Por: Manuel García
El prólogo, elaborado por Antonio Gamoneda, incide en esa necesidad de que los poetas se muestren, que comprometan sus versos con esta realidad que parece invisible, que se va haciendo cada vez menos significativa a causa de la apatía, la manipulación de los medios y el conformismo: “Los poetas pueden dar señal de unas convicciones que descalifican moral y socialmente el capitalismo con solo reunirse precisamente para significar su acusación, su protesta y su identificación con los despojados” (pág. 10). La antología está teniendo una enorme repercusión social por esa diversidad de voces unidas en una denuncia común que subraya Gamoneda. En legítima defensa está formada por diversas generaciones históricas de poetas con una trayectoria significativa (Manuel Rico, Miguel Veyrat, Caballero Bonald, Olvido García Valdés, Francisca Aguirre, Félix Grande) y por nuevas voces que van encontrando su propia estética (Héctor Castilla, José Daniel Espejo, Manuel García) .
Destacaría la calidad formal de los poemas, cuyo contenido trasciende la coyuntura que vivimos. El contenido temático, su tensión y el tono social describen realidades culturales y sociales que son extrapolables a otros lugares, a otros tiempos, del pasado y del futuro, porque la poesía, en este caso, se convierte en una forma de contemplar, de profundizar, de buscar en la conciencia, algunas posibilidades para mirar aquello que ahora parece invisible: la exclusión, la marginación, el derrumbe del compromiso. La nueva edición viene tras dos reimpresiones de la primera que ha habido que hacer casi con el paso cambiado, dada la excelente acogida entre lectores y librerías que tuvo el libro a partir del pasado 20 de marzo (teniendo en cuenta que hablamos de un libro de poesía).
Orgulloso de participar en este libro. Un abrazo a Pepo y a los lectores de esta antología.