Allí, aparecieron varios objetos. Ambos los analizaron. Lo que parecía ser una báscula de precisión, y varias palanganas. A diferencia del resto, una, la más grande, estaba a rebosar de agua. Una gota más, y esa misma equivalencia se derramaría por algún lado de su contenido. Además, y junto a un dibujo de dos siluetas antropomórficas, con su pie derecho coloreado, un bolígrafo, atado con un cordel, invitaba a indicar un número en un viejo cuaderno.
-Esto es muy sencillo. -Dijo uno de ellos.
-!Eureka! -Gritó el otro.
Ambos, rieron con cierta complicidad. Supusieron, lo que parecía obvio. Debían calcular el peso del pie derecho de ambos, y anotar esa cifra en el respectivo cuaderno. Sabían, que era una operación sencilla, pero requería gran cuidado. No se podían permitir el lujo de derramar una gota de agua, ya que el asunto podría complicarse. De modo que, además de usar con finalidad para aplicar un viejo principio las palanganas para averiguar dicha incógnita, colocaron alrededor el resto de palanganas, con el fin de no perder una sola gota de agua. Entusiasmados con su intuición y perfecta ejecución, anotaron el resultado. El efecto fue nulo. Tras debatir entre ellos, concluyeron que quizá el problema radicaba en la superficie del cuerpo que sumergían. Debían ceñirse a la más estricta parte señalada en aquel croquis. También,, y para ser más exactos, concluyeron que lo mejor, aunque fuera más arriesgado, era sumergir lo más lentamente y acompasados ambos pies. Fueron muchos los intentos, sin éxito en el resultado. La mejor noticia, que habían sido capaces de no derramar una sola gota de agua por ninguna parte de aquella sala, pudiendo restablecer de la mejor manera posible sus cálculos. Pero en algo erraban. Ahora, lo debatían. ¿Cuál era su error…?