Desde entonces, con la retirada de los encauzamientos, el río intenta volver a ser un río, pero no sin dificultades debido al profundo encajamiento del cauce provocado por el abuso de la extracción de gravas y los dragados en la desembocadura que remontan el cauce hacia arriba. Recuerdo tener doce o catorce años cuando bajaba casi a diario con mi padre a pasear por lo que quedaba del río y ver las máquinas sacando la grava directamente del cauce con agua. Se podían ver barbos enormes que las máquinas sacaban con la grava, tal era el desconcierto de los peces. Todavía no me explico cómo podía suceder esto, pero me imagino que sería al dejar el río convertido en una sucesión de pozas donde quedaban atrapados los peces sin salida y que de ahí los sacaría la pala al tiempo que las gravas. Aún recuerdo, sería ya con 17 años la tarde que fuimos a merendar al último grupo de chopos negros que quedaban y nuestra estupefacción al comprobar que ya no estaban. Ni un solo árbol quedaba en las orillas.
No existe explicación para volver a estas costumbres que ya se deberían haber abandonado. Lo más grave es que para volver a retirar estas defensas ya no habrá otra EXPO 2008 del despilfarro. No creo que el río tenga ocasión de volver a desembarazarse de ellas.
Sería también interesante pensar en volver a colocar en su lugar olmos autóctonos e ir sustituyendo a los Ulmus pumila, que personalmente creo que representan un riesgo de invasión similar o mayor que el de los ailantos. No se llegarán a hacer grandes nuestros olmos, pero sí que serán un aporte de plantones para cuando “vengan tiempos mejores”. Se puso de moda la repoblación con esta especie ya que se daba por perdido al olmo autóctono. Los Escolítidos acaban con los olmos cuando estos alcanzan el tamaño adecuado, pero los de aspecto arbustivo no son atacados por ellos. Si no se hubiese introducido el Ulmus pumila, quizá ya habría remitido la enfermedad, pues al ser los olmos autóctonos que quedan de pequeño tamaño, no permiten la reproducción del insecto vector de la grafiosis. La existencia del olmo siberiano permite a los escolítidos mantener unas poblaciones que habrían desaparecido sin duda al no tener donde reproducirse. Sin embargo lo que se hace es empeorar las cosas y tirar el trabajo anterior a la basura. Para destruir el río no hace falta gastar tanto dinero, con dejar que se tiren escombros en las orillas de nuevo es suficiente. No se debería hacer ni lo uno ni lo otro, pero lamentablemente, las obras siguen su curso…