Secretos para un matrimonio feliz
Según el sitio web Medical Daily, hay cinco maneras de lograr que tu matrimonio sea grato y fructífero.
1. Confiar en tu instinto
Según los médicos es muy importante prestarle atención al instinto personal o a lo que se llama “la corazonada” porque, generalmente, tienen razón. Esto quiere decir que si en lo más profundo de ti sientes que esa persona con quien estás no es la ideal para casarte, entonces es mejor que la dejes. Hay más posibilidades de que si haces lo contrario a lo que te dice tu instinto, falles, a que consigas triunfar.
2. Buscar la pareja en el colegio, la universidad o el trabajo
Según una encuesta realizada por médicos expertos en relaciones de pareja, aquellos matrimonios formados por personas que se conocieron en el colegio, la universidad o el trabajo tienen menos posibilidades de divorciarse que aquellos en donde sus cónyuges se conocieron en otra circunstancias.
Para ser más específicos, la investigación comprobó que las parejas que se conocieron en el colegio tiene un 41% menos de probabilidades de separarse. Mientras que quienes se vieron por primera vez en un bar tienen cerca de un 24% más de posibilidades de divorciarse.
3. Comprometerse con alguien positivo
Hay muchas cualidades que son importantes a la hora de buscar pareja, pero quizás la más relevante sea la positividad. Ten en cuenta que vivir con alguien positivo, y serlo tu también, te permitirá llevar adelante una relación más armoniosa y llena de buenas experiencias. Así lo reveló un estudio publicado en la revista Journal of Marriage and Family, que también señala que esta cualidad es fundamental para un matrimonio duradero.
Por otro lado, una persona positiva no saboteará el matrimonio de entrada pensando que puede salir mal o que tarde o temprano fracasará. Todo lo contrario, verá siempre lo mejor de la relación y lo sacará a relucir, a la vez que lucha por llevar la pareja delante, superar los malos momentos y mejorar.
4. Distribuir tareas
Un estudio de la revista Feminist Economic sostiene que las parejas que se reparten las tareas del hogar se llevan mejor y viven de forma más armoniosa. Esto se debe a que dividir los quehaceres reduce la tensión a la que se ve expuesta la mujer, que normalmente trabaja además de atender la casa (y los hijos si es que los hay). Por eso, los matrimonios que se encargan juntos de su “nido de amor” tienen menos probabilidades de divorciarse.
5. Ir al cine
Algo tan simple como ir al cine puede salvar tu matrimonio, sobre todo si eligen esas películas de drama o romance ¿Por qué? Porque discutir luego sobre la trama y la vida, actitudes y problemas de los personajes permite tratar temas personales que muchas veces las parejas no saben como abordar. También pueden anticipar futuros problemas ya que, a través de dialogar sobre la vida de otro (los personajes), los cónyugues se conocen más y ahondan en la manera de sentir y de ver el mundo de su compañero/a.
Una buena película que puedes compartir con tu pareja es “A prueba de fuego”, una película estadounidense estrenada en 2008 que fue un éxito de taquilla: recaudó más de 12 millones de dólares durante las dos primeras semanas de su estreno. Narra la historia de dos jóvenes (Caleb y Catherine) que se han casado y por la rutina diaria han perdido la magia de su amor; allí es cuando aparece en escena el padre Caleb, quien le entrega a su hijo un libro titulado “El reto del amor: 40 días”. Este documento esconde reglas a seguir por 40 días con el objetivo de rescatar su matrimonio.
Esta es un interesante historia para debatir y, si te interesa llevar más lejos aún la reflexión, puedes descargarte el libro “El reto del amor: 40 días” por Internet y ponerte a prueba a ti y a tu pareja. Verás como la relación se va volviendo más armoniosa día a día.
Más allá de estos cinco consejos, el verdadero secreto para que un matrimonio funcione está en la comunicación. Tal vez suene repetitivo, pero nunca está de más recordar que es fundamental saber expresar lo que te gusta y disgusta, poder escuchar al otro y comprenderlo, aprender a argumentar la propia postura pero estar abierto a la del otro y hablar sin gritar. Recuerda: las palabras suaves y los gestos delicados consiguen mucho más que los gritos, las amenazas y el llanto.
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