Tras la conferencia previa de Alejandro G. Villalibre (autor de las notas al programa que están enlazadas en los autores de arriba) sobre "El legado de la Pastoral de Beethoven" que ponía el punto final en Wagner, sería como si su bicentenario retornase a Milanov y la OSPA al ciclo de abono con un programa que, en palabras del propio Villalibre citando al genio de Bonn, resultaría "más expresión del sentimiento que pintura sonora" pero nada distanciado de lo romántico en ninguna de las tres obras.
La primera sensación antes de comenzar fue la disposición elegida por el maestro búlgaro totalmente vienesa: contrabajos atrás, violines enfrentados, trompetas al lado de los fagots, timbales a la derecha (la foto de Marta Barbón que abre la entrada es perfecta para verla). Búsqueda de nuevas sonoridades más que vuelta a concepciones históricas aunque las obras fuesen adecuadas para esa colocación, y es un hecho que creo marcaría todo el concierto.
La orquesta asturiana ya ha tocado muchas esta sinfonía en sus 22 años de historia, pero la versión ofrecida por Milanov en Gijón y Oviedo son de las que no dejan indiferente. La colocación ya comentada mostró esos pasajes muchas veces ocultos (tapados) de los violines segundos, y por fin conseguí escuchar la ansiada "pegada" en los contrabajos, envolviendo desde el fondo toda la obra. Incluso los timbales ayudaron a encontrar el color orquestal apropiado, no sé si para el Auditorio pero evidentemente la apuesta del maestro titular por la disposición vienesa resultó un éxito para mí. Pero sobremanera los tempi elegidos. Habrá polémica siempre positiva, opiniones encontradas sobre las indicaciones metronómicas que Beethoven utilizó para precisar la velocidad elegida, menos subjetivas que un Allegro ma non troppo, pero volviendo a su propia búsqueda de "más expresión del sentimiento que pintura sonora" la Sexta resultó pastoril en cuanto a sentimientos, remanso, deleite en cada pasaje, disfrute en cada intervención solista con una madera realmente inspirada y unos bronces empastados como nunca, alcanzando cotas de entendimiento entre ellos que solamente estos años de "matrimonio" (los mismos que yo) consiguen. La Escena junto al arroyo: andante molto mosso continuó en la línea de tranquilidad expositiva, con una cuerda redonda en cuanto a la sensación de globalidad conseguida por la colocación e interpretación de toda ella, al igual que la Animada reunión de los campesinos: Allegro con toques casi de romería primaveral asturiana, ímpetu sonoro siempre controlado. Incluso el Trueno y tempestad: Allegro nos dejó una tormenta sin excesos, más veraniega que invernal con dinámicas nunca exageradas, bucólicamente sentimental, silencios subrayando la bravura, precisión y respeto a la partitura, reminiscencias del Don Giovanni mozartiano premonitor. Y si de sensaciones hablamos, Sentimientos de benevolencia y agradecimiento hacia la Divinidad después de la Tempestad: Allegretto, colofón unificador en cuanto a la interpretación de Milanov con "nuestra" OSPA, emoción contenida para muchos, explosión de luz para la mayoría.