Seguro que esta historia te suena, por Karmelo C. Iribarren

Publicado el 17 marzo 2013 por David Pérez Vega @DavidPerezVeg

Editorial Renacimiento. 313 páginas. 1ª edición de los poemarios de 1985-2012, ésta de 2012.
Tenía escrita desde hace unas semanas la entrada de John Barleycorn. Las memorias alcohólicas de Jack London, que fue la lectura que siguió a Martin Eden, y que me tocaba publicar en el blog este domingo. De las entradas del blog, que acumulo en una carpeta del ordenador, no realizo copia de seguridad –como hago con casi todo lo demás- y mi portátil dejó de funcionar el jueves. Mi informático de confianza (le acabo de llamar esta mañana de sábado) me dice que mi ordenador estará listo para el martes; tiene que reformatearlo, aunque es posible que salve los documentos (Y destaco este detalle: mi informático de confianza tiene una tienda de venta y reparación de ordenadores y resulta que es aficionado a la poesía, y sobre ella hablamos a veces, mientras me cuenta que le ha tenido que hacer a mi portátil). Si mis documentos se pueden salvar, espero poder rescatar las entradas correspondientes a John Barleycorn y la de El año del desierto de Pedro Mairal, las dos que tenía adelantadas. Si no, espero al menos poder escribir una versión resumen de lo que sé que dejé dicho allí.
Escribo ahora, en el ordenador de mi novia, sobre Seguro que esta historia te suena, la poesía completa de Karmelo C. Iribarren (San Sebastián, 1959). Creo que supe de Iribarren navegando por Internet en 2007 o 2008, un poeta realista, con una obra que guardaba características similares a la de David González o la de Roger Wolfe, dos poetas a los que he leído y cuya obra me interesa. Recuerdo que en el verano de 2008, una calurosa tarde de julio, me acerqué a la librería Visor, de Moncloa, especializada en poesía, donde compré la antología La ciudad, editada por Renacimiento. Empecé a leer el libro esa misma tarde, caminando solo por la ciudad, iba entrando a bares para tomar una café o algo más fresco. Me recuerdo andando deprisa por Madrid, sudando, agradeciendo el aire acondicionado de los bares y leyendo los poemas cortos, pero en la mayoría de los casos contundentes, de Karmelo Iribarren.
Hace unas semanas, en una tarde que llovía y que había quedado por el centro, compré Seguro que esta historia te suena en la Casa del Libro de la Gran Vía. Me gusta que la poesía haya vuelto al pasillo de la planta principal al que se accede gracias a unas escaleras y desde el que uno se asomada a la primera planta de la librería como si estuviese en un puesto avanzado de vigilancia. Allí estaba también mi poemario Siempre nos quedará Casablanca. Creo que es la misma única unidad que llegó en el verano de 2011, y que me parece que voy a acabar comprando yo para guardar el libro con la etiqueta, y poder recordar en el futuro, cuando las librerías desaparezcan, que en aquella época del papel, en aquella época preapple, yo tuve a la venta un libro (aunque no lo compró nadie) en la librería más grande de Madrid.
Seguro que esta historia te suena está formado por siete poemarios y un conjunto final de poemas inéditos. No sé si será un error, pero en principio algo llama mi atención: la portada afirma que este libro es la poesía completa de Iribarren (1985-2012), pero la contraportada nos informa de que su primer libro fue Bares y noches (Ateneo Obrero de Gijón, 1993), título no incluido en Seguro que esta historia te suena, que comienza con el poemario La condición urbana (Renacimiento, 1995). Imagino que Iribarren no se sentía cómodo con su primer poemario, Bares y noches, y ha decidido excluirlo de sus obras completas; pero lo que me tiene intrigado de verdad es el por qué de la acotación temporal de la portada: 1985-2012, si Bares y noches (libro no incluido aquí) es de 1993 y el primero del volumen es de 1995.
Me parece muy significativa, para entender con qué nos vamos a encontrar al pasar estas páginas, la cita de Raymond Chandler que Iribarren sitúa al comienzo del libro: “La frase con alambre de púas, la palabra laboriosamente rara, la afectación intelectual del estilo, son todos trucos divertidos, pero inútiles”.
La condición urbana (1995) es un poemario de tono bronco y vocación metaliteraria, cuya intención inaugural parece ser la de desacralizar la poesía. Veamos un poema de la página 19:
«POETAS»
Hay poetas que escriben sus poemas como si fuesen a pasar directamente a las páginas amarillas de la eternidad. En cada verso echan el resto y, claro, lo poco que les queda no lo pueden echar en ningún sitio porque les da una pájara. La verdad es que apestan a Literatura. Y que de allí a donde ellos entran todo dios sale por piernas.
Normalmente los poemas de Iribarren están escritos en primera persona y reflejan anécdotas o estados de ánimo del poeta; pero también nos podemos encontrar, de forma ocasional, con poemas en tercera persona donde aparecen personajes, cuya visión del mundo -angustiada, derrotada y con breves momentos de felicidad- no se aleja mucho de la del propio autor. El humor, un humor cortante y desangelado, cargado de ironía, también está presente en los poemas de Iribarren. Transcribo uno de la página 15:
OJO AVIZOR
Ojo avizor, poeta.    No vayas a caer en la vulgaridad de escribir un poema divertido; esto es muy serio, a este club sólo acceden las eminencias en martirología.
No vegas ahora tú a jodernos el invento con la vida.
Y como la vida (la suya propia) es lo que reflejan los poemas de Iribarren, en más de una composición nos encontraremos con las palabras de un hombre que observa el mundo desde detrás de una barra de bar, pues la profesión del poeta es la de camarero. Poema de la página 30:
ALGO, LO QUE SEA, PERO YA
Si al menos sucediese algo distinto. Si, por ejemplo, alguien tuviera la feliz idea de subirse a la barra y recitar a Homero. O me pidiese fuego una mujer, mirándome a los ojos, fijamente. Algo, no sé. Que el camarero me confesase al fin entre sollozos que es maricón perdido.
En Serie B (1998) el tema del amor y de las relaciones comienza a hacerse más presente que en el poemario anterior. Poema de la página 52:
LA MUJER DE MIS SUEÑOS
En todas las ciudades que he pisado, me ha parecido verte:
un autobús que arranca y que no cojo, o un ascensor cerrándose, o doblando una esquina hacia la noche, o al fondo, entre humo y voces, de un bar de madrugada…
En cualquier sitio, siempre, tu imagen que aparece y que desaparece.
Y la metaliteratura y el deseo de desacralizar la poesía, siguen presentes, en un tono que en muchos casos me recuerda a la poesía de Charles Bukowski. Poema de la página 96:
FAX A LOS POETAS
No se preocupen. Ustedes sigan adornando sus jodidos arbolitos de Navidad.
Yo haré el trabajo sucio.
En Desde el fondo de la barra (1999) el tema del paso del tiempo y la pérdida de la juventud empieza a hacerse más presente. Poema de la página 107:
SE ACABÓ EL CUENTO
Se acabó el cuento, amigo: esto es la vida. Todos los grandes sueños con los que hasta ahora te has entretenido, puedes dejarlos a la entrada. Aquí no sirven de nada.
En Seguro que esta historia te suena lo individual siempre se sitúa por encima de lo colectivo, y la política parece quedar abolida de sus páginas. La política es el terreno de las visiones cerradas y férreas de la vida, parece decirnos Iribarren, y su visión del mundo es más irónica, más rabiosa, más lúcida. De este modo, si pensamos en la complejidad política del País Vasco, en el que Iribarren vive, cobran una mayor relevancia versos como los que encontramos en la página 117:
LO DEMÁS SON HISTORIAS
Mi mujer y mi hija, estas paredes y estos libros, un puñado de amigos que me quieren -y a los que quiero de verdad-, las olas del cantábrico en septiembre, tres bares, cuatro con el garito de la playa. Aunque sé que me dejo algunas cosas, puedo decir que, de ser algo, ésa es mi patria. Lo demás son historias.
En La frontera y otros poemas (2000-2005) la constatación del paso del tiempo se empieza a asimilar desde una perspectiva irónica. Poema de la página 155:
TRAGAME TIERRA
El semáforo cambia a ámbar no me va a dar tiempo a pasarlo, acelero, pero es inútil, rojo.
   Freno, y me entretengo mirando a una deliciosa pelirroja que empieza a cruzar la calle, y que me mira a su vez, que no me quita ojo,
y que resulta ser -trágame tierra- una amiga de mi hija.
Destaco de este poemario esta composición (página 165):
COSAS DE LA VIDA, COSAS DE LA LITERATURA
Es de Madrid (bueno, se ríe, para ser más exactos, de Alcorcón), da clases de literatura en la universidad y ha venido a San Sebastián a pasar el puente. Dice que le gusta mucho mi poesía. Dice que me conoció por Internet. Dice que también le gusta Roger Wolfe. Luego se calla. Luego sólo me mira. Yo sigo con los cafés del personal. Ella sigue callada. Veo cómo se apaga su sonrisa. En su rostro una mezcla de tristeza y decepción.
En los poemas del libro Ola de frío (2007) la mirada de Iribarren se ha vuelto más contemplativa, más resignada. Me llamaba la atención leer poemas de esta parte del libro y de vez en cuando volver atrás y releer algunos de La condición urbana; en los de Ola de frío los versos se empiezan a acercar casi a la tradición oriental, ya que se fija mucho en elementos climáticos como la lluvia, el viento, la luz… y el lenguaje bronco y callejero del principio también se ha suavizado. Página 228:
PEQUEÑA RÁFAGA
Llega el viento a la plaza    levanta un pequeño remolino de hojas secas tuerce el humo del fumador del banco arranca algún gemido mínimo al columpio…    y se va –herido en su orgullo ante tanta indiferencia-      añorando a su hermano mayor el huracán.
En sus últimas composiciones, Iribarren se ha alejado definitivamente de los excesos de su juventud. Página 277:
COSAS DE POETAS
Un joven poeta que quiere conocerme. Quedamos en un bar. Hablo yo, él me mira y escucha: no bebo, no fumo, no creo en la salvación del mundo… Y luego un poco de literatura. Pasan las horas. La euforia inicial languidece. Le acompaño hasta su hotel. Me ha encantado conocerte –dice-, aunque… no sé… te imaginaba de otra forma. No pasa nada –le digo-, hace unos años yo también.
Una especial melancolía me ha causado el poema de la página 276:
AQUÍ
Aquí, Junto a la barra, como todas las tardes.
Viendo a través de los barrotes de la lluvia el mundo.
Puede que incluso esperando aún algo, o a alguien.
Pero no estoy seguro.
Destaco de Ola de frío este poema, uno de mis favoritos del libro, de la página 252:
LA CALLE
He recorrido esta ciudad de punta a punta casi todos los días durante más de treinta años. Abriéndome paso a codazos en las vísperas de fiesta, o a través de las madrugadas fantasmagóricas de los días laborables de invierno, o solo y borracho y mojado hasta los cuernos, o en compañías que mejor ni recordar. Estas calles no guardan secretos para mí. Conozco sus plazas, sus antros, sus mujeres, el brillo de una navaja al doblar una esquina, el calor de una mirada desde el fondo de un bar. Hubo un tiempo en que el cielo se miraba en ellas, yo formé parte de aquello, esa ya nadie me lo puede arrebatar.
Obsérvese en ese “hasta los cuernos” el homenaje a la poesía de Jaime Gil de Biedma.
Quizás los últimos poemas inéditos acaben de una forma triste, con el poeta solo, recordando a una mujer amada. Pero voy a señalar un poema de este último conjunto que me hizo reír una mañana cuando lo leía en el autobús que me acerca al colegio donde trabajo:
ASÍ ES LA PUTA VIDA
Yo también, como Baroja, hubiese preferido ser un hombre de acción:
no sé… pilotar un mercante, por ejemplo, o atracar bancos, o montar una guerrilla en algún sitio, o, en fin, cualquier cosa, salir en la tele con el Wanted debajo.
Pero no: ni guerrillas ni bancos ni mercantes ni guantes ni hostias.
Padre de familia, camarero y poeta.
Así es la puta vida.
Así que Seguro que esta historia te suena nos muestra una poesía antirretórica, sin grandes exploraciones ligüísticas o metafóricas, pero vitalista y combativa, con celebraciones sencillas del amor o de lo cotidiano, con tristezas irónicas y reflexiones sobre lo real y el paso del tiempo… muy apegada al día a día y que genera una gran empatía con el lector.