Seguir vendiendo velas.

Publicado el 18 marzo 2012 por Nacho
Y alguien nos regaló la película de Cars... mi hijo la vio una vez, una segunda vez, una tercera... y así hasta que el tubo catódico de nuestra obsoleta caja tonta ya era capaz de reproducir la película completa sin necesidad de darle al play.
Pero la cosa no iba a durar mucho, el DVD acabó arañado e inservible después de un par de semanas, lógico con un niño de menos de tres años paseándola por toda la casa y ahí habría terminado todo si no fuera porque su padre decidió que el pequeño nuevo fan merecía seguir disfrutando del coche rojo-que-es-malo-pero-se-vuelve-bueno y se la bajó de The Pirate Bay, a partir de ese momento la cosa no hubo forma de frenarla. Teníamos la película en los ordenadores, en la tele, en el reproductor portátil del coche y en nuestros móviles (a estas alturas también la teníamos en nuestras cabezas).
Primero fue ver la película, al poco tiempo llegaron los juguetes, los coches pequeños y un juego de mesa y después la cosa se nos fue de las manos: libro de actividades, camisas de Cars, el pijama, los calcetines, los calzoncillos, el mantel de la comida, las sabanas y hace un par de semanas el albornoz del baño. Hemos ido al cine a ver Cars 2, y cualquier cosa que sea de Cars es muy probable que acabe en mi casa.
La historia se ha repetido en muchas ocasiones: películas como La Dama y el Vagabundo o Los aristogatos. Series como Little Einstein, La Casa de Mickey Mouse... mis hijos son fans de estos títulos y de cualquier cosa relacionada con ellos.
Pero hace poco le llegó el turno a la película Rio. "Papá, yo quiero ver esta película" - dijo mi hijo mayor señalando un DVD con una desconocido pájaro azul en la portada. El DVD que mi hijo había cogido incluía DVD, Blue Ray, copia digital, un cartoncito para llevarte los discos de paseo elegantemente, un código para nuevos niveles del juego Angry Birds que mis hijos adoran y obviamente la caja del DVD mismo que para mis hijos ya es un plus.

Super pack de la película Rio. Un desastre.


Le dijimos que no era el momento y que lo pensaríamos y en casa bajamos la película. A mis hijos les encantó, la vieron una vez tras otra y una vez memorizada sabíamos que iba a encantarles el regalo. Fui a Carrefour y compré el super pack de Rio. Sabía que el DVD y el Blue Ray no durarían mucho, pero teníamos la caja, el cartoncito para llevar los discos, nuevos niveles del Angry Birds y lo más importante: la copia digital para poder poner la peli en los ordenadores, móviles y reproductor digital del coche. Parecía que por fin la industria afinaba con sus productos de entretenimiento.
No podía estar más equivocado.
El DVD no llegué a probarlo en mi reproductor de DVDs pero ni en Ubuntu ni en Windows XP o Vista logré que arrancase. La razón es que para controlar el tema de la copia digital la película iba encapsulada en un complicado programa Flash que hacía imposible que la película comenzase. Y la parte de la copia digital no era mejor: si la bajaba para iTunes la podía poner en un máximo de 5 dispositivos, si la bajaba para Windows sólo en un dispositivo, creo que la opción para Android ni estaba. Esto hacía inservible la copia digital para mi. Así que por veintipico euros todo lo que recibía era un código para conseguir más niveles en Angry Birds... mala cosa.
Después de mucho pelear con la gente de Carrefour, conseguí que me aceptaran la película de vuelta, en ningún sitio decía que sólo funcionaba en Windows o Mac, no había forma de arrancarla en mi sistema operativo principal: Ubuntu, y por esa razón aceptaron la devolución.
El final de la historia es que mis hijos vieron la película un par de veces más, después la cosa pasó, no tengo la caja por la casa porque el producto que me vendían era absurdo y nada les recuerda a mis hijos al pajaro azul, en este caso no hay ropa, libros o juguetes de Rio en casa. Se acabó la historia, todo por que la industria no ha querido hacer la película más asequible.
No es que la gente de Cars haya hecho las cosas mejor, es que la película Cars entró en mi casa como regalo. Tuvieron suerte. El conjunto de la caja de la película junto con copia digital sin restricciones hizo el resto. En el caso de Rio yo estaba dispuesto a comprar la película pero no me dejaron.
Ponme un buen precio por el DVD, dame la copia digital sin restricciones para que mis hijos la puedan ver siempre y donde quieran y amigo lo siguiente son juguetes, libros, camisas, calzoncillos, pijamas, calcetines, cuadros, relojes, zapatillas, manteles, snacks... no hay límites. Las ventas pueden ser estratosféricas. Pero hay que dar el primer paso.
La industria del entretenimiento no para de quejarse de que la gente adquiera sus productos sin pagar. De igual forma se quejaron los fabricantes de velas cuando las bombillas estuvieron al alcance de todos, los editores de periódicos con las noticias en internet o los criadores de caballos con el modelo T. Es cierto las cosas cambian, y cuesta adaptarse, pero obligarnos a todos a seguir yendo a caballo e iluminándonos con velas no es una opción. Aún se puede vender mucho, pero ahora es de otra forma.
Ayer compramos el libro de Cars. Nadie en mi casa preguntó por el de Rio. No podemos pretender seguir vendiendo velas, o al menos no en la cantidad en la que se vendían antes.