Según Llull, tanto el islam como el cristianismo siguen aparentemente el precepto de creer en un solo Dios. Pero, dado que creer también puede definirse como ENTENDER, concluye que los sarracenos CREEN PERO NO ENTIENDEN que Dios sea uno, ya que niegan su infinidad intrínseca, y por consiguiente ENTIENDEN, Y POR TANTO CREEN, QUE ES POSIBLE que algo limite a Dios intrínsecamente, lo que conlleva que no pueda descartarse el politeísmo.
Ésta es una acusación gravísima con la que Llull devuelve a los musulmanes el reproche de la idolatría, que ellos aprecian en la trinidad cristiana y Llull ve en el monoteísmo imperfecto del islam.