El otro día estuve llevando a Lucía a su clase de patinaje, en el recinto de lo que fue la Expo de Zaragoza. Mientras daba su clase, me fui a dar una vuelta por la orilla del Ebro, que con el barro que había creía que me podía dar un rato agradable. Ví unos ánades reales (Anas platyrhynchos) bastante cerca. Me proporcionaron todo un catálogo de las señales que dejan en su quehacer cotidiano que os voy a poner en esta entrada. En primer lugar, las plumas, que siempre aparecen allí donde pasan parte de su vida. Los ánades pueden visitar cualquier pequeña masa de agua en medio de una llanura cerealista o cualquier campo de alfalfa por muy lejos que esté de una zona húmeda, por lo que aunque parezcan evidentes las señales al estar en el río, estas se pueden encontrar en medio de un secano. De hecho, el primer molde de escayola de una huella de pato lo saqué en una pequeña balsa con muy poco agua en plena estepa cerealista.
En la foto anterior podemos ver una pluma típica de macho, con su característico diseño vermiculado y a la derecha otra de hembra con las características manchas marrones oscuras en forma de “gota”.
En el suelo, podemos ver dos tipos de marca generalmente. Por un lado las huellas, que pueden presentar o no la característica palmeadura y la impresión del halux, que es el dedo que se dirige hacia atrás, que equivale a nuestro dedo gordo. Generalmente están giradas un poco hacia adentro en la marcha normal. En la imagen de la izquierda, una huella de pato en la que apreciamos claramente la mayor longitud del dedo central y la curvatura del dedo exterior.
Cuando el fango es muy blando las huellas tienen un aspecto algo extraño como podemos ver en la foto de debajo
Otra de las señales que podemos hallar es la marca de alimentación. Cuando el agua es poco profunda, los patos sumergen el pico al completo en el barro, y lo abren y cierran a gran velocidad filtrando las partículas que les sirven de alimento mediante un denticulado especial del borde exterior de su pico. Cuando el agua se retira quedan estas marcas característica allí donde se han alimentado de este modo. Los agujeros son de unos tres o cuatro centímetros de diámetro por otros cuatro o cinco de profundidad.