El Partido Popular, el partido de la moderación como gusta decir a Mariano Rajoy, está consumando su segundo error histórico, ahora de la mano del Presidente gallego que, más que en funciones, parece estar en errores.
Rajoy, acechado por la corrupción, de la cual es el máximo responsable, y lejos de asumir la responsabilidad política que le corresponde, se ha echado al monte del olvido para mantenerse en el poder aunque sea a costa de aupar al gobierno a los enemigos de España. Nada que deba sorprendernos. Algo parecido, sucedió ya a principios de los años 80 de la mano de Manuel Fraga, presidente y fundador de Alianza Popular.
El 22 de mayo de 1984, el editorial de ABC de mayo de 1984, actuando como portavoz de los populares, clamaba por la inocencia de Jordi Pujol Soley (caso Banca Catalana), en un acto de precampaña vergonzoso que pretendía dinamitar al PSOE de Felipe González que había ganado las elecciones de 1982 con mayoría absoluta. En efecto, tras el escándalo de Banca Catalana -el primer rescate de la democracia, según el periodista Pere Ríos, que costó al Estado un agujero de 20.000 millones de pesetas (datos aportados por Jiménez Villarejo)-, el Fiscal General del Estado, Luís Burón Barba, nombrado por el gobierno de Felipe González, presentó una querella contra los exconsejeros de Banca Catalana, entre ellos Jordi Pujol. Nueve días más tarde, Jordi Pujol , en el balcón de la plaza Sant Jaume y ante una multitud que le aclamaba, indignado proclamó “Hemos de ser capaces de hacer entender (…) que con Cataluña no se juega y que no vale el juego sucio. Sí, somos una nación, somos un pueblo, y con un pueblo no se juega. En adelante, de ética y moral hablaremos nosotros». ¿Saben quién brindó sus votos a Pujol?: CiU, ERC y la Alianza Popular de Manuel Fraga Iribarne. Las consecuencias derivadas de aquel primer error todavía no están descontadas.
“Quien presume de experiencia, de conocer la realidad y las necesidades de todos los rincones de España, ¿puede afirmar sin sonrojo que desconocía la realidad de su propia casa, lo que se gestaba a pocos metros de su despacho?”
Treinta y dos años más tarde, de la mano de otro gallego, el ahora Partido Popular está formalizando su segundo error histórico. Sus consecuencias pueden ser peores que las que ha tenido y tiene el caso Pujol. Mariano Rajoy, su presidente y máximo responsable de la corrupción que, directa e indirectamente, emana de su partido, ha sido incapaz de asumir una responsabilidad política que provoca el bochorno de propios y extraños. Escudarse en el hecho cierto de que también hay corrupción vinculada a otras fuerzas políticas no deja de ser un acto de cinismo. Quien presume de experiencia, de conocer la realidad y las necesidades de todos los rincones de España, ¿puede afirmar sin sonrojo que desconocía la realidad de su propia casa, lo que se gestaba a pocos metros de su despacho? ¿No le ruboriza afirmar que una pléyade de cargos de confianza y asesores fue incapaz de detectar el hedor que insuflaba corrupción por los cuatro costados de su formación? No es creíble.
La consecuencia inmediata es el cabreo generalizado que vivimos en España que propicia la profusión de vampiros que se alimenten de la ilusión del cambio de una ciudadanía encabronada que se echa en sus brazos. La futura, es imprevisible. Visto lo acontecido como consecuencia de su primer error, el futuro inmediato no invita al optimismo; a no ser que los ciudadanos, con nuestro voto, podamos impedirlo.
Le pregunto a un amigo de Barcelona por el voto útil y me suelta: si eres independentista, vota ERC; si estás jodido y quieres joder a los demás, vota Podemos; si quieres cambio, vota Ciudadanos; si dudas, vota PSOE, PP o lo que te salga de los cojones, pero vota. Pues eso.
José SIMÓN GRACIA
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