Sí, podéis reíros llamadme exagerada, pero sinceramente y con el corazón en la mano, os digo que prefiero dar a luz y sufrir episotomía y contracciones a ir al dentista.
Lo primero, dar a luz es un rato, o al menos esa ha sido mi experiencia. Entras, sabes que todo va a durar lo que sea, pero que sales con premio. Pero ir al dentista.....eso es tremendo.....En primer lugar me voy acercando a la puerta y ya empiezo a notar ese olor....a medicinas, a "me van a hacer daño" y empiezo a sudar.
Una vez dentro, ni siquiera tienen la decencia de hacerme pasar directamente. No, me dejan en una salita donde el olor es todavía más fuerte y en la que los ruiditos de los tornos que traspasan las puertas se hace cada vez más fuerte e insoportable. (nota mental: proponer insonorización a las clínicas) Finalmente, entro en la sala. Me tumbo, me dicen que abras la boca.....y empieza ya el canguelo. Este miedo tiene además dos vertientes:a- ¿me hará daño?b- ¿cuánto me va a costar?Es que pensándolo un poco, tiene mucho de masoquista. Voy al dentista a pasarlo mal, a que me duela, a que me tiren, arranquen, agujereen....¡y encima pago! y una pasta, además.Bueno, pues así es.Que sí, que reconozco que mi terror no tiene ningún fundamento aparente, que soy una exagerada para muchos. Pero todo empezó un día concreto......Yo había ido al dentista con frecuencia, sin problemas y sin miedos. Hoy toca empaste, mañana limpieza, pasado endodoncia.......y listo. Pues una de las veces, iban a hacerme una endodoncia y me tumbé relajadamente en el sillón. La dentista, que parecía que tenía 15 años, se inclinó sobre mí y me pinchó la anestesia....me dijo "¿estás un poco blanca, estás bien?". Y esto fue lo último que oí hasta que me desperté con esa misma dentista subida a horcajadas sobre mí gritando "¡¡¡un médico, un médico!!!" y pegándome bofetadas. Mi cara de desconcierto, un poema. Y menos mal que me desperté un poco perdida, porque mi reacción natural de otro modo hubiese sido pegarle unos buenos puñetazos a "esa tipeja que me estaba dando una paliza". Aquella sala se puso hasta la bandera, parecía el día que se desmayó la Pantoja a la salida del Tribunal...