Asustarse. Estremecerse y a pesar de todo seguir.
Dar pasos para reconocerse a pesar de mirarse al espejo y ver a esa impostora de la que nunca te fías.
Caminar hacia la puerta sabiendo que no tienes ni idea de qué hay detrás, qué te aguarda cuando se abra, qué te espera al otro lado.
Bailar con ese miedo que tienes que no ser capaz, a no saber, a que te miren y se rían y señalen con el dedo porque has empezado a vivir tus diferencias y has dicho basta en un mundo en el que todos callan y atorgan.
Pasear con tu sentido del ridículo de la mano y que te vean. Que Don Aguafiestas y Doña Perfecta te saluden desde su palco de apariencias y te digan qué tal mientras piensan que eres un escándalo y te pongan mote al girar la calle mientras se ríen.
Sentir miedo y que no pase. Seguir con ese miedo muchos días y muchas noches. Escuchar esos pensamientos retorcidos que te salpican la mente de oscuridad e intenta no creértelos aunque suenan veraces. Ver que el resto del mundo sonríe y te invita a sonreír. Ver que el resto de vidas son más fáciles. Mirar al cielo y suplicar una vida más simple, más ordenada, más en calma... Mirar el cielo y suplicar que haya un cielo que te esté escuchando y responda.
Seguir adelante a pesar de todo mirando cada paso, sin querer ver más allá, ni anclarte en el pasado ni elocubrar sobre un futuro que no existe y que al pensar en él sientes tanta angustia que no puedes respirar.
Y seguir en la cuerda floja donde nada es nunca como crees que debería. Donde no hay un momento de paz, ni estabilidad y tras un día de gritos y llanto sordo llega una factura que no sabes cómo vas a pagar. Como si tu mundo fuera un lugar donde el sol nunca brilla y no puedes retener nada porque siempre, siempre hace un viento frío y espeso lleno de hojas secas y revueltas, el suelo se tambalea, hace una humedad insoportable y llega un aroma a chimenea lejana que te encanta pero que nunca puedes tocar de cerca.
En la cuerda floja siempre hace mucho calor o mucho frío. Siempre llueve a pesar de estar a cubierto. Siempre te salpicas con el asco ajeno y te mezclas con personas que se quejan por todo.
En la cuerda floja, los besos son apresurados y los abrazos un lujo preciado. El amor es complicado en la cuerda floja. Es un sí pero no, un espera todavía no, un cuando las cosas mejoren, un cuando todo cambie... Es clandestino y frágil, entre susurros y recuerdos, sin seguros, sin camisa, sin zapatos. Sin embargo, sigues adelante porque un instante de amor verdadero te cambia la vida y compensa cien años de amores vacíos. Porque a veces hay tanta belleza en unas palabras sentidas que te rozan la piel y te abrazan el alma.
Nada se endereza nunca, ni se hace liviano, o eso parece, y tienes que seguir andando pese a todo. La lluvia es hermosa e intensa en la cuerda floja porque nunca sabes si llegarás a tiempo a casa y te toca sentirla caer sobre ti. Nunca sabes si tu casa es tu casa. A veces, el camino que siempre te ha llevado a tu hogar de repente se bifurca y no sabes qué elección tomar. Si tomarte la pastilla para no sentir o arriesgarte a caer en un abismo de emociones que no sabes si podrás gestionar. Si optar por la supervivencia absurda o absurdamente creer en ti y tus posiblidades y dejarte llevar...
Aunque ya lo sabes, amiga. Vas a cambiar de camino, ya lo has hecho. Ya has decidido volar, aunque no sabes si tienes alas o si abajo en esa caída te espera un red para amortiguar el golpe. Sin forzar, sin perder el aliento, rindiéndote y cambiando de idea cuando es necesario, respetando tus ritmos y tus tiempos, permitiéndote errores y desatinos. Porque no se trata de seguir adelante para conseguir nada sino para estar en ti y darte todo lo que necesitas a ti misma.
Huimos tanto de lo que nos asusta que nos sentimos casi perseguidos por ello toda la vida, por si llega, por si nuestro mayor miedo entra por la ventana y nos sacude la vida...
Y al final lo hace. Si no decidimos ir a por ello nosotros y hacerlo, nos lo hace la vida, las circunstancias se acomodasn para que pase... A veces es necesario que todo se rompa para que pueda recomponerse, que se hunda para que se levante, dejar entrar el viento para que se lleve el aire gastado y lleno de brumas y poder volver a respirar aire puro... Y ver que todo está del revés y se tambalea para sentir tu firmeza.A veces, necesitas caos para encontrar el orden. Ruido para recuperar el silencio...Frío para sentir el calor.
Incertidumbre para encontrar certeza.
Porque al final descubres que no hay más red que tu propia valentía y esa capacidad de seguir entera a pesar de que a veces parece que la vida te haga pedazos y te cuartee e intente venderte por partes en cualquier esquina.
Porque el camino que había que escoger eras tú y justo cuando lo haces te das cuenta de que ese miedo del que huías y evitabas estaba ahí para llevarte a ti misma. Para que tuvieras que echar a andar y, al atraversarlo, te encontraras a ti misma y supieras de una vez por todas quién eres.
Y la cuerda floja era un puente por cruzar que te permite llegar a ti desponjándote de la piel que ya no es tu piel, a base de soltar amarres y lastres que entorpecen tu camino y dificultan tu paso.
Lo sé, amiga, todavía tienes mucho miedo, pero ya no eres la misma. Te sientes capaz. Ahora ya sabes que no importa si no sabes a dónde vas, que solo importa que sepas quién eres.
Gracias por leerme... Escribo sobre lo que siento o he sentido y el camino que he hecho hasta llegar aquí (aunque todavía estoy a medio camino de algún lugar). En este camino he aprendido poco a poco a aceptarme y amarme (aún me falta mucho, soy consciente).
Si quieres saber más de autoestima, te invito a leer mi libro "Manual de autoestima para mujeres guerreras".
En él cuento como usar toda tu fuerza para salir adelante y amarte como mereces y dar un cambio a tu vida... Ese cambio con el que sueñas hace tiempo y no llega.
Fuente: https://mercerou.wordpress.com/2021/09/13/seguir-adelante-a-pesar-de-todo/