Senderos por la sierra de Albarracín

Por @asturiasvalenci Marian Ramos @asturiasvalenci
No todos son praderas y bosques vírgenes aquellos por los que vamos a caminar en la sierra de Albarracín. Rincones llenos de paisajes humanizados por unos habitantes que lucharon para subsistir. Tierras de Teruel tan alejadas de todo y con altitudes mayores a los mil metros o fronterizas con territorios de Cuenca. Agricultura y, sobre todo ganadería, aportaron riqueza y esplendor a una comarca que parecía relegada al abandono por su alejamiento y su intricada orografía. Paisajes diferentes los que vamos a recorrer entre los Montes Universales y su sierra.

Unas montañas en la que la vegetación que domina es el pino rodeno. Y aquí ya podemos ver la mano del hombre. Tremendas cicatrices de la extracción de la resina de unos pinos que se envuelven de fina hierba, brezos, tomillos, enebros y romero.

Pero si abandonamos los bosques frondosos y nos decidimos a pasear por cualquier páramo de la sierra seremos acompañados por la sabina rastrera aportando un intenso aroma a ese sendero seco y pedregoso. Y donde la sierra aparece más abrupta y complicada allí surgen los Montes Universales, montañas fronterizas con Cuenca y cargadas de historia y tradiciones. Rincones invadidos por extensos pinares que alumbran dos nacimientos: el Tajo y el Cabriel.



Tierras muy labradas y marcadas que guardan interesantes muestras de pintura rupestre en el Espacio Protegido de los Pinares de Rodeno y que comenzaron a adquirir importancia a partir de la época musulmana ya que fueron habitadas por pueblos bereberes que adaptaron sus tradiciones pastoriles. Costumbres que fueron heredadas por los cristianos que decidieron asentarse en poblaciones de mayor altitud.



Durante la época del señorío de Albarracín los pastores serranos supieron aprovechar su situación fronteriza con Cuenca. Parte de los bosques fueron convirtiéndose en pastizales donde las ovejas sesteaban alrededor de sus árboles. Y tal fue la relevancia de este oficio que la cañada se fue extendiendo hacia las tierras de Cuenca, llegando a los montes de Ciudad Real, Jaén y Córdoba. También existieron otras cañadas hacia las tierras del Turia y del Ebro. Caminos de la trashumancia…



Zona lluviosa la de la sierra de Albarracín que se convierte en un paraíso para los amantes de las setas y de la práctica de deporte en la naturaleza. Paisajes rojizos gracias a su piedra acompañados de montañas, valles, barrancos, cimas, ríos, fuentes y manantiales. Senderos de Pequeño Recorrido que nos dan la oportunidad de poder conocer la sierra poco a poco. También destaca el GR 10 que atraviesa las tierras de Albarracín para buscar las de Javalambre y los Montes Universales.  Tenemos bonitas cascadas como la de Calormarde y el Molino de San Pedro. Así que vamos a dedicar un día a realizar el sendero hasta esta última cascada, ya en los Montes Universales, transitar por carreteras de alta montaña solitarias, descansar en algún área recreativa, reconocer un paisaje peculiar de la sierra de Albarracín y terminar nuestro recorrido en un tranquilo pueblo: Orihuela del Tremedal.Si salimos desde Albarracín nos vamos a ‘perder’ por carreteras estrechas comarcales repletas de senderos y caminos que surgen desde la cuneta. Y tomamos dirección hacia un pequeño pueblo fronterizo con Cuenca, La Veguilla. Este es, quizás, uno de los rincones más bellos de la comarca. Aquí, los paisajes están cincelados por la actividad humana muy dedicada a la trashumancia y la agricultura.


La Veguilla


Una pequeña ruta de senderismo nos acerca a una cascada, pozas de agua turquesa y las ruinas de un molino harinero. Para ello aparcamos el vehículo en La Veguilla y volvemos por la carretera para tomar, después de unos dos kilómetros, el sendero hacia la cascada del Molino de San Pedro. Un camino entre avellanos y sargas nos acerca a la cascada. Un salto de agua del río Cabriel que crea unas pozas muy atractivas para refrescarse si la climatología nos lo permite.



Al otro lado del cauce podemos ver los restos del acueducto que era el encargado de transportar el agua hasta el molino. Era acumulada en un pozo y cuando se abría surgía con la fuerza suficiente para mover el eje de la piedra de moler el grano. A esta cascada los lugareños la llaman el Chorradero. En lo alto y, entre la vegetación, descubrimos la masía de San Pedro.




Retomamos el sendero de vuelta. En la misma carretera pero en frente tenemos uno de los pequeños recorridos más hermosos y largos de la sierra. Este nos permite presenciar los nacimientos del río Cabriel y más alejado, el del Tajo

Seguimos circulando por la carretera hacia Noguera para disfrutar de las altas montañas, valles extensos y barrancos de vértigo.



Profundos tajos en la naturaleza como el Barranco Hondo, ese por el que un día transitaron las huestes del Cid. Porque cuenta el Cantar del Mío Cid que por aquí hizo su incursión el Campeador con una pequeña tropa. Y el señor de Albarracín que fue puesto sobre aviso ordenó a un ejército mucho mayor que saliera a detener aquel avance. Y sí, fueron encontrados descansando en un páramo cerca de Tramacastilla. Allí se entabló una cruenta batalla donde muchos caballeros del Cid salieron heridos e iniciaron la huída. Uno de ellos, Pere Gil, desconociendo estas tierras hizo galopar veloz a su caballo llevándole, sin saberlo, al borde de un barranco.



Detrás, los musulmanes que le seguían; delante, una muerte casi segura. Pero aún así intentó saltar aquella brecha ante la mirada atónita de sus perseguidores. Dicen que desde aquel momento a este lugar lo llaman el Salto de Pere Gil. Aunque no resulte muy habitual y no hayamos visto este tipo de rocas en la sierra de Albarracín también podemos encontrar muestras de actividad volcánica. Restos que, según estudios, tienen más de doscientos millones de años y que han ido quedando a la vista debido a la erosión.



Para llegar a Peña Aguda tomamos la carretera que une Noguera con Orihuela del Tremedal. Al lado de un área recreativa donde podemos descansar parte un sencillo sendero.



Peña Aguda es una sorpresa volcánica, una mole de piedra clara que está rodeada de un sencillo bosque de roble melojo. Un bosque caducifolio que tiene su máximo esplendor durante el otoño y que, en el invierno, se nos muestra así de nostálgico. 




Un impresionante mirador hacia el río Garganta y sus frondosos pinares. Para tomar el pequeño sendero hay que atravesar el puente e internarnos en un bosque de roble para recorrer un sendero umbrío. Antes de que el arroyo vierta sus aguas al río Garganta giramos a la izquierda para comenzar a ascender hacia el área recreativa Virgen del Carmen que nos lleva a la carretera de nuevo. Unos veinte minutos por ella nos separan del vehículo.



Seguimos nuestro camino hacia el Orihuela del Tremedal cruzando por un interesante paisaje de turberas, ríos, fuentes y ríos de piedra. 


Este pueblo serrano tiene tejados rojos, fachadas de piedra y blancas y caserones con bonitas rejerías en sus ventanas. Una de las opciones para terminar descansando y respirando aire puro es ascender hasta la ermita de la Virgen del Tremedal. Desde lo alto se pueden contemplar los tremedales que se alternan con los bosquetes creando islas verdes y frescas incluso en los más tórridos veranos.