En nuestro caso con tres criaturas y una de ellas con escaso control del equilibrio, un tono muscular discutible y una Epilepsia que lo hacen tropezar con un pelo y comerse el asfalto más veces de las que quisiéramos, este tema ya forma parte de nuestra rutina semanal:
- ¿qué hacemos esta tarde?De hecho creo que los propios agentes de nuestro seguro de salud tienen una alerta cada vez que aparece el apellido de uno de nuestros descendientes en el sistema y tienen una porra, fijo.Y os digo una cosa, al tiempo que no nos emplacen a una consulta privada para nosotros solitos si seguimos así...
- ¿no sé cari, ¿vamos a urgencias?
Este verano entre revisiones anuales, pruebas, ingresos, faringitis, traumatismo dental, otitis y amigdalitis hemos llenado el cupo en tres semanitas. Vamos logrando récords año tras año.
Qué le vamos a hacer. Unos practican para mejorar el salto de altura o para ser más veloces...otros
Necesitamos atenciones médicas eficientes, rápidas y ágiles, por supuesto de calidad. Tenemos grandes profesionales pero escasos. Muy escasos para el elevado porcentaje de población que hay afectada. y más en el caso de niños, en los que las consecuencias pueden ser impredecibles.Desgraciadamente en nuestra familia vivimos pendientes de elementos como la temperatura y pérdida de apetito. En cuanto estas se alteran directamente asistimos a urgencias. Y puedo afirmar que acertamos casi con un 100% de seguridad en que algo no va bien. Cuando no existe lenguaje en el paciente hay que guiarse por la intuición, y pocas veces nos ha fallado.
Tenemos cierto complejillo de turistas sanitarios, lo reconozco. Y la verdad es que nos lo tomamos con humor. Preparamos maletas y, junto a las mudas, documentación, tarjetas de crédito y billetes de barco, el talonario de recetas y las tarjetas sanitarias son los elemento que no pueden faltar. Pero ni cuando salimos a comer fuera por ejemplo. Nunca se sabe si una desafortunada caída puede acabar en una brecha. No será la primera vez...
No en pocas ocasiones he leído comentarios de padres que han tardado un año, medio año, muchísimos meses en poder realizar determinadas pruebas a sus hijos, hijos con determinadas patologías o condiciones que no pueden esperar. Y eso me indigna porque nadie se hace cargo de la impotencia que sientes como progenitor al ver que tu pequeño no está bien y de esas pruebas puede depender una cirugía, un fármaco, una terapia que mejore su salud, su calidad de vida, sus síntomas...
Insisto en que tenemos un sistema sanitario de especialidades muy bueno pero lento por la falta de recursos, y para aquellos que no pueden disponer de un seguro de salud que agilice no es justo.
En nuestro caso es el equivalente a nuestra seguridad social dado que se trata de una mutua, y damos gracias cada vez que tenemos que hacer una llamada y pedir una prueba por lo ágil que es todo.
En fin, algo reivindicativa ando, pero mirad, a día de hoy llevamos 35 días sin convulsiones y esto, amigos, ha sido gracias a esa rápida intervención, a esa fantástica neuropediatra y a esa medicación que nos ha cambiado, en un breve lapso de tiempo la vida.