SEGÚN 2º DE CIENCIAS SOCIALES: TRABAJAR DE PROFESOR ES COMO NO TRABAJAR

Por Borradelblog

Qué bien vivís los profesores

Para hablar de algo hay que conocer. Si no, uno corre el riesgo de meter la pata hasta la cadera y no poder sacarla después. La gente que dice “qué bien vives” ni ha estado en su jodida existencia en un aula, ni sabe qué es “Educación para la ciudadanía” ni sus contenidos, ni comprende por qué un 30% de los profesores de secundaria tienen depresiones. Sólo ven las vacaciones, el sueldo y el horario. Por eso voy a desmontar ciertos tópicos sobre las insignes prebendas de tan ilustre profesión. Y lo haré desde la experiencia de estar dentro y haber estado mucho tiempo fuera, conduciendo el toro, blandiendo la llave inglesa, moviendo cajas o envolviendo recuerdos.

1- Los maestros y profesores tenéis tres meses de vacaciones o más. Pues no. Para el que no lo sepa (casi todos), ni empezamos el 15 de septiembre ni acabamos el 22 de junio. Ambos meses los trabajamos completitos, a no ser que nos contraten a partir del 10, que evidentemente cobraríamos a partir de entonces. Por cierto, mientras somos interinos el verano tiene, los años pares o los impares, según el cuerpo docente, quince días menos, porque el resto del tiempo estamos opositando o estudiando para el examen. Cierto es que el resto de festivos son más amplios que para la mayoría, pero conozco mucha gente que ni trabaja en Navidad ni en SS. Hay profesiones con más vacaciones que nosotros.

2- Cobráis un pastón. Yo lo flipo aquí. Hombre, no negaré que el sueldo está bien. Ah, que queréis cifras. Vamos allá. Un profesor de secundaria o EOI puede cobrar 1800 netos así a ojo, sin trienios ni complementos directivos, y un maestro unos 1500. Esto es muy variable y yo este año nunca he cobrado la primera cifra ni de coña, pero también es cierto que me han devuelto de Hacienda. Luego pregunto por ahí y resulta que la peña está cobrando 1200, 1500… los que lo quieren decir. Los que no lo dicen no creo que sea por nómina baja. También hay mileuristas y ochocientoseuristas (yo antes era uno), pero también los hay que trabajan a comisión, que cobran dietas, médicos, altos directivos, ingenieros de caminos, deportistas de élite, políticos, frikis televisivos, inspectores, empresarios, oficiales. Gente con mucha guita. Mucha más que un profesor. Por cierto, cualquier cuerpo público de tipo A o B cobra más que nosotros, de hecho cobramos menos porque tenemos más vacaciones.

3- La jornada es de seis horas y no estáis todo el tiempo con críos.Y UNA MIERDA PINCHADA EN UN PALO Vamos a ver. Un maestro tiene una semana laboral de 35 horas y un profesor de 30. Luego están los claustros, evaluaciones, preparación de clases, corrección de exámenes computadas en el horario para completar la jornada. Cuando yo estaba en el almacén hacía ocho horas y a casa. Ahora hago seis de instituto, dos de viaje, y tres más de preparar clases, hacer exámenes o corregirlos (este curso he corregido unas 2208 páginas de exámenes largos de cojones). Algunos días me he levantado a las seis y he llegado a casa a las diez de la noche, o sea que no me vengas con que trabajamos muy poco.

4- Es un trabajo cómodo. Ja, ja, ja. Yo siempre digo que una hora con alumnos vale como dos ( O 10) de cualquier otra cosa. No hay nada más estresante que trabajar con niños. Bueno, sí. Trabajar con adolescentes. El ritmo de primaria e infantil es agotador, y hay que valer para eso y tener mucha más vocación que para cualquier otra ocupación a excepción de cirujanos y cuidadoras. Secundaria es más llevable, pero los ratos malos son mil veces peores. Y eso que no me puedo quejar. Este año sólo me han llamado gilipollas, tonto o HIJO DE PUTA, y solo me han amenazado un par de veces. Ni me han escupido ni intentado agredir, a mi coche no le han puesto chicle ni le han echado pegamento a la cerradura de la clase, anécdotas de otros años (aunque todavía conservo una cruz hecha a mala leche en el coche y unos cuantos arañazos, además de comprobar todos los días que no me hayan desinflado las ruedas, que ya me ha pasado alguna vez). Respecto a si me gusta más esto que lo que hacía antes… pues a veces no. A veces quiero poner ladrillos y olvidarme de todo.

5- Pues chico, no será tan difícil. Mucho más de lo que crees. Todo español tiene un entrenador y un maestro dentro. Todos saben cómo hay que hacer las cosas, especialmente los padres, que consienten a los nenes y cuestionan a los docentes, con una mezcla de escepticismo, desprecio y envidia supina por eso de las vacaciones. Si tu hijo no te hace caso, ¿cómo esperas que me lo haga a mí? Si le sacas la cara, justificas las ausencias al centro, protestas los suspensos, ¿cómo no te va a maltratar cuando le dé la gana? Pero tú sigue dudando de mi aptitud y enmascarando tus graves deficiencias educativas.

6- Vale, pero trabajo fijo. Trabajo fijo los huevos. Cuando hayas opositado unas cuantas veces cada dos años, y además de aprobar un examen durísimo tengas una nota tan alta que te dé una plaza fija, entonces hablamos. La penúltima vez el señor Drywater necesitaba un 11 para sacar plaza, porque por ausencia de méritos no llegaba al mínimo requerido. Por cierto, este funcionariado no tiene nada que ver con los otros, que también he visto alguno por dentro (y eso sí que es vivir de puta madre).

7- Bien, pues cuando la saques a vivir del cuento. Cuando la saques, y hayas estado tres o diez años trabajando a 100 km de tu casa, entonces te mandarán a 300 km a vivir del cuento de al lado, porque el tuyo te quedará un poco lejano.

No negaré que más que un trabajo, es una vocación con inversión de futuro. Dar clase a 90 km todos los días lectivos no compensa. Aguantar mil barbaridades de veinte niños (30 EN SECUNDARIA) rebotados con el mundo que lo último que les interesa es el verbo TO BE (O RESOLVER ECUACIONES DE 1ER GRADO O INTEGRALES) tampoco. Ni tan siquiera defenderse de las injustas críticas de unos padres que como mucho se erigirán en jueces de la causa hijo-profesor, normalmente para darle la razón a un mocoso de trece años que fuma porros en el baño y se mata a pajas en su cuarto con el flamante ordenador que papá compró para que estudiara. Ni salir de una clase crítica con ganas de llorar, gritar, agredir, romperse o hacerse el hara-kiri en televisión y encontrarse que por los pasillos impera la ley del silencio, donde a cada docente le ha ido tan mal como a ti pero nadie lo dice porque está mal visto admitir que no puedes con un grupo, que no apelas a tu autoridad porque sabes que no la tienes y que el resto del día y su noche vas a estar muy rayado. Mucho. Mucho más que con una bronca del jefe o después de cuatro horas extras. Estudiar a saco para sacar una plaza de funcionario tipo A o B matándote la vida y quemándote las pestañas tampoco paga, sobre todo cuando luego sacas un 7 y te quedas como estabas: Interino y mal colocado. Llegar nuevo a un instituto y aceptar que como siempre te han dejado toda la furrufalla (primer ciclo, grupos conflictivos, horario infame) tampoco es plato de gusto, máxime cuando ves a las vacas sagradas trabajando la mitad que tú y aparentando esforzarse, y cobrando mucho más por antiguedad y otros complementos. Ni hacer muchos exámenes para que tus alumnos tengan muchas oportunidades (pues tú sabes lo que es jugarse el futuro a un único examen bianual; O PONER EJERCICIOS EXTRA, DEJARLES 30 MINUTOS O 1 HORA MÁS, VENIR POR LAS TARDES A HACER EXÁMENES, Y QUE ELLOS SE COJAN 3 DÍAS DE VACACIONES PORQUE SEGÚN ELLOS HAY HUELGA, SÍ, HUELGA DE QUEDARSE EN CASA Y LUEGO LIÁRSELA AL PROFESOR QUE SE LO TOMA EN SERIO, O TE DICEN QUE VIVES MUY BIEN Y QUE LO QUE TÚ HACES NO ES TRABAJAR) que por supuesto vas a corregir en tus horas libres y en tus flamantes vacaciones. Yo este curso he vivido bastante peor que en mis trabajos sin cualificación, sumando clases, cursos de formación pagados por mi fastuosa nómina, corrigiendo mucho, preparando clases, intentando hacer las cosas bien. Porque aquí, mucho más que en cualquier sitio, se pueden hacer las cosas mal o muy bien. Puedes meter mil horas o ninguna fuera del centro, Y LOS QUE DECIDIMOS HACER 1000 AL FINAL SOMOS LOS QUE NOS COMEMOS TODOS LOS MARRONES Y LOS PEOR CONSIDERADOS.
Pero cuando tenga mi plaza fija a diez minutos de mi casa, cuando las tripas ya no se me revuelvan cada vez que entro a un aula porque me haya acostumbrado a enfrentarme a 25 adolescentes capullos, cuando no tenga que estudiar cinco años seguidos para sacar un 6’2 de mierda que me deja igual, y cuando elija qué grupos voy a llevar y no tenga que sacar el tajo de otros, entonces sí podré decir, si no estoy más quemao que una cerilla rociada con gasolina, que vivo bien y que tengo tiempo libre y que el trabajo no me afecta. Mientras, si estoy aquí es porque a veces uno de quince aprende gracias a ti y otro de noventa te dice “eres el mejor profesor que he tenido” o “¿volverás al año que viene?”. ¿Acaso pensaban que escogimos el aula por vacaciones y dinero? Vuelven a equivocarse. Era por vocación.
© Drywater

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