Secuestro emocional

Por Falcaide @falcaide

La semana pasada se presentó en la Casa del Libro de Barcelona, el libro Arantxa ¡Vamos! (La Esfera de los Libros, 2012), de la tenista profesional Arantxa Sánchez Vicario. Estaríamos hablando de un libro más, de una biografía más de una campeona del deporte, si no fuese porque venía precedido de polémica: la mala relación entre Arantxa y sus padres y hermanos.
La propia protagonista decía: "No soy una desagradecida, pero mis padres han ejercido un control y una protección que me han anulado en muchos momentos cruciales de mi vida". Y añadía: "¿Puede alguno de mis hermanos o mis propios padres decidir con quién tengo que compartir mi vida? ¿Por qué se tienen que buscar siempre culpables a mis decisiones".
No estoy al tanto (ni quiero) de manera precisa de los pormenores de la relación entre los distintos miembros de la familia Sánchez Vicario, pero generalizando, y con independencia de este caso concreto, sí que se puede decir hay mucha gente anulada, por un entorno (familar o de amistades) asfixiante.
No es la primera vez que hablamos aquí de este tema, ya lo hicimos en el post Dichosas dependencias, porque no es un tema baladí, la felicidad está en juego. Hay gente que sabe hacer del chantaje y la manipulación emocional una obra de arte. La herramienta para conseguirlo es la culpa. Se trata de que el manipulado si no hace lo que se espera de él, se sienta culpable: cómo nos vas a defraudar, con lo que hemos hecho por ti, es injusto... El egoísmo suele ser praxis habitual del manipulador que lleva al pie de la letra lo que con humor se dice en El Club de la Comedia: "Egoísta es aquel que piensa más en sí mismo que en mí".
El manipulador suele jugar un papel de autoridad (progenitores, jefes, la parte dominante en una relación...) que le da poder, lo que hace más fácil el secuestro emocional. Por su parte, las personas más susceptibles de ser manipuladas son aquellas con una personalidad más débil, más insegura, con menos autoestima... que tienen "miedo a decepcionar". La gente con carácter, con más personalidad, son mucho más difíciles de hacer con ellas blandiblu...
Los ámbitos habituales en los que se manifiesta el secuestro emocional son:
Relación Padres-Hijos. Cuando un niño es excesivamente obediente, me da miedo, porque es un síntoma, a menudo, de que su voz interior está anulada. Disciplina, siempre; anulación, nunca. Educar es ayudar a una persona a ser libre, con responsabilidad, pero libre. Educar es facilitar el despliegue de potenciales que todo ser humano atesora y ayudarle a volar por sí mismo. Muchas padres quieren que sus hijos sean lo que ellos creen que deben ser. Pecado mortal. Delito vital. Ocurre incluso con más frecuencia en las relaciones Madre-Hija; una especie de Mamitis donde la figura materna ejerce tal autoridad que la primogénita no tiene la personalidad para llevar la contraria (con que chico salir, cómo decorar la casa, cómo vestirse...) por no defraudar. La relación madre-hija a veces es de total dependencia emocional.
Relación de Pareja: decía Gregorio Marañón que "casi siempre que un matrimonio se lleva bien, es porque uno de los esposos manda y el otro obedece". Podría parecer que es así, pero no es cierto, y lo que ocurre es que uno de los miembros ni pincha ni corta, está anulad@. Está bien que una de las partes (como habitualmente ocurre) lleve la voz cantante y tenga más liderazgo en la relación, pero dejando espacios de libertad y opinión a la otra parte. Algunos parejas, observándolas, da pena ver a uno de los miembros que no pinta nada. Su opinión es inexistente.
Relación de Amigos: algunos confunden la amistad con estar siempre juntos y a todas horas; con dar explicaciones sobre tu vida y proyectos. La amistad, es para mí, sobre todo, respeto absoluto a la libertad individual, a lo que el otro decide ser (aunque a nosotros no nos guste). Esto, casi nunca ocurre y suelen darse los siguientes comentarios: “Podía haber llamado”; “no ha venido a mi cumpleaños”; “parece mentira que ni siquiera haya tenido un detalle”… Si el otro no lo ha hecho era porque no quiso hacerlo...
En mi experiencia, casi siempre los conflictos no responden a criterios objetivos sino subjetivos, a diferencias de criterios al interpretar la realidad. Pero el problema no es que se tengan criterios diferentes, sino que, como suele ser habitual, no se acepte la forma de ser o actuar de la parte contraria. Falta empatía, mucha empatía, o lo que es lo mismo respeto a la individualidad del otro.
Ante esta tesistura: ¿Cuál es la solución?
1. Cortar la relación: ya sea con el padre, madre, hermano, amigo, etc... algo que no siempre resulta fácil porque existen vínculos familiares y de amistad arraigados de muchos años, aunque a veces no hay otra alternativa. El respeto a la individualidad es innegociable, pero no suele abundar y al final todo acaba saltando por los aires.
2. Quedar anulado: una de las partes (la más débil) cede a las imposiciones de la otra y se convierte en la parte obediente de la ecuación. Pasa a ser una marioneta manejada al antojo y apetencias de los demás, con lo que la insatisfacción (e infelicidad) es grande.
3. Negociar: es lo mejor pero también lo más difícil, porque las diferencias son subjetivas y no es fácil que las partes asuman su responsabilidad. Para ello se requiere mucha madurez emocional entre todos los implicados. La propia Arantxa Sánchez Vicario decía en su comparecencia ante los medios: "Intenté con todas mis fuerzas solucionarlo por las buenas y que todo quedase en la familia pero no ha podido ser".
Aquí va el vídeo de presentación del libro Arantxa ¡Vamos! (La Esfera de los Libros, 2012):