¿Qué actividades favorecen las emociones positivas?.
Por Francisco Alcaide Hernández.
Blog de Francisco Alcaide Hernández.
Gracias a las investigaciones realizadas sobre el cerebro durante las últimas décadas, sabemos que las emociones juegan un papel determinante en nuestra forma de pensar.
Emociones más positivas dan lugar a una visión menos crítica del pasado y más esperanzadora del futuro, y emociones más negativas producen una mirada retrospectiva más derrotista y menos esperanzadora del mañana.
Como escribía Laura Chica (@laura_chica) en el post El secreto de la felicidad, «la felicidad es experimentar emociones positivas en un gran porcentaje de tiempo respecto a la cantidad de tiempo que experimentamos emociones negativas». La pregunta obligada es: ¿Cuáles son aquellas actividades que mejor alimentan las emociones positivas?
De ello hablo largo y tendido en uno de los capítulos de mi libro Fast Good Management, pero según una encuesta llevada a cabo por la revista Time y otro estudio realizado por el psicólogo y economista Daniel Kahneman, Premio Nobel de Economía en 2002, las actividades más populares para mejorar nuestro estado de ánimo son las siguientes: hablar con amigos o familiares, ayudar a otros, escuchar música, rezar o meditar, darse un baño o una ducha, jugar con un animal doméstico, hacer ejercicio, comer, darse una vuelta en el coche y tener relaciones sexuales.
Comentamos sólo algunas de ellas:
1. Socializar.
Es bueno estar en contacto con la gente. Sabemos que el hombre es un ser social por naturaleza. Por tanto, si la red de amigos no es amplia es conveniente tomar la iniciativa y apuntarse a actividades que permitan estrechar vínculos. El aislamiento, salvo excepciones, va consumiendo a la persona y fomenta una visión más pesimista de la vida. Eduardo Punset escribía en un artículo: «La falta de una red de amigos y familiares repercute en la salud tanto como el tabaquismo».
En un estudio llevado a cabo en Suecia se observó a 180.000 hombres y mujeres durante el plazo de seis años. Según estas observaciones se concluyó que aquellos que se sentían más aislados tenían un riesgo cuatro veces mayor de morir prematuramente. La sociabilidad refuerza las defensas de nuestro organismo.
En otra investigación en la que participaron 334 individuos se analizó la relación entre su sociabilidad y la eficacia de su sistema inmunitario. Primero respondían a entrevistas sobre la cantidad y calidad de sus relaciones en la vida cotidiana y después se les exponía al virus del resfriado. Los resultados demostraron que cuanto más sociable era la persona, menos susceptible era al contagio, con independencia de su edad y su estilo de vida.
La soledad continuada debilita. Víctor Hugo apuntaba: «El infierno está todo en esta palabra: soledad». Estamos hechos para compartir.
La psicoterapeuta Irmtraud Tarr explica: «En nuestro tiempo, la mayoría de la gente está muy sola, vivimos en una sociedad excesivamente individualista. Tenemos un cerebro social, y para sobrevivir nos necesitamos los unos a los otros. Compartiendo los estados emocionales de otras personas nos sentimos directamente concernidos y se despiertan en nosotros la simpatía y la compasión, que nos mueven a la acción».
2. Ayudar a otros.
El pupilo dice: «Maestro, estoy muy desanimado, ¿qué puedo hacer?». La respuesta no se hace esperar: «Animar a los demás». Y es que echar una mano a otros es ayudarse a sí mismo.
Así lo demuestran diferentes estudios como los realizados en el Centro de Investigación de la Universidad de Michigan con James House a la cabeza, que confirman que cuanto más implicada está una persona con una determinada causa social a la cual dedica parte de su vida como voluntario u otra forma altruista, aumenta significativamente las expectativas de vida, mejora su calidad de vida y se declara más feliz.
David McClelland (1917–1998), psicólogo de la Universidad de Harvard, hizo un experimento con un grupo de estudiantes a quienes mostró una película en la cual la Madre Teresa de Calcuta estaba desempeñando su labor con enfermos y pobres. Los estudiantes se mostraron conmovidos ante la película y poco tiempo después, al analizar la saliva de estos, se descubrió un incremento en el nivel de inmunoglobulina A, un anticuerpo que ayuda a combatir las infecciones víricas y bacterianas.
No es casualidad que Aristóteles, uno de los filósofos de referencia del pensamiento clásico, dijese en una ocasión que «hacer el bien a los demás es un egoísmo inteligente».
3. Ejercicio físico.
El clásico mens sana in corpore sano no es sólo un tópico sino una verdad contrastable empíricamente. El doctor Kenneth H. Cooper, fundador de The Cooper Institute, define el ejercicio físico como «el método para poner más años a la vida y más vida a los años». Cuando la máquina del cuerpo no está engrasada es muy difícil tener una disposición optimista de la vida. Por el contrario, cuando uno se encuentra bien es más fácil verlo todo de otro color.
Las ventajas del ejercicio físico son innumerables. Entre otras: elimina las sustancias tóxicas del cuerpo a través del sudor; el rendimiento del cerebro mejora porque se activa la circulación y recibe mayor irrigación sanguínea; combate el estrés ya que se elimina la hormona que lo produce; se oxigena de manera más eficaz el organismo y las sustancias nutritivas se aprovechan al máximo; aumentan las defensas ya que el sistema inmunológico trabaja óptimamente; ayuda en la prevención de infartos, obesidad, osteoporosis, diabetes; y mejora la digestión, los reflejos, el equilibrio, la flexibilidad corporal, el estado de ánimo, el sueño reparador, y reduce el riesgo de formación de coágulos en venas y arterias.
4. Escuchar música.
Según un estudio llevado a cabo en la Universidad de Maryland Medical Center, escuchar nuestra música preferida es bueno para nuestro sistema cardiovascular. La música genera una sensación de bienestar en la persona que actúa en el organismo activando la segregación de óxido nítrico. Es decir, las emociones que despierta la música permiten la dilatación del tejido de revestimiento interior de los vasos sanguíneos lo que favorece la circulación y previene la aparición de coágulos y el colesterol malo.
El investigador Michael Miller observaba: «Habíamos demostrado anteriormente que las emociones positivas, como la risa, eran buenas para la salud vascular, por lo tanto una pregunta lógica era si otras emociones, como las evocadas por la música, tenían un efecto similar». Y añadía: «La escucha activa a la música evoca esas emociones positivas, en parte debido a la liberación de endorfinas», que como sabemos son conocidas como las «hormonas de la felicidad», sustancias químicas producidas por el organismo que generan bienestar.
No es el único estudio sobre los beneficios de la música. Una investigación de la Universidad de Brunel en Londres demostró que la música mejora la actuación atlética de las personas en los gimnasios. Los Red Hot Chili Peppers, Madonna, Queen o Rihanna, aumentan la resistencia hasta en un 15%.
Y en la Universidad de Stanford se descubrió que las sinfonías del siglo XVIII mejoran la capacidad de concentración.
Es decir, la música mejora la circulación sanguínea, la capacidad de ejercitarse y la concentración. Son muchos los artistas que han exaltado las bondades de la música. El violinista y director de orquesta Yehudi Menuhin (1916–1999) decía: «Estoy seguro de que la buena música alarga la vida».
5. Contacto con animales.
«Lo importante de la vida es el amor, que es lo que da sentido a la vida. Si no nos suicidamos es porque tenemos a alguien a quien queremos, que en muchos casos puede ser una planta o un perro. Se puede sacar del suicidio a una persona regalándole un cachorro. Lo importante es tener un proyecto que te motive a vivir». Son palabras de Álex Rovira.
Los profesionales de la medicina han constatado a través del TACA (Terapia Asistida Con Animales) que cuando las personas interactúan con animales sienten una sensación de unidad con la vida y la naturaleza; una energía positiva y curativa conocida como biophilia, traducido como amor a la vida.
Los animales ayudan a las personas a sentirse menos solas y deprimidas; ofrecen un entretenimiento que les ayuda a olvidarse de sus problemas y promueven la conversación con ellos al compartir pensamientos y sentimientos. También contribuyen a mejorar la autoestima, ya que aceptan a las personas sin calificarlas en función de su apariencia física u otras cuestiones menores; e igualmente mejoran la sociabilidad, sobre todo de aquellas personas más introvertidas, facilitando un nuevo cauce de comunicación. Al mismo tiempo hacen que se sientan más relajadas, ya que como diferentes estudios han constatado, al estar a gusto con su presencia disminuye la presión de la sangre.
6. Meditación.
Por meditación entendemos distintas técnicas y métodos de control de la respiración y los pensamientos. Según la alemana Heidemarie Schwermer, autora de Mi vida sin dinero (2009), «meditar consiste en calmar los pensamientos que revolotean por nuestra cabeza» y su práctica permite «la conexión directa con el alma».
Aldous Huxley (1894 –1963) también apuntaba: «La meditación ha sido practicada en todo el mundo desde los tiempos más remotos como la manera de llegar a conocer la naturaleza esencial de las cosas». Joaquín Lorente, autor de Tú puedes y Piensa es gratis, afirmaba: «En la meditación profunda nos convertimos en nuestro propio dios».
Meditar ayuda a encauzar positivamente el pensamiento, lo que redunda en una mejora de la calidad de vida psíquica, y por ende, de la calidad de vida física. Practicar la meditación frena la ansiedad y el estrés y nos lleva a un estado de calma y paz interior que nos sirve para conectar con nosotros mismos y con el Universo. Ello favorece la relajación muscular, la mejora de la circulación o el reforzamiento del sistema inmunitario, entre otros beneficios.
La mente puede ser la herramienta más potente con la que contamos y al mismo tiempo la más destructiva según la utilicemos de una manera u otra.
Según un estudio del equipo del Laboratorio W. M. Keck de Estudios Cerebrales, del Centro Waisman, de la Universidad de Wisconsin, que realizó diferentes experimentos en cooperación con el Monasterio Schechen de Katmandú (Nepal), las personas que practican meditación durante largos períodos inducen cambios en el funcionamiento cerebral que mejoran el conocimiento y las emociones.
Viernes, 22 de marzo de 2013
Hoy en Libros de Management (@librosdemanagem) puedes ver una reseña de ¡Sí puedes! 40 píldoras para mentes inquietas, de Alejandro Suárez y Hablar en público, de José María Acosta.
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Fuente: Blog de Francisco Alcaide Hernández
Imagen: Positive emotions
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