señora

Por Tupenda

Es ese momento en que alguien se refiere a ti, en una tienda, en la calle, como señora, y aturdida te vuelves a buscar a la señora en cuestión, hasta que caes en la cuenta de que no hay más señora que tú.

A partir de ese momento, la escena se va repitiendo hasta que asumes el recién estrenado tratamiento, hasta que, si ves la fiera venganza del tiempo con saludable ironía, irás encontrando ventajas a la nueva circunstancia: libertad, afición indisimulada por las cosas buenas y un abrirle la puerta a cierta extravagancia, en el vestir, en el hablar, en nombrar las cosas en términos propios, en adecuar cualquier actividad pública a tu estilo.

Leído en El País por Elvira Lindo