Para la práctica del senderismo, del excursionismo o de cualquier deporte que requiera caminar por la montaña hay un elemento indispensable de nuestro equipo: el calzado.
Fotografía: James Blunt.
Supongo que a ti te habrá pasado como a mi y habrás vivido el traumático momento de cambiar de botas. Momento en el que le dices adiós a tus viejas amigas y te lanzas a estrenar unas nuevas. Estas últimas las has elegido con cuidado, siguiendo todas las indicaciones y consejos de conocidos, vendedores y por qué no, también de algún blog como este. No has mirado el precio (sabes que ahorrar en calzado es una mala idea y que puede acarrearte muchos problemas), pero aún así el día del estreno tienes tus dudas.
Son dudas más que justificadas, ya que en el mejor de los casos tendrás que “hacerlas” y pasar el periodo de adaptación (que algunas veces nunca llega y acabas regalando tus botas nuevas o vendiéndolas de ocasión por “error de talla”).
La buena noticia es que con un cuidado correcto del calzado de montaña ese mal trago se puede atrasar años, dependiendo del tipo de bota, del fabricante y de los materiales con los que esté confeccionada.
Revisa tus botas de senderismo antes de cada salida
Elementos de la bota que se deben revisar.
Cada tipo de bota y cada zona de la misma requiere un cuidado distinto, así que empezaremos por conocer a fondo nuestro calzado y las partes que debemos revisar y cuidar después y antes de cada salida.
Suela:
Antes de salir a caminar es necesario revisar la suela y los tacos. Dependiendo del material con el que esté confeccionada la suela puede llegar a desintegrarse en minutos, puede desprenderse, o los tacos podrían estar desgastados y no proporcionarte el suficiente agarre.
Suela deteriorándose.
Son muchos los fabricantes que incorporan suelas de poliuletano a sus botas. Es un material más ligero que el caucho, pero su periodo de vida es mucho más corto. Existen suelas híbridas que incorporan caucho y poliuretano en distintas zonas.
Si detectas grietas, fallos en la superficie o desprendimientos de material, es el momento de cambiar de botas o de suelas.
Guardar las botas sin un secado correcto en lugares húmedos puede acelerar el proceso de deterioro de las suelas.
Plantilla:
Comprueba siempre el interior de tu bota.
Mira que no hayan objetos extraños como pequeñas piedras, restos vegetales o insectos.
Comprueba el estado de tus plantillas, y si las ves deterioradas sustitúyelas por unas nuevas con tratamiento bactericida y a ser posible de gel para amortiguar al máximo tu pisada.
Recubrimiento interior:
No sólo hace que tu pie esté más confortable dentro de la bota, además lo aísla de la humedad y del frío.
Con el tiempo ciertos materiales como la membrana de transpiración (que permite expulsar la humedad e impide la entrada de agua, como por ejemplo Goretex®), también se deterioran y pierden propiedades.
Cada vez que vayas a guardar tu calzado recuerda aplicarle un tratamiento fungicida (en spray o en polvo) para evitar el crecimiento de bacterias.
Empeine y exterior:
La puntera de la bota suele estar reforzada por una pieza de plástico o caucho para evitar que una patada a una piedra nos pueda lesionar los dedos del pie. Con el uso esta pieza tiende a despegarse.
El empeine de la bota y su exterior puede estar fabricado en distintos materiales.
Si tu bota está confeccionada con materiales sintéticos su mantenimiento será más sencillo, aunque es posible que te dure bastante menos que una confeccionada en piel, ya que las uniones del exterior, la suela y otros elementos de la bota, suelen ir soldadas.
Si tu bota es de piel, comprueba las costuras y no dejes que la rotura en una de ellas vaya a más. Cualquier zapatero puede reforzarte la costura.
Fijaciones del cordón:
Ojales, gancho auto-bloqueante y anillas de lazado rápido son los tres tipos de fijaciones con los que sujetarás los cordones a la bota. Comprueba sobre todo su anclaje a la bota y si presenta alguna rotura o desgarre.
Cordones:
Comprueba el nivel de desgaste y mira si presenta rozaduras en alguna zona. Unos cordones adecuados permitirán que la lazada no se deslice y por lo tanto no se afloje al caminar.
Si notas que constantemente tienes que apretar la lazada prueba cambiar los cordones por unos nuevos de alta resistencia y átate las botas correctamente.
Cuidados después de la actividad
Cada material requiere un cuidado distinto, y cada fabricante da sus propias claves para mantener su calzado, pero como norma general si quieres que tu calzado de montaña esté siempre apunto deberás seguir estos pasos.
1.- Limpieza.
Normalmente bastará con que cepilles enérgicamente el exterior de la bota para quitarle el polvo, pero en algunos casos (sobre todos si hemos caminado por terreno embarrado) eso no será suficiente.
En ese caso retira los cordones y las plantillas.
Deja que el barro se seque completamente y después golpea la bota para que se desprenda de las suelas y del exterior de las mismas. Luego cepilla la bota con fuerza.
Si aún así quedan restos de suciedad, usa un limpiador específico (y si no tienes puedes usar una solución con un poco de jabón neutro y agua) para humedecer un paño y frotar con él la bota.
2.- Eliminación del moho.
Es algo inusual, pero aún así sucede. Puede que desde la última vez que tus botas vieron el sol hasta el momento de sacarlas del rincón del olvido, hayan pasado años e igual no estaban del todo secas cuando las guardaste o han estado aparcadas en una zona con mucha humedad (un trastero, por ejemplo). En esa situación puede que tus botas presenten moho.
Retira las plantillas y sustitúyelas por unas nuevas.
Busca un lugar al aire libre y cepilla las botas enérgicamente, asegurándote de hacerlo lejos de tu cara y evita respirar los residuos desprendidos por el cepillo.
Si con el cepillado no ha sido suficiente, prepara una mezcla con una parte de vinagre y otra de agua y aplícala con un paño.
3.- Secado.
Seca tus botas en un lugar fresco y seco, nunca al lado de una fuente de calor o bajo el sol directo.
Para facilitar el secado introduce pelotas de papel de cocina o papel de periódico en las botas, y déjalas en un lugar ventilado y a la sombra.
4.- Impermeabilización.
Para impermeabilizar el calzado y recuperar en parte su capacidad hidrofugante sin perder la transpirabilidad, venden productos específicos, normalmente en spray.
El uso de estos productos sobre materiales como la piel o el cuero pueden variar el tono del mismo, y si usas cremas o grasa de caballo, estarás cerrando el poro y haciendo así que tus botas no transpiren (eso sí, repelerán bien el agua).
5. Guardado y almacenamiento.
Una vez secas, vuelve a introducir las plantillas y colócales los cordones, después aplica un spray o polvos fungicidas en el interior de las botas y guárdalas en un lugar seco y protegido del sol.
Reparación del calzado
Ya pensabas que iba a cerrar el post sin contar una de nuestras vivencias, pero para ilustrar este último apartado del artículo me he traído a nuestro compañero Manuel, a sus botas y a Rufo.
Algunas fotos que decoran el taller de Rufo.
Rufo es un artesano, un zapatero de los que cada vez quedan menos. Es además un enamorado de la montaña, basta echar un vistazo a las paredes de su taller para comprender lo que la naturaleza significa para él.
A Manuel ya lo conocéis, o bien en persona por haber caminado con nosotros o bien por haber leído algún que otro post en el que también aparece.
Hace un par de meses las botas de Manuel estaban ya en estado crítico, en su cara podíamos ver el hastío que le suponía el mero hecho de tener que ir a probarse una nuevas y al posterior proceso de adaptación. Por suerte para él tenemos muy cerca a nuestro compañero y amigo Rufo, que tras una breve inspección de las botas en una de nuestras rutas le dijo “pásate por el taller y te pondremos suelas nuevas”.
Y allí que fuimos Manuel, sus botas y yo (dispuesto a documentar este artículo).
Como podrás ver en las fotos las suelas estaban al límite, y la piel de las botas estaba ya reseca.
Rufo nos explicó cómo cuidar el calzado de montaña, cuales son las reparaciones más comunes y lo que le iba a hacer a las botas de Manuel.
Unas flamantes suelas Vibram® sustituyeron a las que llevaba, reforzó la unión de la suela a la bota con una fuerte costura, cepilló y finalmente le dio una buena mano de grasa de caballo a las viejas Chiruca®, dándoles así una mayor esperanza de vida y haciendo que Manuel vaya más feliz que un niño con zapatos nuevos.
Si tienes problemas con tu calzado de montaña, necesitas hacer alguna consulta o también quieres cambiarte las suelas, puedes hacer dos cosas: venir a caminar con nosotros y preguntarle a Rufo cuando lo veas o visitarle en su taller (Calle Padre Vicent, 4 de Valencia). En ambos casos estoy seguro de que te tratará con ese mimo y esa cercanía con la que todos los que amamos la montaña nos tratamos.
Recomendaciones de los fabricantes
Aunque la mayoría de los fabricantes coinciden, cada uno de ellos da sus propias pautas para el mantenimiento de su calzado. Si tienes alguna duda te recomiendo que mires los consejos que cada una de las marcas más populares nos dan al respecto:
- Chiruca®
- Bestard®
- Salomon®
- Hi-tec®
- Merrell®
- Boreal®
- The North Face®
Antes de finalizar este post quiero darte una última recomendación: el calzado de montaña ha de servir para movernos por el medio natural con la mayor seguridad posible, así que no tengas miedo de ensuciarlo, y si después de limpiarlo no queda perfecto no pasa nada.
Espero que este artículo te haya resultado interesante y la próxima vez que vayas a la montaña recuerda atarte bien las botas y no olvidar tu botiquín personal.
Hidratáte correctamente y no dejes de poner en práctica nuestros trucos para practicar senderismo.
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Recuerda que “la montaña es compartir”, y para ponértelo fácil tienes unos botones justo abajo que van de cine para eso. ¡¡Muchas gracias!!
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