SÉNECA 4 a.C 45 d.C.
Vivís como si la vida tuviera que durar siempre; nunca se os ocurre pensar en vuestra caducidad; no observáis cuanto tiempo ha transcurrido ya, y vais perdiéndolo como si fuera algo sobrado y abundante, siendo así que aquel mismo día que dedicáis a este hombre o a este asunto es el último de vuestra vida. Como mortales lo teméis todo, pero todo lo deseáis como si hubierais de ser inmortales. Oirás a la mayoría decir: "A los cincuenta años me retiraré a descansar; a los sesenta renunciaré a mis cargos". ¿Y qué garantías tenéis de que vais a vivir tanto? ¿No te avergüenza no guardar para ti sino los despojos de tu vida y no destinar al cultivo del espíritu más tiempo que el que ya no vale para nada? ¿No es demasiado tarde para empezar a vivir cuando ya hay que dejar la vida?