Los conflictos son parte intrínseca al desarrollo humano, desde el modelo lúdico se ofrecen algunas normas de actuar, vamos a conocerlas...
La resolución de los conflictos:
- Hay que preguntar cómo se puede solucionar este daño, primero a los implicados y también al grupo. Escuchar los sentimientos de ambos. En primer lugar hay que atender a las consecuencias reales para "compensarlas". Evitar el "castigo" sin relación al daño causado.
- Después, hay que expresar el sentimiento satisfactorio que produce haber solucionado el conflicto, por lo menos en parte, con las posibilidades que tenían de hacerlo.
- Por último, se debe reforzar la norma implicada en la situación de conflicto presentada, con alguna estrategia que les ayude a autorregular sus impulsos.
- Desde muy temprano hay que ofrecerles algún recurso para que aprendan a no pegarse para coger un juguete. Por ejemplo: acordarse de hacer como una tortuga que esconde las patas cuando den las ganas de pegar.
Para esto, se recomienda proponer actividades y sus reajustes con vista a solucionar los conflictos que surjan en su desarrollo, como un proyecto en el que está implicado todo el conjunto de la clase.
Cuando algo no funciona como debiera, se les permite que "piensen" y "ofrezcan las soluciones" que se les ocurran. No porque las soluciones que propongan sean las más adecuadas, con esto se busca que entiendan que es necesario pensar entre todos para solucionar los problemas. Y sobre todo que cualquier problema que se produzca deberá solucionarse en común porque afecta al grupo.
Un problema que haya provocado un niño o niña, con mayor o menor responsabilidad, hay que solucionarlo entre el grupo, porque todos necesitamos que no vuelva a repetirse y en la medida de sus posibilidades, los niños y las niñas tienen que exigir y colaborar en su solución.
Cuando alguien pega o muerde, entre todos se le explica que no queremos que nos hagan daño y que no nos podemos lastimar unos a otros. Estos mensajes tienen que aprender a exponerlos con decisión, de forma asertiva.
Además le damos ideas, por ejemplo: que se haga "la tortuga" y ponga los brazos muy cerca del cuerpo, para que aprenda a regular sus impulsos agresivos, porque todos queremos estar con él y no le podemos dejar que golpee al resto.
Se puede trabajar con diferentes cuentos, recomiendo Madre Chillona de Jutta Bauer, comentando en clase o en casa, con los niños y niñas, sobre lo que piensan de esa mamá y lo que habría que decirle.
Hay que evitar la petición de perdón exlusivamente.
La petición de perdón es una estrategia que conviene analizar detenidamente. Se aplica, cuando por ejemplo ha habido una situación conflictiva como una agresión, y para solucionarla se propone la petición de perdón.
El agredido, primero, tiene que aprender a defenderse. Lo tiene que hacer dentro de unos límites y defenderse no debe implicar una respuesta semejante a la agresión recibida. También hay que aprender a defenderse con estrategias adecuadas.
Cuando al agredido se le pide que perdone al agresor, para zanjar el conflicto, se le está pidiendo algo inverosímil desde un punto de vista lógico: además de sufrir la agresión tienen que mostrarse "generoso" con quién no le ha respetado.
El agresor lo que experimenta es que siempre merece perdón. Es un contenido de los llamados latentes; tanto para el agredido, a quien se le enseña a perdonar cuando es víctima de una agresión como para el agresor, ya que interpreta que resulta bastante fácil conseguir lo deseado cuando unos medios agresivos.
El perdón es una actitud adulta y una conquista para uno mismo, que nunca debe beneficiar a quien no respeta los derechos de los demás.
También se puede pedir perdón, como una actitud personal, cuando se ha comprendido que se ha hecho daño y saber que el agredido tiene derecho a negarlo.