero hasta llegar a ese broche final nos vamos a encontrar con una investigación explicada de forma minuciosa, no en balde la lleva uno de los inspectores más metódicos del cuerpo, Arteaga irá tirando de hilos y con él iremos creando nuestras hipótesis que se irán desmontando a la par que avanza la investigación, nos encontraremos en callejones sin salidas y a un neófitos sacerdote jugando a los detectives. Seremos testigos de las malas artes que se gastan algunos en el cuerpo de policías y llegaremos a comprender a un Arteaga que no deja un caso por resolver aunque eso le pueda costar el puesto, no está en su ADN.
El autor no nos evita las imágenes siniestras, pero no se regodea en ellas a pesar de lo espectacular de la puesta en escena por parte del asesino, y esos momentos de angustia, más los propiciados por la aparición del asesino y sus amenazas, los rompe con la ironía de la que hace gala el inspector y que es bien poco apreciada por sus compañeros.
Salvador Felip ha creado un tándem tan ilógico como atractivo, ambos consiguen resolver unos crímenes que amenazan con llevárselos por delante, no niego que me gustaría volver a verlos juntos en acción, sentadas las bases de la amistad están.
Conclusión:
Nos encontramos ante una novela bien tramada, hilada y con todos los cabos atados, una novela que mantiene la tensión desde las primeras páginas hasta el final, en la que seremos capaces de sufrir por la suerte de los personajes, aunque en un primer momento no hayan sido afines a nosotros. Incluso me atrevería a decir que Salvador ha sido capaz de redimir incluso al asesino, al menos a mis ojos, puesto que puede llegar a ser comprensible su actuación.
No me queda más que recomendaros su lectura, seguro que pasaréis unas horas de lo más acongojados y cuando terminéis se os quedará un buen sabor de boca, y buscaréis más novelas del autor, aunque ya aviso que las otras dos pertenecen al género histórico.
Por mi parte estaré pendiente de Salvador Felip, porque si lo otro que publica es la mitad de bueno que esta novela, daré por bien empleado mi escaso tiempo.