Argumento
Andreas recorre el mundo en busca de piedras preciosas para los joyeros de Ámsterdam, y uno de sus clientes es el fatuo Neron Stauffman. Elka trabaja en una tienda de té entre los canales en el barrio de Jordaan, y ansía una vida apacible junto a Andreas. Muy cerca, un misterioso hombre azul siente pasar el mundo. Arnaldo Santos capitanea el Volcán Chiriquí hacia un cementerio de barcos en el océano Índico, y el griego Stéphanos es el miembro más huraño de su tripulación, siempre pendiente de los seis peces azules de cristal que lleva consigo.
Estructura, ambientación y estilo narrativo
La novela se estructura en 34 capítulos de duración muy variable, que puede ir desde las 5 páginas hasta las 50. Todos se encuentran numerados y con un título que describe lo que va a pasar en ellos.
La historia se ambienta entre Ámsterdam y otros lugares más lejanos como la India o países sudafricanos, o a bordo del barco mercante Chiriquí. Se aprecian saltos temporales entre capítulos y también dentro de ellos, a modo de recuerdos, lo que nos sitúa en los años 60 y en la actualidad.
A lo largo de la novela utiliza tectónicas narrativas con varios registros, predominando la tercera persona, aunque también hay apartados en primera persona por el Hombre Azul. La prosa lenta y descriptiva, combinando diálogos y texto, pero es necesaria una lectura pausada.
Personajes
Andreas es un cazador de piedras, incluso traficante podríamos llamarlo, que vive desapegado del mundo. Existe por y para sus viajes, aunque acostumbra a tener una pareja estable en Ámsterdam, lo que hace peligrar su control sobras las situaciones.
Elka es la pareja de Andreas, una chica sencilla que trabaja en un local de té frente a un canal. Precisamente allí encuentran al Hombre Azul, lo que provoca un cambio en la monotonía de su vida y le hace replantearse, sobre todo, la relación que mantiene con Andreas.
Stephanos es un marino griego sobre un barco mercante, que no acaba de caer bien a nadie en toda la tripulación. Sabemos que pertenece a otra línea temporal porque tiene en su poder los peces azules que cuelgan sobre la cama de Andreas y Elka.
Entran en escena frecuentemente otros personajes secundarios como el Hombre Azul (ese cadáver que aparece dentro de un baúl), Neron Staufman el gran negociante de joyas, o Cloé Coluche la jefa y dueña del local de té en que trabaja Elka
Mi opinión
Hace tiempo que tenía pendiente esta reseña, desde finales del año pasado cuando me llegaron las dos obras ganadoras de los premios Ateneo de Sevilla. Quizá haya dejado pasar tanto tiempo porque esta fue una novela que me gustó mucho, pero que me fue muy difícil leer.
A diferencia del premio Joven, Donde la muerte te encuentre, estamos ante una novela muy compleja y de lectura pausada. Si la otra me llevó apenas dos días, estuve cargando con esta historia durante cerca de un mes. Aunque en cierta manera, me alegro de haberla estirado tanto ya que me ha permitido ir analizando poco a poco cada capítulo que leía.
La estructura que presenta la novela es muy original, pero a la vez, difícil de seguir: cuenta con saltos temporales, cambios de narrador y de perspectiva, así como de escenarios. Por tanto, es necesario estar muy atento a lo que leemos y hacerlo con ganas, ya que si no lo más seguro es que abandonemos la novela antes de tiempo.
Los comienzos son raros: no sabemos dónde estamos, en que tiempo, ni quien habla. Pero una vez que nos acostumbramos al balanceo de la novela, nos metemos totalmente en la historia. Y si, he dicho balanceo, porque lo que cuenta nos va meciendo como un barco entre las olas… y supongo que esa era precisamente la intención.
Si tuviera que especificar que es lo mejor de la novela, me resultaría difícil decidirme entre la espectacular caracterización de personajes o la ambientación tan cuidada que tiene. Personalmente no he visitado ninguna de las zonas a las que no lleva en este viaje, aunque no por falta de ganas. Sin embargo he conseguido sentirme perturbada entre los hierros cochambrosos del Chiriquí, o sufrir el calor seco del desierto entre las piedras milenarias de la ciudad de Fatehpur Sikri.
Sin duda, se nota un gran esfuerzo de documentación para esta novela, ya no solo por las descripciones que nos transportan (que el autor seguramente ha visitado, no lo dudo) sino también por los elementos que involucra: el comercio de piedras preciosas. Para mí, era un mundo totalmente desconocido, pero que me ha encantado descubrir. La forma en que se hacen los negocios, el tráfico, la belleza del trabajo minucioso… todo eso, junto con un aire de leyenda medieval que involucra al diamante Jehangir.
Y es que este gran diamante de 83 quilates es una realidad. Todo lo que cuenta acerca de él es cierto, exceptuando quizá la parte más fantasiosa donde se lanza en una búsqueda legendaria, e incluso suicida. Y esa es seguramente la mejor parte la novela, en la que vemos como los personajes se dejan llevar por sus emociones y sus pasiones, aunque la obsesión acabe consumiéndolos.
Por otra parte, como comentaba antes, otro punto clave de la novela son los personajes, tan perfectamente descrito y caracterizados por sus acciones y sus conversaciones (o en ocasiones sus silencios) que parece que los tuviéramos delante. También hay que destacar la forma en que interrelaciona todas las historias, dándole un sentido final. Quizá un fallo que se le pueda encontrar es que dedica mucho espacio a los capítulos de Andreas, mientras que deja un poco descolgados los de Elka y el hombre Azul, o los del barco mercante.
Que estén tan logrados, no quiere decir que haya simpatizado con todos: por ejemplo, Andreas me parece muy poco observador para lo suyo en comparación con el detalle que le pone a su vida laboral. Neron Staufman es un oportunista y un mafioso encubierto, Elka tiene una personalidad limitada y debería haber puesto las cartas sobre la mesa hace tiempo. Y creo que eso es lo que hace tan reales a esos personajes: sus defectos.
El estilo merece una mención aparte, porque su prosa es muy cuidada, muy culta y llena de detalles. De hecho, en alguna ocasión roza casi lo poético. Esto me ha sorprendido mucho (y disculpad los prejuicios) viniendo de una persona tan relacionada con el mundo televisivo.
Porque David Tejera, para quienes no lo sepáis (y yo me he enterado al leer el libro) vive de ello. Sin embargo, os remito a la entrevista que consta en el dosier de prensa que acompañaba al paquete enviado en el que hace una dura crítica a los que él considera parásitos. Quizá por ello nos ha dedicado a la novela, además de a su familia a “aquellos que se atreven a pensar por sí mismos y a los que resisten en medio de este festín de parásitos”
La novela en su conjunto es un tanto agridulce, y su final no podía ser menos. Deja todos los cabos cerrados, pero quizá no como nosotros hubiéramos querido. Otro punto más de realidad a la novela.
Evidentemente, esta no es una obra para todos los públicos. Si lo que buscas es un page-turner, olvídalo. Pero no lo dejes muy lejos, porque todos en algún momento queremos una novela que nos llene y nos haga pensar. Y esta, os aseguro, tiene todos los ingredientes para disfrutar de buena literatura.