Sus peores sueños se habían hecho realidad.
El monstruo que los derrota años atrás, condenándolos a 8 años
de infortunio, volvía a sembrar el pánico entre los Genoveses,
cuando más confiados estaban en su triunfo electoral.
Rubalk atacaba de nuevo y las improvisadas miserias defensivas con
las que intentaron detener su avance, lo habían enfurecido aún más.
Conocía sus debilidades y podía olfatear su miedo.
¿Conseguirían los Genoveses reorganizarse para conjurar la amenaza?
Había comenzado la cuenta atrás, mientras la Condesa Descalza
contemplaba distraidamente la escena junto a un grotesco personaje
en cuyo rostro se dibujaba la mueca de la venganza.