Aquel año Chispa andaba enfermo. Cojeaba y se equivocaba cada dos por tres. En el trufero ya no era capaz de dar con los sitios. Braulio escarbaba allí donde el perro olisqueaba pero a menudo no encontraba nada.
Por la navidad el perro ya no se levantó. Braulio no se movía de su lado hasta que no pudo soportar más y se iba solo al campo. Se tiraba al suelo y acercaba las narices a la tierra convencido de haber aprendido del perro. Escarbaba desesperado pero sólo encontraba piedras y algún topo muerto.
Volvía a casa derrotado. Rendía visita a Chispa antes de irse a dormir que le miraba con los ojos húmedos y que guardaba silencio. Chispa no sobrevivió el invierno. Braulio no llegó al verano.
Texto: Mei Morán
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