Seis motivos para viajar a China

Por Garatxa @garatxa

Durante los días previos a mi marcha, y también después de mi regreso, muchas han sido las personas que me han preguntado por qué motivo he escogido China para ir de vacaciones habiendo sitios mejores como Canarias, el Caribe, Mallorca o Italia, por citar algunos de los más mencionados por mis interlocutores. Me han dado muchas razones para que cambiase de idea, algo que quienes me conocen sabe que es imposible puesto que cuando tengo una decisión tomada no doy marcha atrás. Y esta decisión se forjó, en primer lugar, porque China es un país que siempre me ha atraido por su cultura milenaria y por sus grandes diferencias con el mundo occidental, y yo necesito como el aire conocer otras personas, otras culturas, otras formas de vida, otras religiones, otros mundos, necesito, en fin, vivir de forma intensa. La gran mayoría de las personas repite su vida cada año que pasa: mismo trabajo, misma casa, mismo coche, mismo ocio, mismas vacaciones... Yo no, yo necesito cambiar, la rutina me mata, lo desconocido me atrae, los retos me ponen cachondo, viajar lejos me excita y me motiva, conocer otras gentes me apasiona. Me encanta vivir.

La Gran Muralla

Inicialmente había previsto no pensar en las vacaciones hasta que llegasen los meses de marzo o abril, y lo cumplí. Llegado el momento solo tenía claro que quería irme a eso que llaman "un país lejano" porque mientras la salud y la puñetera economía me lo permitan, quiero ver mundo. Aún puedo recuperar el tiempo que se me escapó en mi juventud, así que Benidorm y similares pueden esperar a cuando ya no pueda con las pelotas. En mi mente tenía Tailandia, India y Nepal, y Vietnam y Camboya. Tuve que descartar por motivos dinerarios Tailandia y Vietnam y, de repente, alguien me sugirió China. "¿Cuánto vale la broma?", pregunté irónicamente, y la respuesta me sorprendió: por el mismo precio que a la India podía ir al país de Confucio, Mao Zedong y Bruce Lee. Acepté cagando leches. Esta fue la segunda razón de mi elección.

Plaza de Tian'anmen

He vuelto alucinado. He vivido, hasta la fecha, el viaje más intenso de mi vida, y eso que Egipto me tiene atrapado. China es otra cosa; dicen los horteras que es otro mundo que está en éste, bueno, más bien parece otra galaxia. Allí todo es excesivo, el calor, la humedad, las construcciones, el tráfico caótico, el número de habitantes, las escaleras (abundan a patadas)...

La Ciudad Prohibida

Si no llega a ser porque hago ejercicio físico regularmente en el gimnasio o nadando creo que no aguanto el viaje. He batido el récord mundial de subir escaleras, he andado más horas que Marco buscando a su madre, me han empujado más veces que en un concierto de rock, he comido fideos con palillos, he bebido licor de serpiente y no sé cuántas especies de té diferentes, me he reido hasta decir basta y, encima, me han hecho más fotos a mí que yo a ellos. Porque un occidental rubio es caro de ver, solo salen en la tele, así que aprovechan para inmortalizar la escena. Y he vuelto feliz, enormemente feliz, como un niño. Ha sido un año durísimo para mí a nivel profesional (y el que viene pinta peor), y he conseguido curar en dos semanas de agosto las heridas de los 7 meses anteriores.
Como he aprendido que la medicina tradicional funciona a las mil maravillas he creído oportuno animarte a que viajes a China tú también para que te recuperes de tus problemas como yo, así que te he preparado seis entradas-remedios con los nombres de las seis ciudades que he visitado: Beijing, Luoyang, Xian, Guilin, Shanghai y Suzhou. Compartir a través de las redes sociales es bueno, aunque aún queden gilipollas que piensen lo contrario, así que te invito conmigo a revivir este recorrido. China te espera.

Mi recorrido, con la excepción de Hangzhou