Desde hace dos años la orientación de este Día del Cooperante se e centre en los temas que más preocupan a la ciudadanía española y no en la figura del cooperante. Concretamente, este año, en la consecución de los Objetivos de Desarrollo del Milenio. La Semana de la Cooperación 2010 se celebra en un contexto de especial relevancia, puesto que en los días posteriores, tendrá lugar en Nueva York la reunión para la revisión del cumplimiento de los Objetivos del Milenio, el compromiso más importante en materia de cooperación suscrito por la comunidad internacional, y cuyo plazo de cumplimiento está cerca.
En la práctica totalidad de las ciudades gallegas se celebrará este día de alguna manera, el acto central tendrá lugar en Santiago de Compostela organizado por la Xunta de Galicia en la que se dará luz pública al Censo de Cooperantes Galegas/os no Exterior. Trabajo que realizamos en el IESI durante estos últimos cuatro meses y que humildemente presentararemos ante representantes del sector. Tendreis que esperar al miércoles para os comente los datos obtenidos, pero puntualmente os mostraré como fue este proceso.
Pero si nos centramos en la figura del/la cooperante es necesario recordar que la relación laboral los derechos ciudadanos siguen sin estar debidamente regulados al carecer de un adecuado desarrollo del Estatuto del Cooperante y de un Convenio Colectivo Sectorial que establezca las condiciones de trabajo, y las particularidades de este colectivo de profesionales.
Precisamente la Asociación Profesional de Cooperantes en un comunicado de prensa realizado con motivo de este día, nos dá algunas claves de la Cooperación Internacional:
- Si los países desarrollados dedicáramos el 0,7% del Producto Interior Bruto a la cooperación al desarrollo lo podríamos conseguir, pero solo 5 países del mundo lo hacen. Estos son: Suecia, que dedica el 1,12%, Noruega el 1,06%, Luxemburgo el 1,01%, Dinamarca el 0,88% y los Países Bajos el 0,82$. España dedica el 0,5% de su PIB, pero se comprometió a alcanzar el 0,7% en el año 2012, aunque ahora nos desdecimos y declaramos que, con motivo de la crisis económica, no podremos lograrlo. No obstante, la crisis económica no debería ser, en ningún caso, una excusa para no alcanzar esa cifra, ya que no se trata de dedicar un número exacto de millones a la cooperación al desarrollo, sino un porcentaje sobre la riqueza del país, lo que significa que a más riqueza nacional más tendríamos que aportar al desarrollo de otros países y a menos riqueza menos cantidad relativa, sin necesidad de tener que modificar el porcentaje comprometido por motivos coyunturales.
- Las cifras hablan por sí mismas. Pero no se trata sólo de cifras, también tenemos que mejorar la calidad de la ayuda, profesionalizando su servicio y dando mayor participación a los países receptores de la misma. Así mismo es necesario condonar buena parte de la deuda externa de los países menos avanzados, y acabar con los subsidios agrarios que distorsionan el comercio mundial de materias primas. Y por último avanzar más en la integración comercial de los países menos desarrollados, apoyando los principios y las prácticas del comercio justo.
Y por cierto no es por ser reiterativo, pero ser cooperante o trabajar en cooperación no está necesariamente casado con irse de caravana con un chaleco de Coronel Tapioca.