De nuevo la literatura y la feria (con una atractiva oferta de comida) se dan cita en la XXIV Semana NegraGijón de , que tras ciertos problemas respecto sus localizaciones sigue su marcha, en la que algunas voces comentan será la última edición en la citada ciudad.
Aunque este año tampoco contamos con la suerte de hotel como acreditados de prensa, nos pareció que debíamos aprovechar la única tarde libre de nuestros breves días de vacaciones para pasar por allí, a un clic os contamos más en un texto que firmamos Pastor y yo misma.
En una explanada situada al lado de un campus universitario vallado y bajo un cielo que amenazaba lluvia, un rato después de la hora de apertura del recinto la afluencia no parecía muy esperanzadora. Había quien aseguraba que el nuevo emplazamiento, al lado de la Avenida de Albert Einstein, traería consecuencias negativas para esto. Sin embargo, un par de horas después pudimos comprobar que, al menos en esta ocasión, no sería el caso.
Sobre un suelo asfaltado se asientan las múltiples carpas y tiendas que albergan las diferentes actividades que engloba este festival cultural: literatura, libros, comida, abalorios, música y bebida. Y por una vez pudimos disfrutar tranquilamente de la cara que algunos llamarían “más ociosa”, por la que otros abogan como parte indivisible de las demás. El propio director, Paco Ignacio Taibo II, ha dejado claro esto mismo y es que parece que la mejor forma de enfrentarse a las palabras de los literatos que presentan es con la sinfonía de ambiente que se crea, sin la misma este festival perdería la que ha sido su seña de identidad durante un cuarto de siglo.
Por supuesto en esta ocasión se contó también con exposiciones; la primera de ellas con láminas originales de Valentina, personaje creado por Guido Crepax (1932-2003) que vivió su primera aventura en los sesenta y se extendió durante tres décadas en el tiempo; la segunda era perteneciente al Encuentro de Fotoperiodismo que este año se conformaba con imágenes de Manu Brabo, el conocido reportero gráfico que fue secuestrado, y otra selección sobre el llamado “Movimiento 15M”, del que hemos hablado aquí en diversas ocasiones.
Y la tercera que estaba situada al aire libre con imágenes sobre la infancia en el tercer mundo, las cuales habían pasado ya por nuestro Valladolid natal, uniéndose con dos acampadas por la situación del Sahara Libre y otra con lo que los medios han venido en llamar “indignados”.
La distancia con el centro urbano se salva con el desvío de las líneas de transporte público que pasan por zonas cercanas y una habilitada especialmente desde el estadio de El Molinón hasta allí, aunque sin la presencia del Trenecito Negro en el que en las dos anteriores ediciones nos desplazábamos hasta el Arbeyal. Con esto se soluciona lo que pudo parecer una de los mayores problemas y que finalmente ha demostrado que no lo es tanto.
Hablamos con Jorge Iván Arguiz, miembro de la organización del evento, sobre la aceptación que estaba teniendo el nuevo emplazamiento, por las dudas que hubo sobre el mismo y si sería adecuado, nos comentó que la afluencia de gente ha sido igual o mayor que en otros años, además de hacer hincapié en que los libreros le habían dicho que estaban vendiendo más material que cuando se realizó en la casa del Sporting de Gijón, aunque no así con los dueños de los bares que han notado una baja.
A pesar de cambiar la arena de playa por la gravilla del asfalto no puede decirse que haya sido a peor, y es que los cientos de personas que pasan por allí cada día no dejan que saquemos otra conclusión. La Semana Negra es cultura y feria dándose la mano durante unos días, esa es la forma en la que debe disfrutarse.