Se ha hablado mucho sobre el colecho, las formas de practicarlo de forma segura, las ventajas sobre la lactancia materna, como favorecedor del sueño tanto para el bebé como la madre/padre, etc.
Nosotros seguimos colechando con Alex, y eso que ya tiene tres años y cuatro meses. Para mi, ahora que ya está destetada por las noches, se abren nuevos aspectos del colecho.
Apenas puedo compartir tiempo con ella durante el día: por las mañanas ella está en el colegio y, por las tardes yo trabajo. Nuestro tiempo juntas se reduce apenas a dos o tres horas al día, lo justo para el desayuno por la mañana y el baño y cena de la noche. Por lo que, colechar en estos momentos me resulta tan necesario como el aire que respiro.
Ahora, colechar me permite recuperar esas horas sin mí hija, me permite estar en contacto con ella, sentir su respiración, coger su mano, acariciarla, olerla... Me permite saber si tiene fiebre o una pesadilla, si tose, si tiene calor o frío....
Para ella también es agradable, se siente segura. Sabe que si se gira un poco, ahí estoy yo. Es normal que durante la noche se abrace a mí, o que busque con sus manitas el tacto de mi pecho y los latidos de mi corazón.
No se cuánto tiempo durará el colecho. Por ahora, cuando le pregunto a Alex si quiere dormir en la cama de su habitación, me dice con una sonrisilla que sí, que cuando sea un poco más mayor... Y eso hace que, secretamente, mi corazón se llene de alegría, a la espera de que sea "un poco más mayor" y perdamos esos momentos.