No obstante, un grupo de astrogeólogos de la Universidad de Poitiers, encabezados por Alain Meunier, comprobaron que este tipo de arcilla puede surgir sin la participación de los supuestos mares y ríos de Marte, al encontrar un análogo de la roca marciana en la Tierra.
Los científicos estuvieron comparando las propiedades de la arcilla de diferentes partes del mundo con las muestras traídas del lejano planeta hasta que un día encontraron una arcilla muy parecida a la marciana. Esta arcilla procedía del atolón de Mururoa, en la Polinesia Francesa, situada en el océano Pacífico.
Según los investigadores, la composición química y las propiedades físicas de la arcilla del atolón casi no se diferenciaban de las de la arcilla de Marte. Este hecho deja suponer que la arcilla en el lejano planeta ha surgido siguiendo el mismo proceso que la arcilla de Mururoa.
Los científicos revelaron que la arcilla polinesia es fruto de unos procesos volcánicos y no es consecuencia de la presencia de flujos acuáticos.
Los astrogeólogos franceses afirman que en Marte existen los ingredientes necesarios para la creación de este tipo de arcillas: masas de lava basáltica que contienen moléculas de agua. En particular, este tipo de rocas volcánicas se encuentran en Valles Marineris, un sistema de cañones en el ecuador del planeta.
La teoría de los especialistas galos puede ser verificada por el vehículo explorador Curiosity que se encuentra en el Planeta Rojo y que tiene entre sus principales destinos al cráter Gale, donde se acumulan grandes cantidades de arcilla. Si los equipos de análisis de la sonda marciana confirman los datos del equipo francés, no se podría excluir que en Marte nunca hubieran existido grandes volúmenes de agua, apuntan los autores de la investigación.