Semana Santa

Por Migf

Después de unos días de descanso y disfrute particular con la familia, llega el momento de ponerse de nuevo las pilas. Como venía haciendo estos últimos días, hoy os mostraré las procesiones de las que hemos disfrutado en Cuenca (ninguna exenta de lluvia, por cierto) desde el miércoles, para que así, tengáis un resumen completo de lo que esta ciudad vive durante estos días.
... miércoles santo ...
A las siete de la tarde las calles se tiñen de capuces blancos para que el Silencio domine Cuenca. Sólo el rumor del río bramado bajo las horquillas de los banceros. La noche se torna con sentimientos encontrados que anidan en corazones indefensos y, a menudo, traidores del que fue fiel al Maestro. El Miércoles Santo es expectante mientras camina y trepa en brazos de penitentes por las fachadas verticales y coloridas de cal de la Cuenca antigua.

... jueves santo ...
Reclamo de color, de intuición de milagros, de viejos portones, de sogas que prenden de Manos Divinas. Soledad que cruzas el puente bajo tu palio de dolor,  tan bella como pensativa detrás de tu hijo, cuando en los Jueves de Pasión el Júcar caudaloso se inunda porque las nubes lloran como tú. Tulipas que encienden el presente, peso de Cruz latente, verismo de rostro compungido. Es tarde de Paz y Caridad. Tarde en la que se corona al Rey de los Judíos. Caña por cetro, auxilio porque estás afligido.

... viernes santo ... 
Otra vez, las calles de Cuenca se llenan de fervor, de clarines ensordecidos, de misereres inacabados, ... de turba enloquecida porque Jesús ha de ir a la Cruz. Dolor inmenso y desolado. El Camino al Calvario es lento y doloroso en un Viernes de madrugada en el que no se duerme, en el que el amor es sacrificado. En el que Cuenca poco a poco se va estrechando para que San Juan pueda palmear la palma de su mano mientras su águila dormida se libera y Jesús, doloroso, encuentre a una Madre frente a frente en presencia de un pueblo dolorido.

   Con la soga asciende lentamente cuando el sol tímido quiere despuntar en la mañana del Viernes Santo. El crujido de la Cruz se hizo patente, y mientras María y Magdala lloran acérrimas a Cristo desvanecido, Longinos, lanza en mano, apaga la vida y la luz de una Cuenca que afligida, le invade el desaliento. "Madre, aquí tienes a tu hijo. Hijo, aquí tienes a tu madre". Ahora la Cruz ya cuelga del abismo y los lloros ahogan el llanto en el Miserere. Piedad en el resplandor del mediodía. Piedad sublime de melancolía.

   Desnuda está el alma de quienes miran la Cruz vacía de cuerpo y sangre derramada. Sólo los capirotes blancos se alinean para dar luz en una noche en la que solo el duelo tiene razón de ser. Duele el silencio encarnecido y el dolor de todo un pueblo arrepentido. 

... domingo de resurrección ...
Vive la luz del domingo. Una nueva vida resplandece de manos de aquel que murió en la Cruz. La lluvia da tregua cuando la alegría de sentirse vivo llega con la Pascua hacia un río eterno de emociones. Ya no huele a incienso. Colma el gozo y la alegría de aquellos que "bailan" al ritmo intenso de horquillas.

"Contémplanos. Fijate como arriman el hombro al banzo y cómo, los nazarenos de Cuenca, calle arriba, aupados en notas musicales, vean traduciendo el ritmo en compás de un drama. Ven envuélvete en las hoces y elige sitio porque el Drama comienza ya. Cuando pises este suelo, cuando la tradición sea el aire que respiras (...) Cuando hayas visto las luces y las sombras de esta ciudad única, sólo faltará que se levante el telón. Entonces, sólo entonces, comprenderás que, en Cuenca, siempre destella la luz de un sueño. Pero tendrás que venir a comprobarlo". Jose Luis Muñoz Martínez. Pregón 2003.