Sin duda, después de la elección de tu calzado para practicar senderismo o trekking, otra de las decisiones más importantes que tomarás cuando estés equipándote por primera vez o renovando tu equipo será la elección de tu mochila.
Ya sabes que soy bastante práctico con respecto a las entradas de este blog, y que muchas de ellas buscan entre otras cosas responder a las preguntas más frecuentes que cualquier senderista se puede hacer.
En nuestra última ruta, Diego, Patricia y yo tuvimos una conversación mientras bajábamos del castillo de Alcalà de Xivert. Él me comentaba que tal vez su mochila fuese demasiado voluminosa y que igual le interesaba comprarse una como la de Patricia, y ella a su vez se quejaba de espacio en la suya (ya que si mete la chaqueta dentro, apenas le queda sitio para nada más).
Yo la solución más sencilla la veo clara, un intercambio de mochilas entre ellos… pero me da a mí que me iban a tachar de vago, así que he decidido currarme esta entrada, espero que a ti te resulte interesante y a ellos les sirva para aclararles algunas de sus dudas.
El tamaño sí importa
Aquí es donde aparecen las primeras dudas. Lo primero que tienes que tener claro es que en todo momento vamos a hablar de una mochila adecuada para practicar una jornada senderismo, excursionismo o trekking. Esto es muy importante, por desgracia la mochila “que sirve para todo” no existe.
En mi fondo de armario tengo unas cuatro o cinco mochilas distintas, cada una de ellas con unas características adecuadas para distintas actividades que realizo; una mochila minúscula que uso cuando salgo a trotar por la montaña (10 l.), una estanca que me acompaña a los barrancos (15 l.), un par de mochilas de ataque (de 25 y 35 l.) y una mochila de travesía de media autonomía (de 45 + 10 l.). Al margen de las propiedades de los distintos materiales de los que están hechas cada una de ellas, la principal diferencia que tienen es su volumen en litros.
Para la práctica de una jornada de senderismo hay quien recomienda mochilas de entre 10 y 20 litros alegando que si tienes una mochila de más capacidad la cargarás con más cosas y llevarás más peso. Mira, si compras una mochila así de pequeña sólo se me ocurre que llevarás menos de lo justo, lo que es un gran error.
Yo te recomiendo que compres una entre los 25 y los 35 litros (dependiendo de tu complexión física). Piensa que en ella deberás llevar una serie de elementos indispensables en tus salidas a la montaña: alimentos (almuerzo, comida, ración de marcha), agua (de 1´5 a 2 litros por persona), chubasquero o cortavientos, calcetines de repuesto, botiquín personal, protección solar, protección labial, linterna o frontal.
A todo lo anterior deberás añadir en invierno guantes ligeros, braga para el cuello, sombrero (que deberán caber en tu mochila si en los momentos de máximo esfuerzo de la ruta te molestan puestos y te dan demasiado calor) y posiblemente polainas.
Es importante que el contenido dentro de tu mochila no vaya apretado para que puedas sacar lo que te interese sin necesidad de vaciar la mochila entera (más adelante hablaremos de eso).
Un modelo para cada sexo
La elección de la mochila se debe hacer a conciencia, y si eliges bien llegarás a olvidarte de que la llevas en la espalda cuando hagas senderismo.
Existen dos factores determinantes a la hora de elegirla: el sexo y la talla.
Las mochilas para los hombres y para las mujeres no son iguales puesto que nuestra anatomía no lo es. Sensibles a estas diferencia los fabricantes se esfuerzan cada vez más por ofrecer productos adecuados que garanticen el confort a ambos sexos.
La principal diferencia entre una mochila para hombre y una para mujer las encontrarás en la posición de las hombreras (las específicas para mujeres caen algo más oblicuas que las de los hombres con el fin de salvar el pecho y evitar lesiones y molestas en la zona), y en el ancho del cinturón lumbar para un correcto apoyo en las caderas (ya que la mayor parte del peso deberá descansar en ellas).
La talla adecuada para ti
Todos los que practicamos senderismo no somos iguales, ni en altura, ni en peso ni en complexión, y al igual que pasa con el calzado o las prendas debes escoger una mochila adecuada a tu complexión, es decir, de tu talla.
Para calcularla tendrás que echar mano de un amigo o amiga que te tome las medidas de la espalda. Esa medición la tendrá que hacer tomando como referencia la distancia entre la base del cuello y la parte superior de nuestra cadera. En función de esa medición y dependiendo de la marca podrás escoger desde la más pequeña (extra S, de menos de 40 cm.) hasta la más grande (talla L, de más de 50 cm.). Cada talla tiene un incremento de 5 cm más o menos.
Aunque lo cierto es que la mayoría de los fabricantes tienen una longitud fija y esto hará que te resulte más complicado encontrarla. Para evitar este problema siempre puedes optar por una mochila con sistema de ajuste que permita adecuar la mochila a la longitud de tu espalda.
Normalmente las mochilas inferiores a los 30 litros no suelen tener talla, lo que hará más importante aún que te la pruebes, ya que sí que puede haber diferencias importantes según quién la fabrique.
Anatomía de la mochila ideal para hacer senderismo
Ahora ya tienes claro el volumen de la mochila, la talla y el diseño. Voy a contarte qué elementos son indispensables que tenga tu mochila, cuáles son convenientes y para qué sirve cada uno de ellos.
Pero antes de que sigas leyendo, y aún corriendo el riesgo de parecer pesado, te insisto en que estamos hablando sólo de la idoneidad de una mochila para practicar senderismo.
En negro te he indicado aquellos elementos imprescindibles a los que deberás prestar mayor atención y que van a ser de lo primero que hablaremos, y con números en rojo todos los que además son deseables.
2.- Hombreras: Las hombreras también tienen que ser anchas, acolchadas, firmes y sólidas. Es necesario que sean anchas para repartir el peso en tus hombros y evitar que se te claven. En teoría, cuando tengas la mochila perfectamente ajustada , el 20% del peso recaerá sobre tus hombros.
4.- Cintas de ajuste: Muy importante. La mochila debe permitir ajustes individuales de cada uno de sus elementos, que nos permitan acortar o alargar la cinta que une los hombros con el chasis de la mochila, ajustar el cinturón lumbar, la altura de los hombros, el cinturón pectoral y el volumen de la mochila en función de la carga. Para esto último, la mochila contará con unas cintas laterales que apretaremos para que la carga del interior de la mochila quede inmóvil, impidiendo que ésta se mueva bruscamente y evitando así que podamos perder el equilibrio.
5.- Chasis o respaldo: La mochila debe tener una estructura rígida o semi rígida, que le de la firmeza necesaria. Esta estructura es además la que estará en contacto con nuestra espalda, por lo que es muy importante que esté acolchada.
En estos momentos estoy seguro de que estarás recordando aquellas viejas mochilas que tenían una estructura tubular de aluminio y que tal vez tú también hayas usado. Pero la verdad es que los fabricantes no dejan de desarrollar nuevos sistemas e idear nuevas soluciones, y hoy en día las mochilas tienen estructuras ultra ligeras y que en muchos casos se pueden extraer, haciendo posible incluso que puedas lavar la mochila.
Es interesante para reducir el sudor de la espalda que optes por una mochila con sistema de aireado; cada fabricante lo llama de una manera, pero el principio es bien sencillo, se trata de separar la superficie del respaldo de la espalda permitiendo la circulación del aire.
6.- Funda impermeable: Muchas mochilas cuentan con un compartimento inferior que aloja una funda impermeable, pudiéndola sacar en caso de lluvia y cubrir con ella la mochila. Si tu mochila no tiene funda impermeable también puedes comprarla suelta o llevar una bolsa de basura por si acaso.
7.- Bolsillos laterales: Son muy cómodos, además te permiten transportar a mano aquellas cosas que tengas que usar frecuentemente, como por ejemplo la cantimplora con agua. Recuerda que hay que hidratarse correctamente, y que para poder hacerlo necesitas tener acceso rápido y cómodo al agua. Yo suelo llevar en uno de ellos el agua, y en el otro el mapa de turno.
8.- Porta objetos o porta bastones: Es otro de los gadgets super útiles de las mochilas, asegúrate de que en la parte trasera tengan un par de dragoneras por las que puedas pasar por ejemplo tus bastones y de ese modo podrás tener las manos libres cuando lo necesites.
9.- Asa superior: Este asa te permite mover tu mochila y cogerla con comodidad cuando no la tienes puesta.
10.- Bolsillo trasero: En él podrás poner aquellas cosas más pequeñas que puedas necesitar y no tendrás que andar rebuscando por dentro de la mochila (barritas energéticas, teléfono móvil, frontal, etc…).
11.- Bolsillo superior: Es muy conveniente que tu mochila tenga un compartimento en la parte superior de la tapa, en el puedas guardar otras cosas de uso común que puedas localizar cómodamente (guantes, braga para el cuello, gorro…).
12.- Argollas: Unas argollas en los hombros para colgar de ellas distintos utensilios forman también parte de una buena mochila. Así tu cámara de fotos, tu gps u otros objetos estarán siempre a tu alcance).
A tener en cuenta también la posibilidad de incorporar un camelbak (aunque yo no soy muy partidario de ellos) y que disponga de un orificio e instalación para pasar su cánula de absorción, un bolsillo interior impermeable (para guardar la documentación, las llaves del coche, etc…) y también es de valorar que el cinturón lumbar tenga también un pequeño bolsillo (en el que podrás llevar a mano por ejemplo tu ración de marcha.
Algunas mochilas también incorporan un silbato en el cinturón pectoral que también puede serte útil para pedir auxilio.
Muy interesante también que sea extensible, es decir, que su volumen de carga pueda aumentar (indicada en litros podrás leer su capacidad acompañado de un signo más y el volumen complementario). Esto te resultará muy útil para meter en ella algo especialmente voluminoso como una chaqueta.
Otras consideraciones a la hora de elegir tu mochila de senderismo
Que no te den gato por liebre.
Mira, una mochila en condiciones es una inversión, y ofertas hay, sí, pero después de lo leído no dejes que sea la mochila la que te elija a ti. Con esto lo que te pretendo decir es que no te compres una mochila “buena” sólo porque el vendedor te diga que es una gran compra y que está al 50% de su precio. Lo más importante es que la mochila primero cumpla todo lo que anteriormente te he dicho, y si después está de oferta mira qué bien, eso que te encuentras.
Presta especial atención al grosor de las cintas de fijación y a los acabados de las costuras, es importante que la veas robusta. Prueba todos los sistemas de ajuste y cierre de la mochila, las cremalleras (han de deslizarse con suavidad y tener una solapa que las cubra una vez cerradas) y comprueba que estas últimas estén bien cosidas.
El peso en vacío de la mochila también importa. En la medida de lo posible elige la más ligera, pero que esa ligereza no comprometa su resistencia. De nada sirve una mochila que sea tan endeble que no pueda aguantar el peso de su contenido. La recomendación para una jornada de montaña es que el peso total de la mochila y su contenido no exceda del 10% de tu peso.
Póntela y ajústala hasta que esté a tu gusto, y después haz que un amigo tire de ella hacia abajo para ver qué tal se comporta la fijación lumbar y los hombros.
Y si al final has dado con tu mochila ideal no lo dudes y cómprala, seguro que será una gran compañera de aventuras que con el cuidado adecuado te durará años.
A modo de resumen y para que veas la cantidad de opciones que tienes a la hora de elegirla, te incluyo en este artículo un vídeo de Jose Ignacio Amat “Rizos” (director de la EVAM y uno de los profesores que me formaron como monitor) para Antropovisión.
Ahora dejaré que Patricia y Diego se apañen y decidan si compran o intercambian (o si se van los dos juntos de rebajas), mientras aprovecho y te doy un último pero no menos importante consejo: asegúrate de que la mochila que te compres tenga un alto contraste de color con el entorno natural y que sea visible de bien lejos, ya que si alguna vez te pierdes será uno de los elementos más sencillos de localizar; rojos, naranjas, verdes fluorescentes, amarillos son algunos de los tonos que puedes elegir.
En el tintero me dejo cómo ajustarse la mochila correctamente, cómo distribuir la carga dentro de ella para hacer senderismo y cómo tienes que mimarla para que te dure muchos años, pero prometo contártelo muy pronto.
Espero que este post te haya resultado interesante y que la próxima vez que salgas a la montaña no dejes de llevar a mano tu ración de marcha, al igual que no te puede faltar tu botiquín personal.
No olvides hidratarte correctamente y en tu próxima salida no dejes de poner en práctica nuestros trucos para practicar senderismo.
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Recuerda que “la montaña es compartir”, y para ponértelo fácil tienes unos botones justo abajo que van de cine para eso. ¡¡Muchas gracias!!