Segunda enmienda

Publicado el 19 diciembre 2012 por Cspeinado @CSPeinado

Foto de Internet. Es lo que hay... Unos caldan la lana...

Que los Estados Unidos son un gran país creo que no lo duda nadie, que los Chinos se los van a comer con papas fritas en veinte años mucho menos, que están grillados en gran medida, es de dominio público. Máxime cuando amparándose en una ley de hace doscientos años, cuando tenías que masacrar indios, esclavos negros fugados o al primo hermano de tu cuñada por intentar tirarse a tus ovejas permiten que la sangre de gente inocente siga corriendo en su propio territorio. Y no es algo raro, pues es un país donde, al abrir una cuenta corriente te regalan una nueve milímetros, los palurdos son tanto más gañanes cuantos más arsenales tienen rodeando la casa y la sacrosanta Constitución a través de la Segunda Enmienda con el beneplácito y la bendición de la Asociación Nacional del Rifle te permite que te cargues al primer negro que pase por la calle con la excusa de que ha rozado tu bordillo estándo a un plis de violar la sagrada intimidad de tu casa. Fuera de chufas, lo raro es que episodios cómo la de la masacre del Viernes no ocurrieran. 
Viernes de Sangre.
Desde la masacre de Columbine, donde dos piradetes con las hormonas a mil se cargaron trece personas y después se autopasaportearon a la eternidad, previo y preceptivo tiro, la legislación no ha avanzado una mierda en los Estados Unidos en lo tocante a la tenencia y uso de las armas. En un país donde criajos cómo el que el viernes decidió darle alegría a su cuerpo matando a veinte personas, muchos de ellos niños son la tónica dominante, solitarios, educados en casa, sin contacto con el exterior y sobremamados a fuerza de videojuegos a poder ser con un alto componente violento, que no se derramen más litros de sangre es todo un milagro. Máxime si tenemos en cuenta que los Estados Unidos de América son el paraiso armamentístico por excelencia, con más de veintiocho millones de armas en manos de la población y con un nivel de gañanería que sólo superan aquellos que conocemos por aquí y que firman con seria dificultad mientras que son capaces de pegar seis tiros con tres cartuchos. 
Por eso, porque en los Estados Unidos se sigue creyendo eso de que para que el Estado tenga las armas, mejor las tengo yo, tampoco hay que ponerse demasiado melodramático con un asunto cómo éste. guardando las distancias con la catástrofe que supone que veinte criaturas hayan pasado a mejor vida de forma involuntaria, si el Congreso, el Senado o el Presidente se pasan por el forro de los cojones el asunto será que les va de puta madre con esas cosas y que sólo son daños "colaterales" que hay que asumir por el hecho de tener la oportunidad y la gran opción de poder volatilizar una ardilla en tu jardín con el escopetrón que te han regalado por comprar medio kilo de mandarinas. No olvidemos que los estadounidenses son muy suyos y dados a lo de la libertad, democracia y demás... por sus cojones. Les quitas un arma y se lía la de San Quintín, pues tienen todo el derecho del mundo a invadir, masacrar y técnicamente tomarse la justicia por su mano con la Constitución en la mano. 
Más armas, más pirados.
Mi abuelo era cazador. Recuerdo que tenía una mala ostía del quince, pero nunca le ví lo suficientemente enajenado cómo para meterle dos cartuchos a la quitapenas y liarse con su revolución particular. Algo que es extensivo a muchos cazadores que conozco, parece no ser tan lógico en los Iu Es Ei. Allí, simplemente, un día te levantas con los cables cruzados, la mala ostia subida o con la almorrana brava, cargas tu maletero de armas, te vas a un centro comercial y, empezando donde no te quisieron descambiar tu bola de bolos con un rayajo, vas limpiando la era hasta el puestecillo de hot dogs, terminando tu periplo metiéndote la bocacha en la boca y estampando tu masa cerebral por toda la pérgola del aparcamiento. No es que antes te sirviera para mucho pero es que a partir de ahora te va a servir para bastante menos. Nada de psicólogos ni medias tintas. En los USA se hace todo a lo grande y si tu cuñado te debe pasta, dejas a tu hermana viuda pero ese cabrón no se vuelve a reir de tí.
Es lo que pasa por revisar sólo lo que nos viene en gana. En Estados Unidos cómo en España, se mantienen leyes obsoletas por desidia o simple ganas de tocar los huevos. Es cómo aquí la ley de enjuiciamiento criminal, procedente del siglo XIX y más atrancada que una chancla en medio kilo de chicle mascado. Pues allí, con la Segunda Enmienda, que a éste paso podremos ir conociendo perfectamente cómo la Segunda Enmierda, igual. Cómo en los tiempos de la Guerra de Secesión, se decidió soltar a todos los esclavos negros, por la emancipación, pues había que permitir a los blancos armarse hasta las cejas, no sea que alguno volviera para exigir más que palabras por haber estado sometido hasta la duodécima generación. Y así con todo, armarse por si entraban en tu casa, por si cruzaban la frontera, por si tus gobernantes no cumplian las promesas electorales... Visto así, tampoco es tan malo armarse, así podrías demostrar tu disconformidad con los nombramientos a dedo dinamitando una consejería invocando a la Segunda Enmierda...
Malo para tí, malo para todos.
En definitiva, mientras Europa sigue estando en el estercolero del mundo de donde no ha salido en el último siglo, los Estados Unidos se preparan para sucumbir a la debacle económica que los pondrá cómo segundones por primera vez desde la Segunda Guerra Mundial. Al mismo tiempo, alcanzaran, sino lo habían tocado ya, en primer puesto en armas per cápita del mundo, siendo el objetivo prioritario de la industria armamentística que factura cuarenta mil millones de euritos al año con la connivencia acelerada del contribuyente norteamericano. No debemos extrañarnos pues que en el país con más frikis por metro cuadrado se sigan sucediendo en masa situaciones cómo la vivida en Conneticut el pasado viernes, aunque siempre queda la opción de proporcional chalecos antibalas, armamento ligero y un curso de entrenamiento militar a todos los niños y personal docente de la Nación. De otro modo no sólo seguiremos viendo casos así, sino siendo sometidos a toda clase de estúpidas opiniones y estudios sobre que hacer para que no vuelva a pasar algo similar cuando está cantado que pasará una y mil veces.